Columnistas
07/06/2017

En el Día del Periodista

La Nación y otras cuestiones / Infografías

La Nación y otras cuestiones / Infografías | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Este 7 de junio -fecha que, aunque casi nunca se menciona, se instituyó como Día del Periodista en Argentina por el día en que Mariano Moreno creó el periódico de la Revolución en 1.810-, compartimos reflexiones alusivas al oficio escritas por Gabriel Fernández, director de La Señal Medios, entre otras funciones periodísticas.

Gabriel Fernández *

Estos días hablábamos de los dislates brasileños. Para embromar a Lula salieron con eso de la corrupción pasiva. Algún amigo diría “qué más van a inventar”. Sin embargo, advertíamos que la Argentina sigue cabeza a cabeza.

Aunque lo que vamos a señalar puede resultar conocido para muchos lectores, vale insistir en ello porque se ha naturalizado la deshonestidad –precisamente- en el mundo comunicacional, como si se tratara de un curso inevitable del oficio.

El diario La Nación ha implementado desde hace un tiempo, una sección que –así como Política, Internacionales, Deportes, Cultura-, se llama La Corrupción K. Tiene espacio y despliegue propio en el medio, y un cuerpo de periodistas asignado a su realización, con jefes y editores incluidos.

Como guía para aquél que desea intoxicarse creyendo de antemano el contenido de una zona que pese a su gran despliegue sólo se asienta en campañas y suposiciones, la comprensiva tribuna de doctrina presenta una “infografía”.

A través de ella el incauto puede “comprender” el volumen de causas como Hotesur o La Rosadita, y lamentarse por las dificultades que dejó al país la única gestión que, en más de tres décadas, logró su crecimiento económico y social.

Desde allí, es posible zarpar rumbo a las consideraciones en foco. Los columnistas centrales del diario de Mitre se esfuerzan para correr los ejes de la realidad y realzar “la teoría ecuatoriana”, el “monasterio”, “se hicieron ricos”, la muerte de Nisman, las denuncias de Carrió...

La sección básica de información planteada por La Nación se refresca por estos días con el innovador caso Ducler (“los Kirchner eran jefes de una banda”) y algunos sesgos de humor involuntario derivado: “Cómo fueron los segundos previos a la muerte de Ducler”. Segundos. Imagine, lector.

Hay puntos cumbre de semejante área. A modo de afiche, la triste sombra de Joaquín, ese que caminaba con las manos en los bolsillos por la calle Gaboto en nuestro Sur (diario que se publicó a fines de la década de los ‘80 y principios de los ‘90), para visitar amistades, enarbola un título memorable: “Un submundo de crímenes” destinado a vertebrar la charla de café (¡Ves? Todos delincuentes!) sin evaluar siquiera que las inferencias merecen comprobación.

Como ningún medio que se precie deja de lado la victimización para brindar un aura épica y a la vez creíble a su quehacer, no falta la reflexión que indica “es peligroso denunciar a los Kirchner”. A partir de allí, bajando el cursor, la coprofilia se relanza: la consabida “ruta del dinero K”, las influencias de la sobrina, las obras de don Julio, y hasta testimonios de Shocklender.

Es ostensible que la vergüenza marca un borde; es preciso transgredirlo para volver a pensar, pues de otro modo apenas cabe una trompeadura para cada redactor. No está mal sacar algunas conclusiones en el Día del Periodista.

Por un lado, la apuesta extrema del poder concentrado –finanzas, armas, drogas- para dañar a un movimiento que sacó al país del hueco improductivo y lo puso entre las zonas industrializadas. Apuesta a fondo, decimos, porque se fuerza la equiparación de un medio conceptual con los llamados tabloides amarillos.

No bastó con la previa reconversión de Clarín y el ariete de Infobae –ambos repiqueteando a diario desde emisoras radiales, televisoras y desde redes- ni con la trama de satélites adjuntos. Ese poder tuvo que poner a jugar al orientador general, al medio que había sido concebido como diseñador y difusor de los grandes planes liberales para el país y el mundo.

La transmutación directa del diario mitrista en propaganda pura es un elemento que nos llama a la introspección para, en un futuro, pensar y actuar sobre los diques, los límites y el sentido mismo de la comunicación. El análisis estructural, las cuentas reales del país, el equilibrio de fuerzas planetario, quedan a un lado para hacer lugar al despliegue panfletario.

Pero hay más, cerca. Estos dos años retumbó fuerte, también, el silencio de muchos medios y colegas amparados por la gestión anterior. Sólo desde estas páginas de La Señal Medios y un puñado más, se salió a dar lucha por el diagnóstico de la Década Ganada y a repensar el concepto de corrupción.

Los hombres y mujeres del pensamiento nacional tuvimos como “secretario” a alguien que no se siente involucrado en estos debates. Tuvimos además a Spolski, Hadad, Moneta y unos cuantos empresarios más que, al toque, 21 horas del domingo 25 de octubre de 2015 -fecha del triunfo electoral de Mauricio Macri-, se sumaron a los nuevos lineamientos. Y también a varios periodistas que nada tienen que decir en defensa del ciclo que los promovió más allá de sus propias capacidades.

Lo que es más, lector: nuestra propia administración eliminó el carácter delictual de las calumnias y las injurias en una búsqueda de transparencia republicana que sólo podía beneficiar a quienes tienen mayor poder de fuego mediático. Y, en esa misma línea, tienen mayor poder de fuego porque contaron con los recursos adecuados para armar sus cañones, en detrimento del periodismo genuino, manado del pueblo.

La Nación avergüenza aunque también indigna; la ausencia de potentes áreas defensivas del interés justo, libre y soberano, preocupa. Nuestros medios necesitan reflexionar a fondo sobre estas y otras cuestiones, en vez de convertirse en cazadores de disidentes y forjadores de títulos divisores y espectaculares.

Ahora bien, ¿es esto determinante? Cuesta señalarlo: en verdad, la influencia de los medios es vasta, pero relativa. Genera climas, pero choca con la realidad. Sin embargo, puede ayudar a entender. Y también, mediante ejes equilibrados, a cooperar con la vida cotidiana de mucha gente que, ahogada en ambientes enrarecidos, necesita oxígeno para el debate horizontal.

Hay un oficio por reconfigurar y demasiados interrogantes para plantearse, y responder.



(*) • Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica.
www.laseñalmedios.com.ar
29/07/2016

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