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04/05/2021

Negadores y creyentes

Negadores y creyentes | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Es de suponer que el electorado pondrá su voluntad del lado de aquellos que gestionaron la compra de vacunas, que desarrollaron convenios con laboratorios internacionales para fabricarla en el país y que fijaron la prioridad en preservar la vida y no en exponerla.

Osvaldo Pellin

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Va a ser muy difícil que un solo indicador o un conjunto de ellos, inculpe a cualquiera de las posiciones radicales que sostuvieron irreconciliables posiciones políticas en la pandemia que aún vivimos. A favor de unos, si se mueren muchos o de otros si se mueren pocos. Si se abren las escuelas o si se las cierra, si la economía cayó más de lo necesario o se mantuvo en niveles aceptables.

Por lo que se vislumbra, la polémica, separada tajantemente por la grieta, seguirá estando presente. Lo cierto es que si hay alguien que se adjudique algo que pueda llamarse reconocimiento, ese no podrá estar del lado de los negadores. Provocan demasiado estruendo los fallecidos, son funestas las repercusiones que abarcan el mundo entero como para creer que quien ha negado los riesgos enormes de padecer el coronavirus, que quien dio fe de teorías conspirativas, pueda considerarse un adelantado.

A pesar de todo, hay entre los negadores quienes alientan la mayor catástrofe contada en enfermos y fallecidos a efectos de caer con la responsabilidad sobre el gobierno.

Por eso, es posible que sea la política y no la ciencia la que pueda dirimir el dilema, si es que lo es. Y quizás sea mejor así porque al menos indicaría que la mayoría habrá sobrevivido. Pero no dejará de verse que una posición sana será aquella que se tomó para controlar la pandemia y otra aquello que se agotó en una crítica paralizante y carente de propuestas.

Todos están esperando lo que hoy aún no se ve, la quimera de que esta pandemia un día se terminará. Entonces querrán hacer un balance y se preguntarán, quién tuvo mayor responsabilidad en la difusión del virus: los negadores, amantes de la inmunidad de rebaño, o los prudentes que aceptaron que el virus existía, que no era fruto de ninguna conspiración, por lo que las medidas de protección como el aislamiento social y el uso del barbijo, así como la vacuna, cualquiera de ellas con probada eficacia, habrán sido útiles en mayor o menor medida, para el control de la pandemia.

Pero puede ser que el daño inherente a la pandemia, y no a las medidas para remediarla, sea un factor de resentimiento de aquellos que fueron oposición durante todo su transcurso y desmejoraron su situación económica o laboral y sean el saldo de las víctimas sociales post pandemia. En realidad es a esa fracción de la sociedad a la que apuntan los negadores: estar del lado de aquellos que no habrán alcanzado a ser protegidos por los creyentes por una imposibilidad práctica de llegar en tiempo y forma a “todos y a todas”.

Esta especulación entre quien hizo las cosas bien y quienes no aportaron sino críticas y sin acercar el menor aporte para evitar la propagación del mal, tiene alcance político electoral, por lo mismo que nunca se extrajo de la discusión al problema sanitario y quienes niegan la gravedad del cuadro buscaron alianza con lo peor que pudiese acontecer.

Esa distorsión que desnaturaliza el problema, hace suponer que el electorado pondrá su voluntad del lado de aquellos que se preocuparon, que gestionaron la compra de vacunas, que desarrollaron convenios con laboratorios internacionales para fabricar la vacuna en el país, que fijaron la prioridad en preservar la vida y no en exponerla en base a teorías absurdas desmentidas por la práctica donde el mundo probaba su déficit conceptual y operativo.

29/07/2016

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