Columnistas
25/09/2017

Referéndum en Cataluña, la punta de un iceberg

Referéndum en Cataluña, la punta de un iceberg | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El gobierno catalán convocó para este domingo, 1 de octubre, a una consulta popular sobre la independencia para formar un Estado separado de España. El gobierno central español está resuelto a impedirlo y el conflicto se asemeja a un “choque de trenes”. Movimientos independentistas de varios países miran con atención.

Agustín Mozzoni *

La histórica discusión acerca de si España es un Estado plurinacional, una Nación de naciones o una única nación, se ha vuelto en los últimos años más tensa política que académicamente en relación a las intenciones de Cataluña, así como de otras regiones, de separarse definitivamente y conformarse como un nuevo país. 

En España hay diferentes comunidades culturales que conviven en un mismo espacio territorial. La identidad nacional española se ha intentado fomentar tras la consecución del propio Estado. Es decir, en España se construyó primero el país, y a partir de esa constitución se intentó construir, todavía sin demasiado éxito, la identidad española.

No es Cataluña la primera de las regiones, habitada por ciudadanos con una nacionalidad muy fuerte, idiosincrasia y hasta lenguaje distinto, la que intenta abrirse el paso hacia la independencia. La historia española está dotada de movimientos nacionalistas que lucharon y luchan por la autodeterminación dentro de sus territorios. Canarias, Galicia, País Vasco y Navarra son algunos otros ejemplos de ello.

Cataluña y su proceso independentista es el que más fuerte se está produciendo en estos momentos de la historia. El movimiento independentista catalán está encerrado en un discurso embarrado por cuestiones ajenas al propio sentir nacionalista.

Los partidos independentistas han inducido un sentimiento que apunta a España como órgano responsable de haber robado sistemáticamente a los catalanes. “Sin España, Cataluña sería rica”, afirma una gran parte de los catalanes. Sin embargo, los independentistas se niegan a ver las potenciales consecuencias en materia política, social y económica de una salida de España y por consiguiente de la Unión Europea.

La actitud adoptada por el gobierno central -el de España- conducido por Mariano Rajoy, no parece contribuir a la solución del problema. La idea de tratar de contrarrestar el discurso algo tramposo de una “Cataluña potencia mundial” mediante otro discurso, igual de tramposo, de una “Cataluña inviable”, hace que por el momento el conflicto continúe profundizándose.

El referéndum sobre la independencia convocado por el gobierno catalán para el 1 de octubre (1-O), es decir el domingo próximo, y la negativa del gobierno central a su realización, es denominado tanto en la prensa local como la internacional como un “choque de trenes”.

En las últimas semanas, la situación se ha intensificado por impericia política y por trampas bilaterales de los principales protagonistas. Mariano Rajoy mandó al Ejército, reprimió con la Policía, metió preso a los dirigentes, confiscó las boletas electorales y se llevó las urnas. Todas las medidas generaron más adhesión al independentismo.  

Rajoy impide el referéndum desde el punto de vista técnico (sin urnas, sin boletas y sin centros de votación es imposible celebrar la elección), pero alienta las pasiones de aquellos, que sin ahondar en las posibles consecuencias, se endurecen en sus posturas ante la terquedad del poder central.

La operación que la Guardia Civil desplegó el miércoles en contra del referéndum provocó 14 detenidos, entre ellos varios altos cargos del Govern (Gobierno de Cataluña), y provocó posteriormente una intensa movilización de rechazo en las calles de Barcelona.

A partir de la ofensiva del gobierno central, Rajoy convirtió a los independentistas en víctimas, y a los promotores del referéndum en una especie de mártires.

Incluso, varias organizaciones (pro independencia) del País Vasco y Navarra, están organizando operativos para trasladar a ciudadanos a Barcelona en apoyo al referéndum.

Será inevitable la realización de una consulta popular. Probablemente no en la fecha fijada y para lo cual faltan apenas unos días. Pero aun si no se hiciera el próximo domingo, la suspensión conducirá en una enorme movilización ciudadana y a un proceso que podría derivar en una nueva fecha tentativa, y así será hasta que el referéndum se realice.

Para el gobierno de Rajoy, resulta evidente que de producirse el referéndum, lo siguiente será  una posible declaración unilateral de independencia. Ese acto no tiene en sí mismo efectos jurídicos, pero con miles de personas en las calles y un gobierno central utilizando la fuerza, se convertirá en un coctel duro de sobrellevar.

Lo que se debe poner sobre la mesa de la información a los votantes es lo que verdaderamente pasará si Cataluña se separa de España. Y en ese caso, determinar si los potenciales independentistas (hoy constituidos en victimas por no poder expresar su opinión por la imposibilidad técnica y estratégica impuesta por Rajoy) están dispuestos a afrontar las consecuencias de su decisión.

La incertidumbre que engloba la estructura de la política del país tampoco ayuda a encontrar una vía de resolución al problema, y la situación entre Cataluña y el Estado español se encuentra actualmente en un punto crítico.

En las últimas horas, el arzobispo de Barcelona, Joan Josep Omella, ha pedido "cordura" a los políticos ante los "momentos complejos" que se están viviendo por este conflicto. Cordura, negociación y tranquilidad son los elementos necesarios para evitar el “choque de trenes” en España.

Es muy probable que, en el caso de producirse el “choque”, la ruptura de España comenzaría por Cataluña, pero no acabaría aquí, e incluso lograría atravesar la frontera española. Escoceses, irlandeses, kurdos, al igual que los ciudadanos de Flandes en Bélgica, o de Córcega en Francia, entre muchos otros, miran con empatía el proceso de independencia catalán.

Este condimento pone en juego también la actitud de la Unión Europea en la defensa de la estabilidad continental, pero también el rol de los principales detractores del bloque europeo, alentando el referéndum catalán.



(*) Lic. Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales
29/07/2016

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