Columnistas
17/04/2019

La vida en las cloacas

La vida en las cloacas | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Mientras en Argentina salta una trama de espionaje y extorsión, una bomba política similar estalla en España: el gobierno del Partido Popular (conservador), con el poder del ministerio del Interior y mediante policías corruptos, espiaba e inventaba mentiras contra el nuevo partido Podemos y líderes independentistas.

José María Castro

Quizás para el lector argentino resulte un tanto reticente hacer un resumen del caso D’Alesio, aunque sin duda queda mucho por decir y está muy lejos de clarificarse.

Hablamos de una trama de extorsión y espionaje que tiene su origen en la extorsión del falso abogado Marcelo D’Alesio contra un empresario en nombre, o por parte, del fiscal Stornelli, a condición de no ser involucrado en la causa de las copias de los cuadernos, tema este, que había involucrado a un sin fin de personas públicas, acusadas o señaladas dentro de un entramado de sospechas y acusaciones judiciales y mediáticas.

Esto puso sobre el tapete una serie de actuaciones mafiosas en el que se mezclan fiscales, jueces, supuestos periodistas y todo un submundo -repito- mafioso.

Todo está por decir; boicots a jueces justos, interferencias, inasistencias a requerimientos judiciales y desvíos informativos e incluso legislativos, acaban de empezar. Y a pesar de los esfuerzos por esclarecer una situación tan penosa, y aparentemente tan sucia, estamos muy lejos de sospechar el final, aunque todo desprende un cierto olor a podrido y de mafia entorpeciendo el esclarecimiento.

Desde hace ya tiempo, intento demostrar de algún modo que las diferencias entre las políticas españolas y argentinas son puramente formales, y al tiempo que este escándalo estalla en el país americano, una bomba de parecido calado, salta en el país europeo,

Existe en España, un Comisario en excedencia (es decir que temporariamente no ejerce su cargo), que investigaba de forma privada al tiempo que realizaba trabajos personales de investigación. Tras esto, se reincorporó como agente encubierto en servicios oficiales de información. Se trata de un personaje oscuro, que además de haber trabajado para las dos grandes administraciones políticas españolas que se han alternado en el poder en las últimas décadas -los socialistas y los populares (conservadores)-, está implicado en casi todas las tramas de corrupción de este país.

Tras verse implicado en numerosos delitos, muchos de ellos al servicio de las altas esferas, en la actualidad se encuentra en prisión, desde donde declara en forma de píldoras (en dosis mínimas) informaciones sumamente delicadas para políticos recientes y en curso, a modo de chantaje.

Las acusaciones son de tal índole que dicen afectar al rey emérito, Juan Carlos I, y cobro de comisiones.

Cuando el recién formado partido Podemos se planteaba, en 2015, como una seria alternativa de poder, el gobierno del Partido Popular empleó todos los recursos legales e ilegales para hundir a la nueva fuerza, recurriendo a cualquier medio. Los principales medios de comunicación se prestaron sin ningún escrúpulo a ventilar informaciones no verificadas, o directamente inventadas. Como por ejemplo, que el nuevo partido estaba irregularmente financiado por Irán o Venezuela. Una mentira repetida cien veces se convierte en verdad, y todos los medios lo sacaron a la luz al mismo tiempo. En 2017, dos años después, un juez que investigaba otro caso, se encontró con todo un entramado que ahora ve la luz. Pero ocurre recién ahora, cuando Podemos vive sus horas más bajas y el daño ya está absolutamente hecho.

La investigación de ese juez no fue emitida por los medios ni los canales de televisión.

Se descubrió que, desde el gobierno de España, con el apoyo de un sector corrupto de la policía, se elaboraban acciones de espionaje contra políticos incómodos. No era solo el partido Podemos, eran también líderes independentistas. Para llevar a cabo esas acciones, se llevaban acciones claramente ilegales. Los conspiradores, entre ellos el ministro del Interior del Partido Popular, se valían de medios de comunicación absolutamente serviles y obedientes.

El método consistía en que desde el ministerio del Interior se espiaba a los políticos incómodos, y si no encontraban nada las más altas esferas de medios serviles se hacían eco, igualmente, como si de una verdad se tratará. En las más altas esferas del Estado español, se inventó la financiación por parte del régimen iraní y por los chavistas venezolanos. Estos datos se usaron en el Congreso de los Diputados, Consejos de Ministros y en otras altas instituciones a sabiendas de que eran mentira.

Se llegaron a falsear datos de bancos extranjeros y oficinas diplomáticas, que fueron lanzadas como noticias de forma constante. Por eso, ahora llama la atención el mutismo con el que se calla el alcance de la noticia, y ni siquiera exigen citaciones a los políticos implicados. Algo tan nauseabundo como el silencio, en Aregentina, sobre los cuadernos, el caso Nisman, la ruta del dinero K, y tantas y tantas noticias que por arte de magia dejan de serlo.

Nadie nos defiende. Los medios, gritan o callan, según convenga, Los políticos repiten los temas hasta la extenuación y a continuación los silencian. Y en algunas celdas, los pocos implicados amenazan con seguir contando los secretos más viles. Y ahora acá y allá, nos toca ir a votar. Y por desgracia para la Democracia, nos guiamos por el olor de las cloacas.

29/07/2016

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