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01/06/2021

Patrullero del embuste

Patrullero del embuste | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Macri quiere ser un hombre de debate pero no debate, solo responde naderías porque lo que sí sabe es que la mentira enchastra.

Osvaldo Pellin

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Como motoquero que le gusta hacer resonar el caño de escape de su moto acelerando en el vacío, pavoneándose de poder, del mismo modo es el peregrinar de Macri de vacaciones por el mundo, pronunciando su palabra hueca.

Últimamente, el ubicuo Macri, desde cualquier lugar del mundo donde se encuentra, burlándose de todo aislamiento sanitario, encuentra un resquicio para prenderse en apariciones públicas que suelen reafirmar y defender el edificio de mentiras con las que construyó su delincuencial gestión. Más que de contenidos puntuales, se trata de mantener vigencia en los medios adictos que buscan su presencia por si les hace falta insistir con ella en alguna que otra competencia electoral, pero lo único que logran al reproducir sus chicanas, es hundirlo un poco más de lo que ya está en la consideración del pueblo argentino.

Es que pretende animar a su tropa con estas irrupciones que serán bienvenidas por los medios hegemónicos, que tendrán material para armar sus fake news.

Si se esperaba la misma prodigalidad dialéctica para que ofreciera alguna autocrítica o alguna justificación al haber dejado un país fundido, vaya y pase. Pero no, son chicanas que desempolva de su abundante arsenal, para ratificarse en sus insensateces.

Cuando esboza desde Miami críticas a la gestión de Fernández respecto de la pandemia, señala que si se hubiese vacunado a la población, como él decía, mucho menos hubiese sido el daño producido por el Coronavirus.

Y claro, ojalá la vacuna hubiese sido preexistente a la pandemia, esta seguramente no se hubiese desarrollado.

Contar con vacuna en cantidad suficiente para combatir, un poco después de iniciada la pandemia, dependía que se hubiese descubierto una de ellas antes que transcurriera el año 2020 y que Argentina hubiese podido adquirirlas, pero debió esperar que los centros productores descubrieran el antígeno y luego lo convirtieran en vacuna para el mercado.

Es que siempre fue apto para hacer aparecer cosas mediante la transgresión. En realidad todo lo de él es una trampa. Y recuérdese, si no, el asombroso crédito de más de 50 mil millones de dólares del FMI para su campaña, por ejemplo. Del mismo modo le hubiese propuesto un negocio a quien fuera para que Argentina se hiciera de la vacuna Pfizer, propiedad del grupo financiero Black Rock, pagando, sin pensarlo siquiera, el doble de su valor de mercado, si ese hubiese sido el precio y las garantías leoninas que le exigieran.

Cuando defiende a su otro colaborador, Pepín Rodríguez Simón, profugado a partir de un pedido de indagatoria y pretendiendo lo que seguro no se le va a conceder, “refugio” en la Banda Oriental del Uruguay, adonde huyó de la justicia argentina por ser el gran animador de la mesa judicial para armar causas contra opositores políticos, habría que decirle: ¡No, Macri, no haga eso! ¡Su cómplice es indefendible!

Macri quiere ser un hombre de debate pero no debate, solo responde naderías porque lo que sí sabe es que la mentira enchastra y que por ello después es imposible revertir la versión de modo absoluto, por aquello de que algo siempre queda.

Y en su patrullaje por el mundo, sobre todo aprovechando el verano del hemisferio norte, subsiste su impunidad y la sociedad argentina debe tolerar aún hoy, en base a la persistencia de esta última, sus embustes a modo de justificación insolvente de su deletérea acción de gobierno y de su mendaz personalidad.

29/07/2016

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