Columnistas
07/10/2017

Análisis rionegrino

En busca del poder perdido

En busca del poder perdido | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Descontado el triunfo en la elección de este mes, el justicialismo de Río Negro se apresta a iniciar el camino para recuperar la gobernación. Su historia, algunas dificultades internas, el peso de diferencias a nivel nacional y los objetivos en común de quienes se le oponen, hacen que no sea un proceso sencillo.

Hernán D´Andrea

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Llegar a obtener un resultado electoral favorable como en el 2011 le costó al peronismo rionegrino 28 años de infructuosas luchas, más internas que externas, en donde existieron intereses personales, peleas irreconciliables, congresos partidarios que eran una batalla campal, engaños, desencuentros, en fin: antagonismos irreductibles que llevaron al Partido Justicialista (PJ) a no poder arrebatarle el poder al radicalismo durante casi tres décadas.

Más allá de las infidelidades que se cocinaban entre algunos sectores de la dirigencia hacia adentro, en 1995 se llegó al extremo de que el último gobernador peronista que había tenido la provincia antes del golpe militar, Mario José Franco, recomendó a sus seguidores y a los justicialistas en general votar por el radical Pablo Verani en desmedro de Remo Costanzo, el candidato del PJ.

Los tiempos ahora son distintos aunque no exentos de tensiones, y la experiencia ha dejado valiosas enseñanzas para no volver a repetir esos errores. De todas maneras, las perspectivas de una divisoria de aguas entre el peronismo tradicional y el kirchnerismo es toda una posibilidad.

Hoy, quien más obsesionado está, y en rigor de verdad quien más posibilidades tiene de llegar a ocupar el sillón de Laprida 212 de Viedma, es el actual presidente del justicialismo de Río Negro e intendente de General Roca, Martín Soria.

Desde ya hace tiempo, el joven roquense ha manifestado sus claras intenciones de llegar a repetir un resultado como logró su padre en 2011 y que lamentablemente se vio frustrado. Martín tiene el doble objetivo de conducir al partido hacia la victoria y de que otro Soria pueda cumplir con el sueño del “Gringo” de llevar adelante los destinos de esta provincia.

Esta semana un dirigente del peronismo viedmense, Gustavo Casas, cercano a Soria, dijo que superado el triunfo del 22 de octubre hay que mantener la unidad de todas las corrientes y organizaciones peronistas, kirchneristas o no, y “nadie se tiene que quedar afuera para enfrentar a Weretilneck a nivel provincial y a Macri a nivel nacional”.

Expresó que “más allá de alguna interna que puede haber, no hay que hacer chiquilinadas, y la clave es no repetir errores que caracterizaron la historia del peronismo rionegrino desde la recuperación democrática de 1983”.

Se descuenta que el FpV (Frente para la Victoria, nombre que mantiene en la provincia el armado electoral que lidera el peronismo), repetirá el resultado obtenido en las PASO, posiblemente con algunos puntos menos que el 40 % logrado el 13 de agosto, si se dan las proyecciones de la incidencia que tendrá el retiro de la lista de JSRN (Juntos Somos Río Negro, el partido encabezado por el gobernador Alberto Weretilneck).

Lo cierto es que María Emilia Soria se consagrará nuevamente como diputada nacional y más allá de que entre o no su segundo, “los Soria” quedan en posición por demás favorable para ingresar en esa recta final hacia la recuperación del poder provincial en el 2019.

También es cierto que la indiscutible polarización de las legislativas y específicamente el resultado de la provincia de Buenos Aires también va a influir en el proceso del peronismo rionegrino, que se convierte en un factor adicional a tener en cuenta para aquella hipótesis de la unidad o ruptura.

Las acciones que ha venido desarrollando Martín Soria, salvo el abrazo con Sergio Massa en la Fiesta de la Manzana y la falta de liderazgo sobre el bloque de legisladores de su partido, fueron teniendo resultados positivos.

Conduce una muy buena gestión como intendente, se ha quedado con la conducción del partido, parece haber unificado a la mayor parte de los partidos integrantes del Frente para la Victoria, ha introducido muy satisfactoriamente la figura de su hermana que cumplió con creces con la tarea encomendada y que se perfila como su sucesora en el manejo de la jefatura comunal de General Roca.

Volviendo a la incidencia de los resultados en provincia de Buenos Aires, es conocida la posición que ha adoptado el senador nacional Miguel Pichetto para marcar diferencias con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Por su parte, los kirchneristas están convencidos de que Cristina desde el Senado tendrá un rol fundamental en el nuevo armado peronista para enfrentar exitosamente dentro de dos años a Cambiemos.

Pichetto aspira a un peronismo de centro, centro derecha o “peronismo nacional”, según su propia definición, favoreciendo el logro de consensos y acuerdos parlamentarios para garantizar la gobernabilidad de la gestión macrista, e incluso ha manifestado que Cristina deberá armar su propio bloque de Unidad Ciudadana en el Senado y abstenerse de integrarse al bloque que él comanda.

María Emilia Soria se identifica en gestos, acciones y declaraciones con el proyecto político vigente durante los 12 años del kirchnerismo, que se estima, también, es el que identifica a su hermano.

En Río Negro la historia marca claramente que el pensamiento de Pichetto nunca coincidió con el de los Soria por varios factores, y esto ha sido trasmitido a muchos de los seguidores que el senador supo tener por estas tierras, aunque todo parezca indicar que le ha dejado libre el escenario a Martín para que cumpla con su proyecto.

Esta división de aguas en el justicialismo nacional no hace más que acrecentar las diferencias históricas que siempre existieron entre Soria (padre e hijos) y Pichetto.

Posiblemente, esta nueva divergencia de pensamiento o maneras distintas de interpretar la realidad repercutirán en el peronismo rionegrino, sin llegar a los antagonismos irreductibles de antaño.

En el actual Frente para la Victoria rionegrino convergen dirigentes de distintos sectores del justicialismo, del kirchnerismo y las representaciones de Nuevo Encuentro, Kolina, Kausa Peronista, Movimiento Evita, MNA-Forja, Fuerza Popular, entre otros que parece estar bien contenidos bajo la conducción de Martín Soria.

También hay otros dirigentes que no se identifican plenamente con la figura del intendente roquense y con su forma de ejercer la conducción partidaria, y renieguen por lo bajo, y a veces por lo alto, de algunas de sus actitudes.

Varios de ellos, algunos más identificados con las formas de Pichetto y otros incluso referentes de La Cámpora u otros sectores por ahora alineados a un eje central, han reclamado de la presidencia partidaria una mayor amplitud en cuanto a consulta y participación de los afiliados.

No puede desconocerse la posición de legisladores como Ariel Rivero o Javier Iud, por nombrar solo a dos, que han expresado sus diferencias por la falta de diálogo y búsqueda de consensos que le atribuyen al titular del partido.

Para las PASO, el pichettista Rivero señaló que “nosotros nos sumamos al trabajo electoral de agosto, nunca pusimos palos en la rueda a las acciones de la autoridad partidaria, pero cuestionamos la falta de un llamado orgánico para sumar voluntades y conocer como sigue el proceso desde de octubre en adelante”.

En definitiva, el casi seguro resultado favorable de las legislativas del domingo 22 de este mes no será de ninguna manera un “vía libre” para las pretensiones del presidente del PJ, que deberá trabajar en el fortalecimiento interno para avanzar con su intención de llegar a la meta del 2019.

Y claro está, después deberá enfrentar el panorama que se presente en el escenario político en general, que por ahora parece orientarse a que pueda haber un acuerdo mucho más allá de lo institucional entre el actual gobernador y el gobierno nacional o, dicho de otro modo, entre Weretilneck y Macri.

Se junten o no se junten electoralmente, lo cierto es que a estos dos últimos -y cada uno por sus propias razones- los une un objetivo en común, que es dar por tierra con las pretensiones del intendente de Roca.

29/07/2016

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