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11/07/2021

Decime si exagero

Jaque al macho (capítulo primero)

Jaque al macho (capítulo primero) | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Fernando Barraza

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¿Las nuevas formas de entender la masculinidad y de rechazar la típica idea del hombre bien “macho” y regente han entrado como tema central en la producción audiovisual actual? Intentaremos pensar detenidamente este tema a través de una serie de artículos relacionados. Este es el primero de esa saga.

La segunda década del corriente siglo ha servido para comenzar a poner en tensión a las masculinidades estereotipadas de siempre. Si bien la brutalidad machista continúa presente en el cotidiano de las sociedades planetarias, cada vez se acentúan más las prácticas y las reflexiones que llevan a las personas a desandar la idea del “macho” como líder innato de la manada humana y a los hombres –en particular- nos ha llevado a revisar si todo eso que aprendimos de padres, abuelos y hermanos mayores sobre ser un varón “es así”, y no una estupidez inconducente que repetimos por inercia perpetuando los eslabones de la cadena de violencias que ensombrecen el planeta.

Mientras cada vez más tipos nos cuestionamos nuestras masculinidades, muchos son los individuos y colectivos religiosos y políticos que atacan estos caminos de deconstrucción de la violencia patriarcal. Si cualquier persona se detiene a analizar con un poco de atención las razones que esgrimen la mayoría de los detractores de las capacitaciones educativas para la prevención de violencias machistas, o los detractores de las perspectivas de género, o los atacantes de los feminismos -que siempre nos invitan a reflexionar sobre las situaciones patriarcales abusivas- se puede ver bien y desde lejos cómo los principales argumentos contrarios utilizados por esas personas e instituciones están siempre relacionados con la negación rotunda de problemas innegables, con los discursos religiosos de odio y con un número importante de peculiares y excéntricas teorías conspirativas que son capaces de –por ejemplo- juntar a los feminismos militantes con George Soros, o a juntar a los colectivos lgbtq+ que están organizados y activos con Bill Gates y con las vacunas con chips.

Pareciera que todo lo escandaloso y petardista es válido a la hora de defender el statu quo del patriarcado. Poco argumento social, antropológico, racional; mucho galimatías altisonante y mucha guapeada difamatoria.

¿Por qué será que frente a la evidencia de las violencias ejercidas de manera machista, con los casos extremos y emergentes de femicidios y/o crímenes de odio siempre vigentes -y siempre protagonizado por tipos- lo único que tiene esta gente para decir son negaciones violentas y demeritorias? Pareciera que la respuesta es más que evidente ¿no?: aseverar que el patriarcado se defiende a sí mismo con elementos coercitivos y violentos no es para nada descabellado.

Lo cierto es que las tensiones que ha traído esta década de deconstrucciones machistas vs apologías patriarcales, han abandonado ya el terreno de las vanguardias militantes para empezar a ser un tema de conversación permanente y a nivel masivo. Por dar un ejemplo: ¿quién en este país no ha discutido esta semana –y desde una punta u otra de una posible interpretación- lo que Dibu Martínez hizo con la tanda de penales frente a Colombia? El que haya quedado afuera más nos sea de una charlita virtual al respecto, que se declare extraterrestre.

Todos estos movimientos explícitos que ocasionó la relectura cada vez más masiva de las masculinidades, ha generado en todo el planeta situaciones de incomodidad social que fueron una fuente altamente positiva de ideas y acciones, pero ese “revuelo” posee a nivel planetario muy mala prensa. Solo basta con ver y escuchar ciertos editoriales, leer algunas redes sociales personales y corporativas para darse cuenta de que hay toda una corriente que denuncia “hartazgo” por estas reflexiones al respecto. A la sociedad actual no le gustan las tensiones y los principios de armonía y consenso están un poco sobrevaluados. Por eso mismo el pensamiento conservador esgrime parámetros despectivos como “la susceptibilidad de la generación de cristal”, el “abuso” de corrección política y otros argumentos retóricos que supuestamente darían cuenta de que nos hemos “sobrepasado” al cuestionar muchos aspectos de la realidad patriarcal que domina los comportamientos de las sociedades. Y bueno… se quejarán de las tensiones nomás, pero: un mundo con sociedades sin diferencias ni tensiones y perfectamente de acuerdo en todo, más que un mundo es un régimen estanco ¿o no? Tal vez por eso –porque estamos un poco ancladxs en ese un poco lelo estándar que evita las tensiones- es que muchas veces sentimos que “nos cansa” y otras tantas veces despotricamos contra las relecturas del machismo y terminamos acusando de amargxs o aguafiestas permanentes a quienes no compran a paquete cerrado la perpetuidad de los estereotipos de masculinidad.

Por suerte, mientras toda esta discusión de “criticar sí” o “criticar no” cacarea en medios y redes, un mundo nuevo va naciendo y con él distintas masculinidades no hegemónicas desandan la típica postal del varón aguerrido, dador, controlador y proveedor que ha reinado durante los últimos… miles de años.

La hora del macho no macho

De un tiempo a esta parte, los productos culturales masivos han comenzado a prestarle atención a estas nuevas percepciones y a las tensiones que buscan derrocar al macho estándar, tanto que esos nudos de vida suelen convertirse en poderosos argumentos motivadores para guiones de series y películas que ya trascienden el mero gueto del cine de autor. Sin ir más lejos, “Loki”, la serie más vista en el planeta por estos días, propone un héroe que no consigue nada por la fuerza, ni por la inculcada tradición de ansias de poder patriarcal, ni por la imposición de su valor de “hombre”, sino todo lo contrario: avanza y mejora como persona cada vez que se pone en contacto con su costado explícitamente femenino. Y para irritar un poco más al ala conservadora de este planeta: en el episodio tres, se declara bisexual.

Los agoreros de siempre dicen que todo esto no es más que una “moda de corrección política”, pero lo cierto es que –y por más que los detractores lo disfracen de algo comercial y demagógico- no es para nada sencillo construir personajes masculinos que se corran del estándar que aún está impuesto y vigente. Mucho más fácil que un Loki no machito, como el que se propone en la nueva serie, sería construir uno sensible, sí, pero bien macho. Un Thor, por ejemplo, o un Iron Man, “seductor” (héteroseductor, claro) pero tierno al fin. O cualquier otra figura que no se corra demasiado del canon establecido de machez. Así que, quienes insistan con que lo otro (el retrato de las nuevas sensibilidades masculinas) es mero oportunismo y moda, por favor bájenle un poco el volumen al megáfono de la acusación, porque al asegurar todo esto de las modas y los oportunismos, se están mintiendo un poco a sí mismos. Tal vez no estén muy dispuestos a hacer un poco de introspección para ver cuántas barreras machirulas deberían derribar dentro de las paredes de sí mismos ¿no? Bueno, pero no nos pongamos peleadorxs, mejor veamos algunos ejemplos históricos…

Algunos ejemplos no tan machos

Si bien será cada vez más frecuente ver en productos audiovisuales masivos a héroes masculinos que se escapen del estándar héteropatriarcal violento y/o dominante, podríamos terminar nuestra columna de esta semana mencionando algunos casos históricos de grandes héroes deconstruidos en la historia popular del cine. Por supuesto que la lista es emblemática e incompleta, por lo que quedarán afuera algunos que generarán –sin dudas- un “¡Ufa, no pusieron a (nombre de tal o cual película)!”, pero bueno, ustedes sabrán entender que todas las películas nunca se pueden mencionar.

Arranquemos con esta pequeña lista de hoy en 1942, cuando el mandato del varón regente de la familia y la mujer llamada a ser “ese-ser-que-acompaña-y-satisface-al-hombre”estaba en su apogeo. En ese momento de la percepción de la gran hombría promedio, cuando la mujer en las películas era “buena” y mero objeto del deseo, o inteligente y temeraria pero pérfida (la femme fatale), Michael Curtiz contrata al más recio y “varonil” de los protagonistas masculinos de Hollywood (el gigantesco Humhrey Bogart) para protagonizar a un hombre diferente a todos los cacheteadores seriales de aquellos años, a Rick Blaine, un tipo duro y curtido que, exiliado en la ciudad que da título al film, es capaz de renunciar al mandato de “poseer” al gran amor de su vida para que ella sea libre y se realice y –de paso cañazo- que la causa emancipadora contra los nazis prospere y triunfe. Vista desde hoy, la película podría resultar insuficiente, es cierto, sobre todo porque el personaje femenino de Ilsa Lund pivotea mucho y está un poco ensombrecida entre las dos voluntades masculinas; pero para 1942 el sacudón del estereotipo masculino fue gigantesco y durante décadas disparó diversos abordajes y lecturas que fueron desde lo freudiano (Harvey Greenberg tiene un ensayo entero dedicado a esto) a la lectura de empoderamiento femenino y de una nueva masculinidad. Quizás desde la actualidad, por dar un ejemplo icónico dentro del film, alguien pueda menospreciar la importancia de un primer plano de Rick llorando en su bar porque ya casi sabe que renunciará a la “conquista” y “pertenencia” de su amada, pero nuestras abuelas y abuelos -es casi una fija- se deben haber conmovido a mares por la valentía y trascendencia de esa secuencia en aquel contexto de machirulez epocal.

Nunca está demás volver a verla y pensar en estas cosas, y si no la viste… ¡Buscala y dale play!

Cuarenta años más tarde, en nuestro país, una película que corrió el eje de la masculinidad a niveles nunca antes alcanzados fue “Adiós Roberto”, una película de Enrique Dawi protagonizada por Carlos Calvo y Víctor Laplace que –en los albores del regreso de la democracia a la Argentina- revolucionó la opinión pública y la rompió en taquilla a base de mostrar sin demasiados ambages una historia de amor entre dos hombres, uno de ellos: mandatadamente heterosexual. La cinta cumplió 35 años en octubre del año pasado bien y –como mencionábamos en el caso de “Casablanca”- hay muchos aspectos que filtrados con la lente de lo que hemos avanzado y crecido en ciertos temas sociales, pueden parecer secuencias burdas e inverosímiles pero, no lo duden ni por un segundo, en aquellos años SE PENSABA Y SE ACTUABA ASÍ. Bueno, si tenemos en cuenta que los crímenes de odio entre las sexualidades no héteronormativizadas aún suceden… tampoco cantemos victoria ¿no?

Por más hoy que te suene rústica, que en algunos temas te parezca un poco machista y que algunas otras cosas te resulten demasiado estereotipadas, no podés restarle ni medio galón de aire renovador a “Adiós Roberto”. Lo que esta película consiguió en la sociedad argentina, muy pocos productos culturales lo han logrado. Contra la moralina de la iglesia católica, que solicitó censurarla, contra el imaginario homofóbico del inconsciente colectivo nacional y contra otros fantasmas jurásicos, este amor que te invitaba a pensar la masculinidad desde otro ángulo sigue siendo una obra de arte verdaderamente épica.

La película se consigue entera a un solo golpe de YouTube:

En 2001, saludando al nuevo siglo, desde Francia nos llegó una comedia que se pasó de incorrecta para la época y en ese atrevimiento se convirtió en un hitazo mundial: “Le placard” (“El placard”, “Salir del placard” o “Fuera del closet”, se conoce con los tres nombres en español) es un film que se sirve de varios elementos que estaban dando vueltas en el imaginario global, como las primeras consecuencias jurídicas que podían llegar a ocasionar los casos de homofobia, la abolición de estereotipos héteronormativos que parte de las sociedades ya empezaban a proponer y otros condimentos de actualidad. Con todos estos ingredientes a la mesa, el director y guionista Francis Veber sirve un espectacular plato en el que un empleado de una fábrica de preservativos, enterado de que lo van a despedir, se hace pasar por homosexual para amenazar a la compañía con un juicio por discriminación. Esto solo alcanza para tejer enredos hilarantes en torno a dos realidades: un hombre que debe descubrir cómo actuar con verosimilitud otra masculinidad que no sea la que siempre creyó que era “la correcta” y otro hombre –su jefe- que sorpresiva, perdida y francamente se enamora de él.

El detalle de haber escogido al big-macho de Gerard Depardieu para protagonizar este segundo personaje, no es menor. Podríamos ponerlo a la altura de la contratación de Bogart para hacer de Rick.

La lectura crítica que en su estreno realizó Augusto Torres del diario “El País” de España condensa casi a la perfección los elementos que se unieron en este film para funcionar de maravillas en todo el planeta: Él decía:

Realizada con la habilidad de alguien que, como Veber, conoce muy bien los viejos trucos de la comedia (...) Con un buen punto de partida, una parte central más bien lenta y un brillante final"

Tal cual. Parte por parte, intención sobre intención. Con el engranaje de la comedia clásica en la mano, Veber consiguió poner al planeta a pensar por un ratito el sentido mismo de la masculinidad hegemónica. No es poca cosa. Han pasado 20 años de su estreno y si la vemos hoy –suena redundante dentro de este artículo, pero no dejaremos de señalarlo- puede que algunos estereotipos hayamos superado. Aun así, sigue siendo una poderosa película de personajes masculinos distintos al estándar del cine. Se consigue doblada al español de España en YouTube, pero si se la busca con más ahínco, se puede encontrar en francés con subtítulos

Después de haber sugerido repasar estas tres películas, que un poco simbolizan la “prehistoria” de filmes en los que la masculinidad héteronormativa se corre del eje, hagamos aquí un parate hasta la próxima edición de esta columna, en la que veremos algunos ejemplos de películas más recientes, donde -a diferencia de dos de las tres que hoy mostramos- el tema central no es la elección sexual de los hombres, sino que muestran masculinidades alternativas al machito desde otros aspectos más sutiles y abarcativos de una alteridad que hoy está empezando a construir hombres distintos a aquellos que solo están allí para perpetuar el duro e intransigente camino del patriarcado. Nos vemos en la próxima columna, mirate de nuevo estos tres films y… ¡decime si exagero!

29/07/2016

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