Columnistas
10/12/2017

Viejas y nuevas formas de explotación del trabajo

Viejas y nuevas formas de explotación del trabajo  | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Han aparecido nuevas formas de explotación que, fundamentalmente, buscan burlar las leyes laborales y las escalas de sueldo establecidas por las convenciones colectivas de trabajo, además de los aportes patronales establecidos por las leyes sociales.

Humberto Zambon

[email protected]

Los socialistas utópicos de principios del siglo XIX, y también todas las corrientes progresistas que le sucedieron hasta el último cuarto del siglo XX, estaban convencidos de que el progreso de la ciencia y la técnica iban a traer aparejado un aumento de la productividad, de forma tal que con pocas horas de trabajo se iba a vivir con holgura y que eso iba a terminar con la explotación del trabajo ajeno. Esa explotación había comenzado con la esclavitud y continuaba durante los siglos tomando diversas formas, la última, en el mundo contemporáneo, como trabajo asalariado. Inclusive la experiencia posterior a la segunda guerra, con el estado de bienestar (que corresponde al primer peronismo en nuestro país) parecía darle la razón de que ese era el camino ineludible, ya que se habían afianzado los derechos sociales de los trabajadores con la jornada máxima de trabajo, el descanso dominical, las vacaciones pagas, las licencias por enfermedad y las jubilaciones dignas.

La realidad del siglo XXI le da la razón a la primera parte de esa profecía: el crecimiento de la productividad permitiría hoy que con 3 ó 4 horas de trabajo diario de toda la población activa la humanidad, los 7.400 millones que la poblamos, vivamos sin necesidades materiales. Pero la otra mitad resultó equivocada: con eso no terminó la explotación del trabajo ajeno. Al contrario, se intensificó ya que hubo un fuerte retroceso respecto a los logros de la época del estado de bienestar y se han desarrollado nuevas formas de explotación.

Por ejemplo, para una gran cantidad de empleados de comercio y de otras actividades el descanso dominical obligatorio es un mito, lo mismo que las 8 horas de trabajo diario como máximo (se podría consultar sobre esto a los trabajadores japoneses, una de las sociedades más ricas y con record de estrés y suicidios de origen laboral).

Además, han aparecido nuevas formas de explotación que, fundamentalmente, buscan burlar las leyes laborales y las escalas de sueldo establecidas por las convenciones colectivas de trabajo, además de los aportes patronales establecidos por las leyes sociales. Y no se trata sólo de trabajo “en negro” o no registrado, que en Argentina representa el 34% del trabajo asalariado, sino de relaciones aparentemente legales, como la que en la reforma laboral del Brasil y la propuesta para nuestro país representa la figura de “trabajador autónomo dependiente”, una ficción que supone que el empleado puede realizar otras tareas y por lo tanto se limita a facturar sus servicios, sin cobertura social y sin costos laborales adicionales para la empresa, la legalización de la flexibilidad horaria o la posibilidad de convenir entre trabajador y empresario condiciones distintas de trabajo, dejando de lado normas legales o del convenio colectivo de trabajo, como si existiera simetría de poder entre las partes.

En esa onda han aparecido las llamadas “empresas colaborativas” donde los empleados se convierten en pseudos-empresarios, explotados sin ningún derecho laboral. Aprovechando el desarrollo informático y de las redes por Internet, para presentarse como plataformas que permiten poner en contacto a personas que ofrecen sus servicios con otras personas que lo demandan. Se consideran a sí mismas como “mediadoras” en la relación entre terceros.

El caso emblemático es Uber, empresa internacional dedicada al transporte de personas en automóvil con chofer, que compite ilegalmente con taxis y remises, explota a los choferes necesitados y evade impuestos y que ya ha desembarcado en nuestro país; según información periodística su CEO, Travis Kalanich, ha hecho una fortuna de 6.300 millones de dólares. También han aparecido otras, émulas de Uber. Entre ellas Deliveroo, que utiliza personas necesitadas de trabajo que poseen bicicleta para ponerlas en contacto con quienes desean recibir pedidos, en particular comidas elaboradas. Y seguirán muchas más.

Desde los años ’80 del siglo pasado nos vienen anunciando que las utopías han muerto. Sin embargo, ¡qué falta nos haría una “utopía” que plantee terminar con la denigrante explotación del trabajo ajeno!

29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]