Columnistas
15/08/2021

Decime si exagero

El adiós a un rebelde inoxidable

El adiós a un rebelde inoxidable | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Foto: Matías Grégori

El viernes por la noche la escena rockera latinoamericana se sorprendió con la amarga noticia que daba cuenta de que Pil Trafa, cantante de Los Violadores y precursor del punk latino, había fallecido. Analicemos detenidamente su impronta y celebremos su rebeldía.

Fernando Barraza

[email protected]

 

 

 

 “Con unas pocas ilusiones

le hice un par de alas a mi corazón

por si acaso todavía

asoma en tu boca mi nombre.

Así,

por si acaso todavía me llamas,

Mi corazón

volando a tu boca

con unas pocas ilusiones

va”

Ioshua (Josué Marcos Belmonte, poeta punk argentino)


Las décadas lo vienen confirmando casi como en una patética regla: si algo le sale bien al rockero promedio ese algo es el correrse olímpicamente hacia la derecha. Y si dije rockero y no rockerx, aun cuando en esta columna se suele usar el inclusivo para escribir, es porque el rock es así: re machista. Y las estrellas de rock son en un 99% hombres, para más datos: blancos, de clase media, heterosexuales y apolíticos. Quizás por todo esto -porque las características generales del rockero famoso dan con la del arquetipo del varón con privilegios totales- es que el rockero, a pesar de manifestar rebeldía en su juventud, casi siempre se corre a la derecha en menos de lo que canta un gallo. A eso sumale que el rock (y agregale el pop, también) tiene un nicho de irrealidad que casi ningún otro género o corriente artística tiene, y es el del congraciamiento total y nunca cuestionado de su público.

Un actor puede ser buen actor, pero si es frívolo, violento o insensato: arde en la hoguera pública. Puedo seguir con los ejemplos según distintos ramas del arte, pero lo único que quiero dejar en claro con esta cita es que –a diferencia de actores, escritores, etcétera- al rockero se le suele perdonar que sea todo eso, y mucho más, porque el rock, por más que se haya pasteurizado, es un arte pasional que hace que el público no admire a sus referentes, sino que LOS ENDIOSE.

Si el rockero estrella no es tratado como un dios, no es rockero estrella.

De ahí a tomarse la libertad de decir en entrevistas cualquier gorilada como si se estuviera diciendo la verdad sociológica más acabada, hay un solo paso. Un paso que la mayoría de los rockeros (globales, regionales o de cabotaje, no importa) suelen dar con espantoso patetismo. Da lo mismo escuchar a Morrisey culpando a la clase trabajadora y a los inmigrantes pobres de todos los males de esta sociedad, que al señor de la Berisso pidiendo que en su barrio cerrado dejen que la seguridad privada pueda matar “a los chorros” sin ir presa, que leer en Facebook a los rockeros regionales agitando un discurso apolítico urticante y derechoso. Es todo lo mismo. Es falta de contacto con la realidad.

¡Já, falta de contacto con a realidad!... algo que no podrán endilgarle a nuestro homenajeado de hoy, e este flaco piltrafiento que antes de ayer murió, éste que con ese paso al otro lado del silencio, con ese amargo (para nosotrxs) paso de trascendencia existencial, acaba de entrar para siempre en la historia de la música popular argentina.

A ver, seamos directos, como a él le gustaba. Vamos a hacer un test ideológico bien punk, de un solo ramalazo y sin ambigüedades, como si fuera una canción de dos minutos y medio que te hace hervir la sangre. Tomemos los dos extremos de la trayectoria como músico de Enrique Chalar, conocido como Pil Trafa, cantante de Los Violadores, la más grande banda de punk de todo Latinoamérica. Encomillemos dos declaraciones suyas para hacer el testeo de derechización y descompromiso lelo en sangre y veamos si pasa la prueba de la antifachización del rockero.

Vamos a la primera…

Esta foto que estás viendo está sacada en 1982. El dos de mayo de 1982. Dos días después de que fuera hundido el Crucero Ara General Belgrano, produciéndose la muerte inmediata de la mitad de los jóvenes argentinos que morirían en combate durante toda la guerra de Malvinas. Si mirás bien, verás que Los Violadores y Virus (se trata de esa dos bandas) están posando frente a un escaparate de publicidad, que estaba en la vereda del célebre bar Einstein, en la ciudad de Buenos Aires.

Esa publicidad era del gobierno militar, y proponía que todos nos sumemos al espíritu de la guerra. No es menor nada de lo que componme esa foto: ni el contexto por fecha de la entrevista, ni que sea ese cartel y no otro, y mucho menos que las dos bandas que iban a dar la nota hayan sido Los Violadores y Virus, las dos bandas jóvenes y de popularidad creciente que le dirían rotundamente que NO a los militares para participar del (bastante cínico) “Festival de la Solidaridad Latinoamericana”, concierto en apoyo a la situación de guerra y su creciente espíritu de chauvinismo y xenofobia que la dictadura había organizado para que la juventud viera que sus ídolos estaban –de alguna extraña manera- de acuerdo con ellos. Las consignas que se dijeron aquella tarde/noche, la del 16 de mayo, en el escenario, eran confusas. Por un lado las personas más allegadas a la organización, desde el bando de lxs artistas participantes (todos managers que pensaron quizás más en el rédito que en la implicancia), decían que lxs artistas estaban allí “(…) con el fin de reclamar paz, fortalecer la solidaridad hispanoamericana y reunir vituallas para los soldados en el frente”. Pero los militares, recuerden por favor, decían otra cosa. Basta guglear un rato y ver que ese discurso de paz para ellos no era el que valía.

Sin ir más lejos, en el ensayo “Algo de paz: a 30 años del Festival de la Solidaridad Latinoamericana” de Fernando Beldever, el mismísimo Raúl Porchetto dice esto:

A mí, antes de subir, un coronel con una 45 me dice, ‘che Raúl, hoy no es para cantar «Algo de paz», no sé si entendés o quieres que te haga entender´. Yo subí con un miedo bárbaro”

Porchetto no fue el único participante rockero y famoso de aquel festival al que acudieron cerca de 70 jóvenes. También estuvieron sobre el escenario León Gieco, Carly García, Nito Mestre, Luis Alberto Spinetta, Rubén Rada, Alejandro Medina, Juan Carlos Baglietto, Rubén Basoalto, Miguel Mateos Zas, Javier Martínez, Pasavento, Rinaldo Rafanelli, Ricardo Mollo y Alfredo Toth.

Me gustaría denotar que todxs ellxs han estado –a su tiempo- enojados con Los Violadores y Virus pero, con el correr de los años, ninguno de ellxs ha dejado de darles la razón.

Si ven el reciente documental “Rompan Todo” de Netflix, León habla del tema y se arrepiente de no haber pensado como sí pensaron Los Viola y Virus…

Bueno, en ese contexto que cito, se dio esta nota, que nunca fue publicada por un tema de autocensura del medio (El Expreso Imaginario) y recién se conoció hace un par de años. Así que enfoquémonos. En ese contexto, y cuando se le preguntaba el porqué de la permanente actitud de irreverencia hacia sus colegas mayores, un Pil Trafa de 22 años dijo en medio de la entrevista:

Muchos rockeros tienen alma de policías. Y la gente también. Enseguida te denuncian. Para nosotros es bueno vivir tanto de la gente que nos apoya como de la que nos quiere destruir”

Como dijimos, la nota no salió publicada por aquellos días, pero este punto de vista igual fue famoso u polémico, pues Pil repetía esto mismo cada vez que daba una entrevista. Lo odiaron por ello, claro. Más el tiempo le dio algo bastante parecido a la razón.

Ahora: ¿su estilo directo para decir estas cosas fue “el correcto”? No, tal vez no, si se lo mira desde la corrección política imperante, pero hay mucho de “sí”, si se lo analiza en perspectiva y en contexto. Pil era un punk, un jovencito amotinado, tratando de pararse de manos contra siete años de oscuridad (sin contar el Onganiato, periodo que también padeció) Entonces: ¿de qué manera esperaban que le dijera las cosas a esa sociedad, a los mayores que habían callado todo ese tiempo?

En aquellos días de nieblas de muerte se necesitaba su arte, el arte de la rebelión. Su arte punk era no solo válido, sino necesario.

En el ensayo “Más allá del bien y del punk”, que Pil firma en coautoría con Juan Carlos Kerimer (editado en 2017) hay un fragmento en el que el comunicador y crítico musical Leandro Donozo dice algo interesantísimo sobre los punks argentinos. Tomen nota:

Pocos advierten que los punks y sus primos hermanos los heavys son bichos intelectuales. Ni que debajo de su nihilismo hay lecturas, cine, pensamiento, reflexión, ´ cultura´. Las últimas décadas del siglo XX no tienen en el campo rockero argentino, quien mezcle con tanta virulencia la cosa literaria, la cosa filosófica, la cosa ideológica con la cosa musical y actitudinal. Editores de sus propios fanzines, escritores de cuentos y crónicas, de poesías, de análisis políticos, manifiestos, promotores de eventos, los punks no son diletantes. Más bien, tenaces. Se hacen sus propios afiches, se producen sin plata, graban por su cuenta”

Y el mismísimo Pil continúa el lineamiento de Donozo, afirma la teoría y además agrega:

Los punks somos más cultos, leemos, pensamos, reflexionamos mucho, nos construimos una base cultural y desde ahí somos muy críticos. No atacamos a algo porque no nos gusta. O por prejuicio. O por resentimiento”


 

Nadie puede desmentirle. Así se ha edificado la cultura punk en Argentina y en Latinoamérica. Y él tuvo mucho (muchísimo) que ver con todo eso.

Ahora estás viendo una foto de Pil arriba del escenario, en una de las últimas actuaciones en las que pudo presentarse en vivo en días de pre-pandemia. La foto es –obviamente- de una pila de años más que la primera foto que hemos escogido.

La foto ilustra una gran nota. Tras haber atravesado casi cuatro décadas completas de cantar y contar, Pil vuelve a dar una entrevista, esta vez a la agencia nacional de noticias Télam. En el camino quedaban atrás, como respaldo, varias etapas de su vida:

- La de los dos primeros discos de Los Violadores, revulsivos y directos. Despidiendo a la dictadura con un escupitajo en la cara y exigiéndole a la democracia las cosas a gritos.

- La de los discos más tardíos, ácidos y sesudos, entradores, con una proyección internacional latinoamericana, que incluso fue precursora del posterior éxito de Soda Stereo. Bueno, si tenemos en cuenta que eran discos picantes, podemos asegurar que aparentemente a todo el continente le dolía la misma injusticia, el mismo totalitarsimo neoliberal y las mismas violencias ¿no?

- La de Pilsen, su banda posterior a Violadores, que se balanceó todo el tiempo en una hamaca que iba de la exacerbación del descontrol sibarita a la crítica social, sin medias tintas. Punk, bah, para que vamos a buscarle más lineamientos a algo que es claro ¿no? La nueva banda, mucho menos masiva que los Viola (los tiempos y la industria de la música habían cambiado) igual siguió teniendo una fuerte impronta continental. Perú, Colombia, Brasil y Argentina fueron terreno laboral y expresivo para este proyecto a través de dos décadas y media.

Bien, de todos estos pasos y de esta proyección latinoamericana, Pil aprendió a amar particularmente al que consideró su segunda patria: el Perú, un territorio igual al argentino, pero menos europeizado; un territorio atravesado por un salvaje colonialismo, menos invisibilizado que el biempensante colonialismo local argento; también un territorio que –a diferencia del argentino- estuvo y está atravesado por diversas luchas armadas, de diferentes raíces y tipos (narco, guerrilla libertaria, paramilitar, estatal, etcétera) lo que llevaron a que Pil Trafa analizara las cosas desde otra perspectivas: ya en 1987 hicieron punta en la veta temática latinoamericanista rockera que estallaría en los 90’s con el casi conceptual disco “Mercado Indio”, fue una expresión ideológica de rebeldía que antecede en más de cinco años a la explosión de bandas como ANIMAL, Mano Negra, Fabulosos Cadillacs, Divididos, Flavio & Iorio, Café Tacvba y decenas de bandas que en los 90’s llevaron el concepto descolonizador en sus letras. Esto se lo celebraron. Sin embargo hay algo que le criticaron y mucho: de su experiencia en Perú, Pil hizo una lectura personal sobre las luchas armadas que proponía la militancia de izquierda setentista en Latinoamérica y escribió canciones como “Ellos son” (de 1989, del disco “Y que Dios nos perdone”) en las que daba a entender que, para él, no había posibilidad alguna de construir política desde la lucha armada. Se podrá o no estar de acuerdo con su planteo, pero lo que no se puede soslayar es que fue el único rockero del mainstream que se animó a decir su posición sobre el tema sin demonizar a la otra parte. Igual lo “acribillaron” a críticas. Muchxs se quedaron con esa expresión y la fotografiaron fuera de su contexto. Por eso es bueno regresar a la foto de más arriba, la de Télam, la de mayo de 2020, 38 años después de la foto de la vereda de Einstein.

En esta nota para Télam, Pil habla sobre la gira (interrumpida por la pandemia) de su disco “Carne, tierras y sangre”, placa en la que grabaron de invitadxs: León Gieco (apa-lalááá ¿no?) el mc XXL Irione, la folklorista Micaela Chauque, algunos ex integrantes de la gran Orquesta Típica de Tango del Siglo XXI: la Fernández Fierro, y también Juan Cruz, el hijo charanguista del maestro Jaime Torres. En esa entrevista se le pregunta a Pil si sigue opinando que el rock está lleno de fachos, y si cree que el tema de que la gran cantidad de músicos cada vez más mayores de edad en el rock favorece -o no- a este viraje hacia la derecha.

Enrique no lo duda y, fiel a su estilo directo, asegura que sí, que los fachos se cuentan de docenas, y en contra de la explicación simplista de una “derechización a causa de la edad”, Pil Trafa –ahora de 60 años- responde de manera tajante:

Para mí que de jóvenes ya eran fachos, porque es como muestra Ingmar Bergman en ‘El huevo de la serpiente’, facho se nace, no te vas haciendo (…) Yo he bloqueado a un montón de gente facha a la que le encanta “Represión” porque eran jóvenes cuando la conocieron, pero después hablan como fachos (…) Existen los cromosomas fachos, están puestos. Y bueno, cuando crecen de edad se ponen pelotudos y tratan de hacer mierda a todo el mundo”

No hace falta ampliar mucho más ni explicar cómo es que salió el conejo de la galera ¿no?

La prueba antifacista está superada.

Será por esto mismo damas y caballeros, por este camino de coherencia que sorprende en su magnitud, el viernes a medianoche miles y miles de personas lloraron la partida de un referente como si se tratase de un amigo. Sin dudas lo fue, y seguirá siéndolo a través de los diez discos de Los Violadores, de seis discos de Pilsen y de la media docena de proyectos diversos que llevaron su firma.

Para finalizar, seamos prácticos y honestos, como el buen punk:

Si este viejo género, que es el rock, se pasteurizó y sus referentes encumbrados se han puesto un poco bobalicones y bastante derechosos, hoy hay que saludar con el puño en alto y un buen pogo a este maravilloso artista. Dejar de leer esta nota, y tratar de encontrar la inflamable sustancia de la rebeldía en cualquiera de sus discos…

¡Decime si exagero!

29/07/2016

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