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20/01/2019

Podemos, lo que pudo ser

Podemos, lo que pudo ser | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El partido político español surgió hace cinco años, tras el Movimiento Indignados. Tuvo un sorprendente ascenso y sufrió el bombardeo mediático. Hoy la situación política cambió y crece la amenaza derechista. En el partido se rompió la cohesión interna, y los fundadores se alejaron del líder Pablo Iglesias.

José María Castro

Dentrode pocos días, se celebrará el quinto aniversario del nacimiento del partido Podemos, de España. Cinco años de casi continuo crecimiento, y de hacerse sitio en el arco político español, mientras en su interior iban desapareciendo los fundadores de la primera línea de la organización, y eran remplazados por personas adeptas al entorno del indiscutible líder, Pablo Iglesias.

Poco queda de aquellos primeros tiempos, en los que este joven profesor universitario, de impresionante expediente académico, pese a su juventud, debatía haciendo gala de una soltura y una frescura que sorprendían entre los manidos discursos de los políticos a los que pretendía denunciar.

En aquellos meses, Pablo Iglesias hablaba como miembro y participante del Movimiento Indignado, y solía enfrentarse a un argumento, utilizado tanto por la derecha como por la izquierda asentadas en el sistema: “Si queréis tener representatividad, presentaos a las elecciones, a ver si os votan”. Aquel joven se tomó aquello como un reto, y lo aceptó.

En el camino se quedó el primer punto del ideario del 15-M (nombre que se le dio a aquella explosión de protesta que nació el 15 de mayo del 2.011), que no era otro que el de no mezclarse con el sistema de partidos, cuya degeneración se denunciaba. En su primera cita electoral, la nueva fuerza política sorprendió a propios y extraños, situando cinco diputados en el Parlamento Europeo, sumando cerca de 1 millón 250 mil votos, lo que supuso el 8% del total, para un partido que había nacido tres meses antes de aquella elección.

En noviembre de ese mismo año, Podemos superaba al resto de partidos en intención directa de voto. Nunca antes se había visto un fenómeno igual a solo ocho meses de su creación. Se avecinaba un fin de ciclo en la política española. Podemos, movilizó a nuevos votantes y a anteriores abstencionistas -en España el voto no es obligatorio-, así como a votantes desencantados de las formaciones tradicionales. La imagen de su líder, Pablo Iglesias, se situaba también en el primer puesto de preferencias.

Entonces, comenzó el bombardeo mediático y oficial contra la recién nacida formación, las acusaciones por financiación irregular del Estado venezolano, una supuesta colaboración de Pablo Iglesias a la plataforma de apoyo a los presos de la banda terrorista ETA, y acusaciones continuas de fraudes laborales de sus dirigentes. A todo ello se contestó en los tribunales, en donde Podemos acumula hasta el momento quince sentencias favorables, y ninguna en contra. Aun así, los medios afines al oficialismo siguieron bombardeando con una supuesta financiación de Venezuela, dando a entender que Podemos era una construcción del Chavismo.

Tras un nuevo éxito en las elecciones municipales y en las comunidades autónomas (en las que está dividido el país), en las cuales el partido, acompañado por confluencias locales, consigue gobernar en los ayuntamientos (municipios) más importantes de España y hacerse presente en todos los parlamentos autonómicos, se puede decir que Podemos empieza a gestionar instituciones desde el poder. Fueron sin duda los momentos álgidos de la formación.

Cuando por fin se presentaron a las primeras elecciones generales, se convirtió en la tercera fuerza política, consiguiendo 69 diputados, con más de cinco millones de votos. En cuanto a su trascendencia en la destitución de Rajoy, ya se comentó en su día en estas mismas páginas. Sin embargo, y desde entonces, la situación política en España cambió radicalmente, y la amenaza de un bandazo derechista se acrecienta mientras Podemos retrocede en expectativas y encuestas. Podemos empieza a ir para atrás.

Cuando yo me instalé en Neuquén, hace ya tres años, me sorprendió el conocimiento que mis nuevos vecinos tenían del recién nacido partido. Conocían el nombre de Pablo Iglesias, pero también conocían a Juan Carlos Monedero e Iñigo Errejón, y habitualmente eran los únicos políticos españoles que despertaban algún interés. Esa idea de unidad y cohesión, de objetivos claros y comunes, se ha roto en los últimos tiempos. Ninguno de los fundadores de Podemos continúa al lado de Iglesias. Aquel famoso grupo de los cinco fundadores (Errejón, Monedero, Carolina Bescansa, Luis Alegre y el mismo Pablo), ha ido desapareciendo de la primera línea, por una razón o por otra, pero todos (salvo quizás Monedero) en serias desavenencias con su líder, que empezó a adoptar actitudes nepóticas y caprichosas, como poner de portavoz a su mujer, Irene Montero, y decisiones tan desacertadas como adquirir una casa de 650.000 euros, en una situación de crisis. Ante las críticas por estos hechos, Iglesias ha respondido consultando a unas fieles e incondicionales bases, para que refrenden que sí, que hace muy bien en vivir como un político de la Casta, a la que tanto criticó. Sus desavenencias con sus posibles alternativas dentro de la formación, siempre se han saldado con la salida de sus más fieles colaboradores o su condena al ostracismo.

Aun así, tengo esperanzas de que Podemos supere esta crisis y resurja. Confío en el proyecto que les impulsó, y en los valores que atesoran en lo referente a justicia social, y denuncia de mala praxis institucional y lucha contra la corrupción. Deseo que retome el rumbo que hizo unir a izquierdistas, anticapitalistas y populistas, empeñados en transformar la política y ponerla al servicio de los ciudadanos y alejarla de sus actuales propietarios, que la utilizan en su beneficio y se quedan con el dinero que todos aportan. Confío, pero no ciegamente. No creo posible aunar el espíritu del 15-M con maneras y fórmulas estalinistas, que dábamos por desterradas, ni convertir la esperanza de la izquierda en un triste juego de reinos de Taifas y reyes destronados. Hay mucho en juego. Fundamentalmente, la esperanza de un alto porcentaje de la ciudadanía, que no ha parado en cuarenta años de gritar unidad. Ese es su mandato.

29/07/2016

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