Columnistas
22/10/2017

Era Santiago

Era Santiago | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Era Santiago de quien nunca habló el presidente Mauricio Macri pero sí su pitonisa favorita Elisa Carrió. Esa que predijo que había cruzado la Cordillera pero cuando sospechó que había estado bajo el agua helada lo comparó con Walt Disney.

María Beatriz Gentile *

[email protected]

Era Santiago, el del río Chubut. Ese que tuvo que ser custodiado por su hermano Sergio durante siete horas mientras flotaba entre ramas caídas. El artesano, el hippie, el guerrillero de las FARC, el terrorista mapuche, el kurdo, el hombre del RAM, el nadie.

Era Santiago el que dibujaron con ceño fruncido para señalar su peligrosidad. El que se peleó con un puestero, al que le cortaron las rastas en La Pampa, el que subió a un colectivo en Tartagal, el que estaba de fiesta en Mendoza, el que un camionero llevó a Entre Ríos y un matrimonio a Tierra del Fuego y el mismo que pasó a la clandestinidad en Chile.

Era Santiago a quien se llevó la Gendarmería. El que la ministra Patricia Bullrich negó. Al que su jefe de gabinete -Pablo Noceti- no vio cuando pasaba a saludar a las fuerzas que reprimían a la comunidad mapuche en Cushamen. El que no encontró el juez Guido Otranto en los cuatro rastrillajes que ordenó y al que no buscó más allá de las declaraciones de los gendarmes.

Era de Santiago de quien se prohibió hablar en las escuelas. Por quien los directivos aplicaron sanciones a maestros y profesores y por quien se habilitó un 0800 para que los papás amorosos  y cuidadosos denunciaran si a su hijo le mencionaban a Santiago.

Era Santiago de quien nunca habló el presidente  Mauricio Macri pero sí su pitonisa favorita  Elisa Carrió. Esa que predijo que había cruzado la Cordillera pero cuando sospechó que había estado bajo el agua helada lo comparó con Walt Disney.

         Era Santiago por el que miles de argentinos y argentinas fueron a Plaza de Mayo y a cada plaza de cada ciudad del país. Por el que los servicios de inteligencia cobraron horas extras para abrir la jaula del Leviatán y  acompañarlo en su cacería. Por el que la Gendarmería entró a los colegios secundarios y a las universidades, y por quien recuperó esa vieja práctica de exigir identificación a cualquiera y porque sí.

Es por Santiago que cientos de comunicadores se convirtieron en peritos forenses, fiscales y jueces inventando teorías que culpan a todos y a nadie. Por el que se tiran muertos en programas de televisión y en carteles callejeros para ver quien saca ventaja electoral de cada cadáver.

Es por Santiago que no sabemos bien a que especie pertenecemos cuando toleramos que una encuestadora pagada por alguien nos pregunte si nuestro voto lo define su muerte. Cuando justificamos lo inenarrable con tal de sentirnos protegidos aunque sea bajo libertad condicional.

Es por Santiago que se nos pudrió la inocencia. El que nos obligó a interrumpir la rutina para llamar a nuestros hijos sólo para escucharles la voz y confirmar que estaban bien.

Es Santiago Maldonado. ‘El pibe con muchos ideales y pocos miedos’ como lo definió su hermano. ‘Ardilla’ para la familia, ‘el brujo’ para sus amigos. El viajero, el explorador, el solidario.

El joven que se parece a muchos jóvenes no por su aspecto físico sino por su forma de ver el mundo y sus ganas de cambiarlo.

El que dejó ver el río Chubut o chuvug, que en lengua tewsün quiere decir ‘tortuoso y con muchas vueltas’; como fueron estos 80 días en que lo desaparecieron.

 Es Santiago Maldonado quien expuso de manera brutal cómo la muerte nos ha configurado. Aunque no cualquier muerte sino la que provoca el Estado. Esa que cuando ocurre pocos te creen y menos te acompañan. Tanto nos ha modelado que llegamos a dudar si desear la condena de no encontrarlo nunca o la certeza de que encontrarlo así. Tortuosa historia la de Santiago. Maldita historia la nuestra.



(*) Historiadora, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]