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11/07/2021

Contra América

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Según el informe del ministerio de Seguridad de la Argentina, el material bélico enviado a los golpistas bolivianos fue mayor al que se enumera en la nota de agradecimiento de la Fuerza Aérea Boliviana que se dio a conocer en estos días.

María Beatriz Gentile *

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La reciente noticia acerca de la supuesta colaboración del gobierno de Mauricio Macri con el golpe de Estado en Bolivia en el 2019, invita a repensar el horizonte político de las actuales democracias en nuestros países.

El actual presidente argentino no solo pidió disculpas al gobierno y al pueblo boliviano por la condenable acción de su antecesor, sino que lo hizo en el acto de conmemoración de los 205 años de la Declaración de Independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica ‘Siento vergüenza que un gobierno argentino haya mandado armamento para parar la protesta de un pueblo que se levanta contra un golpe militar’,afirmó.

Una evocación que remite a un pasado no muy lejano, en que las dictaduras sudamericanas mediante el conocido Plan Cóndor, llevaron a cabo una tarea conjunta para detener y eliminar opositores políticos.

Fue recién en 1992que una investigación judicial en Paraguay dio con los llamados Archivos del Terror donde consta el asesinato de unos 50 mil opositores -30 mil de ellos desaparecidos- y alrededor de 400 mil detenidos, secuestrado y torturados por los servicios de inteligencia y seguridad de Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil .

Quizás por capricho o regalo de Kronos, este mismo 9 de Juliola Corte Suprema de Italia confirmó las condenas a cadena perpetua para 14 militares chilenos y uruguayos del Plan Cóndor acusados de delitos de lesa humanidad.

Según el informe del ministerio de Seguridad de la Argentina, el material bélico enviado fue mayor al que se enumera en la nota de agradecimiento de la Fuerza Aérea Boliviana que se dio a conocer en estos días. La autorización que registra la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMAC) es de pistolas semiautomáticas; escopetas de repetición, carabinas automáticas, ametralladoras, fusiles, chalecos antibalas, cascos y escudos balísticos, visores nocturnos y más de 8.000 municiones de distintos calibres.

Una acción política de colaboración binacional, que nos hace pensar que la trayectoria de las derechas en América Latina debería ser vista no sólo en la reacción coyuntural frente a los gobiernos democráticos y populares del comienzo de la nueva centuria, sino también en una línea de continuidad más extensa en el tiempo.

Bajo nuevos liderazgos y formatos, la neoliberalización económica de la región es un hecho que le ha permitido a EEUU retomar su injerencia en los asuntos internos a través de la OEA y recuperar cierta hegemonía. La intervención de su secretario, Luis Almagro en las elecciones bolivianas en el 2019, su prédica contra Venezuela, Cuba y Nicaragua y su prescindencia a reconocer el triunfo de Pedro Castillo en Perú lo confirma.

Gobiernos como el de Macri, Piñera, Duque, Moreno, Kuczynski, Temer, Bolsonaro, Lacalle Pou propiciaron nuevos escenarios y coordinaciones intergubernamentales que promovieran una integración regional acorde a los lineamientos de la política estadounidense y de los organismos internacionales.

De esta forma mientras se apuesta a la desintegración de la institucionalidad Latinoamericana y Caribeña como la Celac, Unasur y Mercosur; por otro lado se alienta una propia con la Alianza del Pacífico, Prosur, Grupo Lima e incluso con la recuperación del TIAR.

Un comando unificado se revela más claramente en las matrices mediáticas, pilar fundamental de esta intergubernamental de derecha; al que deberíamos sumar una parte importante del poder judicial de cada uno de estos países.

Hoy ‘están violentando la voluntad popular’ escribió Stella Calloni, en referencia al panorama abierto por las elecciones en Perú, la amenaza sobre Venezuela y Nicaragua, la ‘democracia de seguridad nacional’ impuesta en Colombia, la Israel en América Latina, como la llama esta escritora y periodista.

Aun así, los pueblos de esta América saben que la democracia liberal es un buen punto de partida para llegar a una democracia de mayor contenido social, de mayor deliberación y mayor participación. El camino posiblemente sea largo, pero en eso estamos.



(*) Historiadora, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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