Columnistas
12/02/2017

Black mirror argentino

Black mirror argentino | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La derecha ha vuelto a gobernar en la Argentina con los dos instrumentos que conoce, ajuste económico y represión política. Pero en esta etapa ha sumado el extraordinario poder de los espejos negros y ha depositado en ellos su mejor estrategia de propaganda y control social.

María Beatriz Gentile *

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“Black mirror” es la exitosa serie de televisión británica que ha logrado mostrar la tecno paranoia que nos comienza afectar a todos, en la era de los múltiples espejos negros de pantallas televisivas, monitores y teléfonos inteligentes. Los efectos colaterales de ese espejo sin luz, en el que ya no es posible mirarse y sólo nos ofrece una interacción virtual con el otro, tal vez sirva para pensar la Argentina de hoy.

Hasta no hace mucho, el interés por la “cosa pública”- la política en sus variadas expresiones - despertaba aceptación o rechazo por parte del ciudadano común que se veía tentado de expresar sus ideas en una reunión familiar, en el trabajo o frente a la caja de un supermercado. Un sinfín de mediaciones culturales alentaban esa participación: el propio gobierno con sus canales comunicacionales, la escuela, la televisión, el cine, los recitales de música, el deporte, todo propendía a hacernos sentir parte, a gusto o a disgusto, de lo que acontecía más allá de nuestro mundo privado.

La novedad no estaba ni en las ideas económicas, ni en las identidades políticas, ni en los sujetos sociales. Lo nuevo era la existencia de una escena pública en la cual involucrarse más allá de la demanda y la protesta. Salir a festejar un 25 de Mayo a la plaza, esperar fuera del Congreso la sanción de una ley o acercarse a la inauguración de un tramo ferroviario, eran signos de una socialización política creciente que se llevaba a cabo bajocierta estabilidad económica y con una continuidad democrática de más de treinta años.

Hoy esa escena pública ha desaparecido, porque también han desaparecido las condiciones que la hacían posible.

La derecha ha vuelto a gobernar en la Argentina con los dos instrumentos que conoce, ajuste económico y represión política. Pero en esta etapa ha sumado el extraordinario poder de los espejos negros y ha depositado en ellos su mejor estrategia de propaganda y control social.

Un contexto de crisis recesiva, desocupación creciente y cercenamiento de derechos sociales no es el más favorable para invitar a los ciudadanos a reunirse en una plaza o en un festejo patrio. En su reemplazo, son los medios de comunicación y las redes sociales quienes se ofrecen como alternativas modernas para que la socialización política que antes era “cara a cara”, ahora se haga de manera virtual.

Las viejas formas plebiscitarias de la política que tanto molestaban, fueron sustituidas por mediciones de rating, tendencias en twitter y “me gusta” de facebook.

El control monopólico de la información y la censura resultan una condición necesaria, ya que la recreación virtual de la participación convierte al ciudadano en un mero receptor de información –verdadera o falsa, no importa- que como mucho podrá intervenir a través del voto.

De esta forma la política se ha transformado en una representación espectacular y espectacularizada que tiene su propio guión construido en un laboratorio de imagen y sonido. Allí se edita la realidad -que ya no es aquello exterior a nosotros sino la imagen que tenemos de ella- y luego se la presenta con cándidas fotos de la familia presidencial o en su defecto con oscuras filmaciones de bolsos y monja, o con delirantes escuchas telefónicas del “gran hermano” del gobierno al ex secretario general de la presidencia, Oscar Parrilli.

Si creíamos que los fantasmas del pasado seguían encadenados, nos equivocamos. Tal vez se pretenda seguir forzando el Estado de Derecho y se desconozcan las paritarias de los trabajadores, se insista en negar a los “desparecidos” y se condonen las deudas de los ricos. Y posiblemente también al encarcelamiento de Milagro Sala, le siga el del ex titular de la AFI, para culminar con el de la ex presidenta. Pero lo que no se advierte del todo aún, es que la sociedad argentina tiene una larga tradición de política en la calle por más que todos hagamos uso de un black mirror.



(*) Historiadora, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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