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10/03/2019

Cuando el voto se suplica

Cuando el voto se suplica | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Para la participación de los electores españoles en el extranjero, se utiliza un enrevesado sistema que da en llamarse voto rogado.

José María Castro

Resulta frecuente escuchar, que el día de elecciones es el día de la gran fiesta de la democracia. Si ello es cierto, a quién esto escribe se le presentaría un año cargado de fiestas, pero por distintas razones eso no será así.

Así como en las elecciones municipales, un extranjero residente en el municipio podría ser elector, en el caso de las elecciones provinciales, esto no ocurre. No discuto, ni mucho menos, la normativa electoral. De hecho, es la misma que rige en mí país, incluso me parece comprensible, pues el grado de compromiso y pertenencia, no se adquiere en poco tiempo y dependería de factores más subjetivos. De modo que, por estas comprensibles causas, no seré protagonista activo de esta primera celebración.

Por lo demás, a lo largo del año, el mapa argentino estará sembrado de elecciones locales y provinciales que servirán como preámbulo, a las elecciones presidenciales del 27 de octubre.

Aparte del presidente, los ciudadanos elegirán 21 gobernadores, así como al jefe de gobierno porteño. Todo un reto y, si se me permite un regalo, zara un estudioso del electoralismo argentino.

Pero no solo en estas tierras se celebran elecciones. En mí añorada España, también este año, habrá lluvia de comicios.

Estas darán comienzo el domingo 28 de abril, con la convocatoria de elecciones generales, que elegirá los representantes, que compondrán el Congreso y el Senado, que a su vez, elegirán al próximo presidente del gobierno español.  

Poco menos de un mes más tarde, el 26 de Mayo, se elegirán los parlamentos autonómicos, de doce comunidades autónomas, es decir, todas menos cinco, que serían el equivalente a las elecciones  provinciales argentinas, aunque la elección de los presidentes, no sería directa, como aquí los gobernadores, si no que serían elegidos por los parlamentos resultantes.

Al tiempo, se hacen coincidir con las elecciones municipales así como con las del Parlamento Europeo. Es decir, en un mes, se producirá una renovación absoluta del mapa político.

Cabría pensar que, ahora sí, mi participación activa en el devenir de mis propios intereses no tendría obstáculos, pero hete aquí, que hasta para participar en estas citas electorales, se ponen trabas.   

Para la participación de los electores en el extranjero, se utiliza un enrevesado sistema que da en llamarse voto rogado.

El voto rogado fue una reforma aprobada en 2011 gracias a una iniciativa del Partido Popular y los socialistas del PSOE cuyo objetivo era acabar con los supuestos fraudes electorales relacionados con los votos de los españoles residentes en el extranjero. Pero tuvo graves consecuencias para la participación, y apenas el 5% de media de los residentes en el extranjero ejerce este derecho.

El proceso para votar en España es uno de los más rebuscados y complicados de Europa, y se ha convertido en una suerte de salto de obstáculos burocráticos.

El primer paso es acudir a la oficina diplomática más cercana (que en ocasiones puede estar situada a cientos de kilómetros de la residencia del aspirante a votante), inscribirse en un registro y solicitar el voto. Después, deben comprobar que están en la lista, y de no ser así, volver a la oficina diplomática y hacer una reclamación.

Si recibe a tiempo las papeletas que se envían al domicilio desde España, tendrán que acudir a la oficina de correos para enviar el voto. Los plazos son sumamente limitados, los españoles solo tienen dos semanas para recibir la papeleta y enviar el voto.

No acaba de entenderse la razón de esta forma de obstaculizar un derecho, que en buena ley, debería ser especialmente facilitado por las autoridades. Los emigrantes españoles, como los de cualquier parte del mundo, se sentirían más cerca de casa, sintiéndose parte activa de sus procesos electorales, ¿por qué  entonces se les castiga con todos estas trabas burocráticas? No se entiende la razón de ser de esta barrera administrativa con la que se penaliza, a más de dos millones de compatriotas que, en la mayoría de los casos, no han salido por gusto de su país, y se les priva de uno de sus derechos establecidos como fundamentales. Además el número de residentes en el extranjero, aumenta considerablemente a causa de la crisis, agravándose así el problema.

En la práctica, la documentación desde España, llega con las urnas ya cerradas, lo cual hace imposible el voto.

La falta de voluntad política, es lo único que puede explicar este desatino. Eso, y que muy probablemente, los emigrantes españoles, no sea fácil que confíen su destino a los responsables políticos que les hicieron abandonar sus casas y sus familias, es decir, los partidos tradicionales, que son precisamente los que con su abulia, o mala voluntad, consienten y mantienen  este estado de cosas.

El agravio comparativo, se hace más sangrante, si vemos las facilidades que ofrecen países de su mismo entorno, bien a través de la tecnología, bien por voto directo en consulados.

esulta curioso pensar, que en tiempos donde todos podemos hacer compras al extranjero, que recibimos en casa en cuestión de días, no se implementen medidas, para poder ejercer un derecho tan importante.

Mientras tanto, un servidor siente no formar parte de esta cacareada fiesta de la democracia, y tiene la sensación, de que a su alrededor se celebran fiestas, a las que él no está invitado.

29/07/2016

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