Al momento de poner ejemplos de excelencia en calidad educativa, se recurre a Finlandia. El sistema educativo finlandés ha sido premiado y tenido como ejemplo a nivel mundial por sus resultados. Un sistema que ofrece las mismas oportunidades de educación para todes. La educación desde el nivel preescolar hasta la educación superior es gratuita. Los libros de texto y los materiales escolares también son gratuitos. Además, los alumnos reciben una comida diaria gratuita en el colegio todos los días. La enseñanza es una profesión muy popular. No hay inspecciones; no hay exámenes nacionales; no hay evaluación de profesores. Las y los docentes se sienten valorados por la sociedad. Las jornadas escolares son cortas y la cantidad de actividades extra escolares son pocas. También hay diferencias en las inversiones que el Estado hace en educación. Destina de su presupuesto nacional un 11% del total (5.69 del PBI): equivalente a 2.712€ per cápita, mientras que en nuestro país se invierte en educación 424 euros anuales. En nuestro territorio nacional existen unas 14 mil escuelas privadas, de las cuales el 70%, unas 9.800, reciben aporte estatal y el restante no tiene subvención. En Finlandia no existe la escuela privada. No porque esté prohibida, sino porque a nadie se le ocurriría enviar a sus hijes a una escuela que no fuese estatal.

Seguramente que la diferencia en resultados en el área de educación no sólo radica en lo destinado a invertir por parte del Estado en el área, pero al momento de hacer comparaciones, sería bueno informarles a los medios de comunicación hegemónicos que denuestan permanentemente a nuestro país, que la sociedad finlandesa es una de las más igualitarias del planeta. Quizás ese sea el real motivo de los resultados del sistema educativo. Mientras tanto aquí, se habla del sistema de vouchers educativos, una forma para seguir aumentando las diferencias y las inequidades.

Voucher = certificado de pobreza

El Gobierno nacional ha anunciado la implementación de este no tan novedoso sistema de vouchers, pero todavía en Neuquén brilla por su ausencia. En la provincia son 57 las llamadas escuelas públicas de gestión privada, que estarían habilitadas para recibir este beneficio. Pero la puesta en marcha de la “ayuda” está demorada por falta de información disponible en cuanto al valor de las cuotas que cobran las escuelas privadas.

Está claro que las escuelas habilitadas no tienen ningún control por parte del Consejo Provincial de Educación (CPE). Milei diría, es un contrato entre el empresario y el cliente, y el Estado no tiene por qué meterse. Eso sería real si el empresario, en este caso la escuela privada, no recibiera subsidios del Estado. El CPE debe contar con esa información para decidir, en principio, si brinda la ayuda estatal, y después, de acuerdo a los ingresos y gastos de la escuela, el porcentaje de subsidio destinado al pago de los salarios docentes del establecimiento.

El corrimiento del Estado Neuquino

En los últimos 20 años las escuelas privadas han proliferado en la provincia. En el año 2002 contaban con 6844 alumnos en el nivel primario; en el 2020, casi duplicó esa cantidad, 11.679. Obviamente este crecimiento tuvo su correlato en la cantidad de nuevos establecimientos educativos privados, que pasaron de ser 81 (2002) a 150 (2020), es decir el sector privado construyó 69 escuelas en 18 años. En ese mismo período, el Estado neuquino construyó 13 edificios educativos. Es decir, menos de una escuela por año. Lo sorprendente que también bajó la matrícula en las escuelas estatales de nivel primario, de 77.304 (2002) a 72.751(2020), según datos de la Dirección de Estadística y Censos de la Provincia.

Hijas e hijos de la clase trabajadora concurren a escuelas privadas. Las familias hacen un gran esfuerzo para ello. Las razones de elegir escuelas privadas para sus hijes son varias, pero ninguna de ellas radica en la mejora de la calidad educativa, sino en la cantidad. Cuando los chicos y chicas no tienen clases por condiciones edilicias o paro docente, la vida se les complica, y mucho. Además de la desorganización familiar que ocasiona, también se multiplican los gastos.

Las escuelas privadas les garantizan a las familias que los chicos tendrán clases siempre. Para ello cuentan con el nada despreciable aporte del Estado Provincial, pagando los sueldos de sus docentes -entre un 50 a un 100%-. Ahora también se le sumará el subsidio del Estado Nacional.

El negocio de la educación

Es evidente que la educación privada ha pasado a ser un buen negocio. Para ello pongo de ejemplo a la escuela AMEN, de la iglesia que dirige el reconocido Pastor Hugo Márquez, progenitor de la Diputada Nacional libertaria Nadia Judith Márquez. La escuela AMEN recauda anualmente (valores de marzo) $1.285.028.000 (cuota mensual 1.206 millones, más concepto de matriculación, 78.273 millones), sin contar otros tipos de ingresos eventuales. El Estado Neuquino le subsidia el 100% de los sueldos docentes, y ahora se le sumará el subsidio del Estado Nacional a través del sistema de vouchers.

Las personas que tenemos algunos años acumulados, fuimos testigos de haber sido parte de aquella escuela pública estatal, que albergaba a las hijas e hijos de trabajadores, empresarios, ateos, cristianos y judíos, provenientes de barrios ricos (pero no cerrados) o de barrios populares. Todas y todos confluíamos en ese lugar que nos igualaba, que nos daba la oportunidad de crecer. Era una sociedad menos injusta, menos violenta, menos sectaria, menos elitista.