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13/04/2021

La otra pandemia

La otra pandemia | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Aparte del virus, lo que hoy nos pasa tiene una historia: el neoliberalismo como instrumento de succión de riquezas del patrimonio nacional. Luego de que Menem privatizara las empresas de servicios públicos, Macri subió las tarifas por decreto y así las rentabilidades se quintuplicaron.

Osvaldo Pellin

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En Argentina están en curso dos pandemias. Una, la producida por un virus casi desconocido. La otra, la de su desgracia política generada por quienes se enriquecieron con sus esquilmadas riquezas, habiendo pregonado transparencia, independencia de poderes y pobreza cero.

Así como la dictadura tuvo su pata civil, el macrismo, como versión “aggiornada” del liberalismo, tuvo una amplia secta de amigos y favorecedores que se embarcaron en el tren de la historia para proseguir la antigua costumbre de apropiarse y explotar para su peculio o para corporaciones multinacionales, lo que era y es de todos los argentinos.

Las privatizaciones de Menem dieron lugar, cuando llegó la etapa macrista, a apoderarse de los negocios y empresas más rentables de la economía nacional. Las mismas comenzaron a estar en el mercado, útiles para la especulación, así fueran servicios de los llamados monopolios estatales naturales. O sea, una vez superada la etapa política de las privatizaciones con toda la parafernalia legal y política, desde la sanción de leyes hasta su funcionamiento en las nuevas manos, originó la posibilidad que en ese cerrado grupo, todo podía cambiar de dueño. No se creaba nada nuevo, todo cambiaba de manos como para que el botín no fuese pasible de acaparamiento personal ni de prueba dolosa de bien mal habido. El Estado, mientras tanto, no verificaba las inversiones prometidas y asentía silencioso a un incremento abusivo de las tarifas.

En este caso Macri se quedó para maniobrar con las mejores oportunidades y además subió por decreto las tarifas, con lo cuallas rentabilidades se quintuplicaron.

En concreto, lo que hoy nos pasa tiene una historia que más vale no olvidar: el neoliberalismo como jugoso instrumento de succión de riquezas del patrimonio nacional.

Por otra parte, la derecha sabe esperar porque cuenta con información privilegiada para estar advertida de los buenos negocios. Macri en el poder lo sabía mejor que nadie y procedió a prenderse bajo testaferros y maniobras comerciales, de la mayor tajada posible para su propia cosecha. Manejó además los recursos del Tesoro nacional para cancelar deudas de esas mismas empresas u otorgar beneficios con suma discrecionalidad. Lo que se dice “un saqueo a toda orquesta” de las arcas públicas a las que aportaban el hombre y la mujer de a pie.

La significación política de esas maniobras debería contar con cómplices o colaboradores de absoluta confianza como para que la trama que los favorecía permaneciera protegida en el mayor de los encubrimientos que al día de hoy se van develando de modo incompleto, superando apenas el rol de verdaderas semiplena pruebas del robo llevado a cabo. Es el turno de actuar del Poder Judicial con la premura de la elocuencia con que se han formulado las denuncias. ¿Qué espera la Corte Suprema, los fiscales federales? Sin olvidar que muchos de esos agentes remisos en actuar perdieron su imparcialidad hace rato.

Han concebido una Nación pequeña y homogénea, sin historia, principios ni valores.

Llama la atención que toda esta compleja trama haya encontrado un lenguaje tan cerrado como secreto. La “omertá” se respetó hasta hoy de la forma que evoca el silencio de los militares de la última dictadura, en cuanto al destino de sus víctimas.

Es posible concebir que el modo particular de comunicarse de estos transgresores de cuello blanco parece un idioma tan particular como intraducible, más allá del silencio cómplice.

Estamos en un momento histórico donde la pandemia que nos afecta es una buena metáfora de la pandemia política e impune de estos grupos del privilegio, cuyas copas colmadas no derramaron goteo alguno a favor de las necesidades del pueblo.

No se trata de mera corrupción, es mucho más que eso. Se trata de aprovechar de forma abusiva y dolosa posiciones de poder que sirven para encubrir autoritariamente y decidir de los dos lados del mostrador, como vulgarmente se dice.

Lo que los jueces definen como asociación ilícita.

29/07/2016

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