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17/09/2017

Discordia

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Los desencuentros entre el gobernador y el vice se suceden desde el 10 de diciembre del 2015. Pero en la actualidad la relación atraviesa uno de sus momentos más críticos.

Héctor Mauriño

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Las relaciones entre el gobernador Omar Gutiérrez y el vice Rolando Figueroa nunca han sido fáciles, al menos desde que comenzó la actual gestión, pero ahora atraviesan uno de sus momentos más críticos.

Como se sabe, estos dos hombres a los que el ex gobernador Jorge Sapag respaldó para que llegaran primero a los dos puestos más importantes del Movimiento Popular Neuquino y luego a los dos cargos más altos del gobierno, se asumen como punta de lanza de una “renovación generacional” en el partido gobernante.

Tal definición conlleva al menos dos posibles interpretaciones. La primera contiene una suerte de autocrítica implícita y es que algo no debe estar del todo bien con las ‘viejas’ generaciones para tener que apostar a las ‘nuevas’.

La segunda, es una suerte de compromiso tácito de cara al futuro: los ‘nuevos’ vienen para hacer posible que el partido, afectado en los últimos años por una tendencia a cosechar cada vez menos votos y a perder el control de algunas ciudades, pueda seguir gobernando, por decir algo, otros 50 años más.

Pero desde el 10 de diciembre de 2015, cuando asumió el actual tándem hasta la fecha se han sucedido los desencuentros. Es manifiesta cierta puja entre ambos por el protagonismo y diferencias políticas que sobreactuadas o no permiten poner en duda la sempiterna unidad monolítica del partido.

Así, por ejemplo, en poco más de un año y medio el gobernador ha tendido muy buenas relaciones con el gobierno de Cambiemos y con contadas excepciones ha dado muestras de respaldar sus políticas. Figueroa, en cambio, sea porque realmente piensa así o por el afán de diferenciarse, ha aparecido en numerosas oportunidades como la ‘pata peronista’ del gobierno neuquino, con una postura más crítica y distante de la administración macrista.

Claro que a esta altura cualquiera podría plantearse con razón que el Poder Ejecutivo provincial no es un espacio donde pujan dos protagonistas para ver quién puede más, sino un cargo unipersonal, que en la actualidad ejerce el contador Omar Gutiérrez.

La falta de sintonía entre Gutiérrez y Figueroa pareció dar un vuelco cuando se avecinaban las PASO. Como se sabe, todos (o casi todos) los sectores poderosos del partido decidieron unirse para dar batalla en unas elecciones, que como es el caso de las legislativas, siempre han sido difíciles para el partido provincial, precisamente por eso porque es provincial y en ellas se juegan cuestiones nacionales.

Pero justamente en medio de la armonía partidaria lograda de cara a las primarias abiertas y simultáneas, surgió un nuevo motivo de discordia nunca admitido públicamente pero por todos conocido: Figueroa rechazó la propuesta de encabezar la lista de candidatos a diputados nacionales y entonces Gutiérrez -y el líder de la lista Azul, Jorge Sapag- impulsaron la figura de Alma “Chani” Sapag.

En este contexto el resultado de las PASO, si no del todo adverso para el MPN al menos por debajo de sus expectativas, reabrió la puja histórica entre  gobernador y vice.

El gobernador no lo dirá públicamente, pero en su entorno tienden a responsabilizar a Figueroa porque el MPN no haya obtenido un resultado mejor, es decir por el hecho de que el partido provincial no haya podido arrebatar el primer puesto a Cambiemos.

En realidad el disgusto es mutuo y las lecturas opuestas. Al parecer cerca de Figueroa entienden que la propuesta de la candidatura era un bocadillo envenenado destinado a sacarlo del juego, como ocurrió alguna vez con Felipe “Pipe” Sapag, el vicegobernador en el primer gobierno de Jorge Sobisch.

En el entorno de Gutiérrez, encomian la performance electoral de “Chani” y no están disconformes con el resultado de los comicios aunque piensan que se debe mejorar, pero destacan que la falta de flexibilidad de Figueroa contribuyó además a poner en crisis la consigna de la “renovación generacional”.

Lo cierto es que, luego del 13 de agosto, se sucedieron algunos cambios que tienen que ver con la ‘factura’ que la lista Azul en general y el Ejecutivo en particular le están pasando a Figueroa.

Por ejemplo, los reemplazos en el equipo proselitista de “Chani” Sapag que tendieron a desplazar a gente cercana a Figueroa. Y también, se habla de un cambio de estrategia que haga más agresiva la campaña respecto del principal competidor, el gobierno nacional.

Paralelamente, se sucedieron los hechos políticos producidos por Figueroa. Primero mantuvo una sonada reunión con Pereyra, y luego comenzó a manejar su propia agenda de actividades, como si ya no fuera un integrante del Ejecutivo sino una suerte de patrulla perdida que libra la guerra por su propia cuenta.

Luego Figueroa tomó la delantera en la denuncia contra la restitución del Fondo del Conurbano bonaerense, reclamado por la gobernadora María Eugenia Vidal y considerado lesivo para los intereses provinciales por la mayoría de los gobernadores.

Y la semana que concluye provocó un hecho político al reunirse con su par de Río negro, Pedro Pesatti, y producir un cuestionamiento conjunto al mentado fondo bonaerense.

La sorda puja entre el vice y el gobernador tuvo otra expresión significativa el martes, cuando Figueroa pegó el faltazo al acto por el 113 aniversario de la capital provincial, y en su lugar mandó un mensaje por su cuenta a “todos los neuquinos”.

29/07/2016

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