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09/05/2021

Las experiencias neoliberales en Argentina

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Albert Einstein dijo que la locura consiste en hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes. Cabe esperar que funcione la memoria colectiva y que el de Macri haya sido el último de los experimentos neoliberales.

Humberto Zambon

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En la Argentina contemporánea hubo tres intentos claros de aplicar políticas económicas liberales que contaban con otros tantos objetivos claros: 1ª, apertura de la economía para aprovechar las ventajas comparativas en el comercio mundial, especialmente las provenientes de la pampa húmeda; 2ª) la redistribución del ingreso en favor del capital, esperando una mayor inversión y un “derrame” sobre la sociedad, y 3ª, la liberación financiera y cambiaria para “integrarse al mundo”, dejando que el mercado determine las actividades eficientes y elimine a las demás. Los tres intentos han procurado una transformación sustancial en la estructura económica basada en la industrialización, desarrollada a partir de 1940 merced a la protección y a la intervención estatal.

1976-1983: Videla, Viola, Galtieri y Bignone

La primera de las experiencias está asociada a José Alfredo Martínez de Hoz, figura emblemática del establishment, con un equipo de colaboradores que prepararon un plan económico para producir esos cambios radicales en la sociedad. Las medidas principales fueron unificación del tipo de cambio con fuerte devaluación; reducción de las retenciones a las exportaciones, hasta su eliminación total en 1978; aumento de los precios de los servicios y despido de empleados, con un doble objetivo: achicar el estado para equilibrar las cuentas públicas y disciplinar a la clase trabajadora. Contó con el apoyo del FMI y el beneplácito de Estados Unidos y los bancos extranjeros dieron un préstamo para reconstruir las reservas.

Para combatir la inflación en 1979 se instauró la famosa “tablita de Martínez de Hoz”, con la devaluación preestablecida para los años futuros. El gran negocio fue una “bicicleta financiera”: endeudarse en dólares y colocar los pesos en el mercado financiero; como la tasa de interés local menos la tasa de devaluación anunciada era muchísimo mayor que la tasa de interés internacional, al devolver el préstamo en dólares quedaba una importante ganancia en manos del especulador.

En 1980-81 se presentía la crisis y comenzó una importante fuga de capitales (en 1982 se fugaron 20.000 millones de dólares) y en ese año Domingo Cavallo, presidente del Banco Central aprobó, mediante una simple comunicación, la estatización de la deuda privada.

El resultado de esta primera experiencia se puede observar en los números logrados: entre 1975 y 1983 el PBI creció 2.3%, lo que implica un 0.3% de promedio anual, que indica estancamiento económico; los trabajadores, que en 1974 recibían el 45% del PBI pasaron a recibir el 28% en 1983; el endeudamiento externo pasó de 8.000 millones de dólares en 1975 a 45 mil millones en 1982, con el país en un “default” de hecho. El fracaso económico sumado a la derrota militar en las Malvinas llevó al retiro apresurado del gobierno, en esta oportunidad con el llamado a elecciones sin restricciones en 1983, elecciones que ganó Raúl Alfonsín.

1989-2001: Menem – De la Rúa

El 8 de julio de 1989 se hizo cargo anticipado del gobierno el presidente electo Carlos Menem, por renuncia del presidente Alfonsín, que no pudo superar la situación heredada de la experiencia anterior. Inicialmente Menem entregó la conducción de la economía a la empresa Bunge y Born (ministro de economía Miguel Ángel Roig y luego Néstor Rapanelli), siguiendo el concepto equivocado de que conducir la economía nacional es similar a conducir la economía empresaria, con lo que basta dejar a cargo de la conducción a un empresario de éxito. El primero falleció a la semana y el segundo renunció a los seis meses, por lo que, luego de un interinato de Antonio Erman González, el ministro con amplios poderes fue Domingo Cavallo.

Todos siguieron las entonces conocidas recomendaciones del FMI y de la ortodoxia económica: fuerte devaluación inicial (el dólar de 350 a 650 australes y luego a 1.010; en 1991 había llegado a 10.000) y ley emergencia económica y de reforma del estado, que permitían el ajuste del estado y la liberación y privatización de la economía. Como continuaba la alta inflación, el 27 de marzo de 1991 se aprobó, a propuesta de Cavallo, la Ley de Convertibilidad: 1 dólar = 1$ = 10.000 australes. En teoría la cantidad de circulante de dinero dependía del volumen de las reservas: exportaciones y endeudamiento.

En 1989, luego de dos mandatos, ganó las elecciones De la Rúa, que continuó la política económica del menemismo, inclusive con el mismo ministro de economía, Domingo Cavallo.

La Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos (exportaciones menos importaciones y otros gastos corrientes, como intereses de la deuda) desde 1993 fue siempre negativa, por lo que el funcionamiento del modelo implicaba continuo endeudamiento externo. Esto llevó a que la deuda externa, que en 1989 era de 62 mil millones de dólares, al terminar los dos mandatos Menem se había duplicado: superaba los 140 mil millones de dólares, que siguió creciendo durante el gobierno de la Alianza. En el año 2003 la deuda era de 173 mil millones (166% del PBI).

Los resultados sociales de la experiencia se resumen en los indicadores de mayo del 2002: pobreza 53,2% e indigencia 24,8% de la población total, desocupación del 21,5% de la población activa. La crisis, el estallido social en diciembre del año 2001 y el presidente huyendo en helicóptero marcan el final de esta segunda experiencia.

2015-2019: Macri

Está muy cerca en el tiempo, por lo que no es necesario ahondar en detalles. Comenzó en forma similar a las experiencias anteriores: fuerte devaluación, caída del salario real, despidos y ajuste en el estado, reducción y eliminación de las retenciones a las exportaciones, además de llegar a un acuerdo perjudicial para el país con los “fondos buitres” para lograr financiación externa. Promesas de luchar contra la inflación, de equilibrio fiscal y de “pobreza 0” al final de su mandato.

Igual que en las experiencias neoliberales anteriores, las constantes fueron desindustrialización, endeudamiento externo y fuga de capitales.

Al terminar el período de gobierno la deuda externa había aumentado de 74 a 165 mil millones de dólares (incremento del 123%), el déficit fiscal total aumentó de 3,68% al 4.04% del PBI, la inflación (2019) era del 53,9% y la pobreza alcanzaba al 40,8% de la población. Dejó el país al borde del “default” y con una brutal recesión (luego de 4 años el PBI por habitante cayó un 8,1% de promedio, con un gran aumento de la desigualdad en la distribución del ingreso).

Albert Einstein dijo que la locura consiste en hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes. Ahora cabe esperar que funcione la memoria colectiva del pueblo y que este haya sido el último de los experimentos neoliberales.


 

29/07/2016

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