Columnistas
09/05/2019

En España, una noche menos negra

En España, una noche menos negra | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Pedro Sánchez, jefe de gobierno de España y ganador de la elección.

La alta participación favoreció el triunfo del socialismo en la elección española. El gran derrotado es el Partido Popular. Podemos sufrió un fuerte retroceso y avanzó Ciudadanos, que se presenta como de derecha moderada. El nuevo partido de ultraderecha Vox no logró lo esperado pero pisará fuerte en el Parlamento.

José María Castro

Dado que la abstención es una opción en las elecciones españolas -el voto no es obligatorio-, el primer reconocimiento frente a las recientes elecciones tiene que ser la alta participación electoral. Rozando un 76%, la afluencia a las urnas ha sido un primer avance de lo que la izquierda llevaba reclamando desde hacía varias semanas.

Históricamente, la baja participación ha perjudicado a la izquierda. La fidelidad al voto por parte de la derecha es algo habitual, mientras la desgana, la falta de representatividad y la división interna, han sido una constante en las derrotas más sonadas de las opciones progresistas.

Esta vez, no. En esta ocasión, la llamada conjunta a la participación masiva por parte de las izquierdas ha dado resultado, y el índice de participación se ha situado en una cifra inhabitual y casi histórica según los antecedentes democracia reciente (76%).

La alta participación ha favorecido fundamentalmente al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que a pesar de lo convulso del final del mandato anterior, en el que fue incapaz de defender los presupuestos del año en curso, se ha encontrado con un Podemos roto y desprestigiado por el divismo de sus líderes, y que ha pagado un alto precio en votos y en cantidad de diputados.

Por lo que se refiere a las tres formaciones de derechas, su lucha interna ha traído como consecuencia que la suma de sus votos es insuficiente para gobernar en coalición. Además, en el periodo preelectoral, la venta de huma de unos excelentes resultados no haya sido más que eso: unas expectativas no consumadas.

El Partido Popular (PP), es decir, el partido de Rajoy, que había gobernado España en los ocho años anteriores hasta el voto de pérdida de la confianza del Parlamento, pasa de 137 escaños a solo 66. A pesar de seguir siendo la segunda fuerza política, sus resultados son una debacle, y quedan muy lejos de tanto lo que ellos mismos esperaban como de, por supuesto, los 123 diputados socialistas, que ganaron las elecciones y sumaron 44 diputados más. Recordemos que el Partido Popular se presentaba como el ala más conservadora de los tres partidos de derechas, cuya coalición se temía. De ellos, el PP sería el gran derrotado.

En tercer lugar, y ganando 25 diputados más, quedó el partido Ciudadanos, agrupación que pretende presentarse como la derecha moderada. De hecho, este partido, que nace abanderando el españolismo de Catalunya, donde a día de hoy era primera fuerza, triunfa en el resto del Estado español y cae en su feudo natal hasta obtener 5 diputados. Esos parlamentarios, unidos al diputado de los populares y a otro más de Vox, hace que la derecha constitucionalista prácticamente desaparezca del mapa electoral catalán, donde los grandes vencedores serían los representantes de Esquerra Republicana de Catalunya (Izquierda de Cataluña), cuyos quince representantes les encumbran junto a los socialistas como candes ganadores de esta Comunidad.

Los resultados del partido Podemos suponen un retroceso espectacular. No solo pierden 29 diputados, sino que sus luchas internas, su soberbia, y su nepotismo en la dirección, les hacen perder protagonismo parlamentario, y quedan reducidos a meros comparsas del Partido Socialista, caso de que estos se decidan a pactar con Podemos y las fuerzas independentistas y nacionalistas, algo que le exigen sus votantes pero que no parece fácil.

Y por fin llegamos a Vox, el partido de los nuevos fascistas, que han basado su campaña en la añoranza del franquismo y la exaltación de los valores patrios. Amantes y defensores de la tauromaquia y, sobre todo, xenófobos y enemigos de la inmigración.

Por alguna razón, la cobertura mediática que les ha respaldado, y la cantidad de dinero con el que cuentan, se presentaban como un peligro mayor del que la realidad ha demostrado. Aun así, 24 diputados, y aunque ellos esperaban mucho más, son demasiados ex militares franquistas, neonazis conocidos y antidemócratas declarados. Pisaran y trabajarán en un Parlamento con el cual, e el fondo, quieren acabar.

Ahora llega el momento de los pactos. De una parte, las bases socialistas esperan un acuerdo de gobierno de izquierdas. Los representantes de las grandes corporaciones “exigen” un pacto con ese grupo bisagra, que a veces se presenta como derecha moderada y a veces como socialdemócratas, que es Ciudadanos, y ya todos preparan las importantes elecciones municipales y al Parlamento Europeo. Intentan dar los virajes necesarios para mejorar estos resultados el 28 de mayo, fecha demasiado cercana, algo que permite al socialismo dejar correr el tiempo y asegurar que gobernarán en solitario, pactando en cada caso con quien más les convenga.

El resumen de estas elecciones supone en definitiva un respiro para la democracia parlamentaria española. Resumiendo: se hizo de noche, pero no está tan oscuro.

29/07/2016

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