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11/04/2021

La economía mundial después de la pandemia

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El Covid-19 se ha convertido en una verdadera fábrica de pobreza y marginación. A nivel interno de cada Estado es necesario reforzar las políticas que contribuyen a una mayor equidad y a nivel internacional sería necesaria la voluntad, solidaridad y el esfuerzo de todos para tratar de paliar y revertir esta realidad.

Humberto Zambon

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La Pandemia significó un importante “parate” de la economía mundial durante todo el año 2020: el FMI estima una caída global del PBI durante ese año del 3,3%, llegando al 4,7% para las economías avanzadas (el único país con resultado positivo fue China, que creció al, para ellos módico, 2,3%).

Ahora, en el corriente año y según los organismos internacionales, todo parece indicar que la recuperación será más rápida que lo inicialmente esperado: el FMI actualizó sus anteriores predicciones, de enero de este año, subiendo la tasa esperada de crecimiento del producto global medio punto: ahora lo estima en 6%, discriminado de la siguiente forma (según la clasificación del FMI): economías avanzadas 5,1%, países emergentes 6,7% (traccionado por China, que se espera que crezca un 8,4%, y por la India, en un porcentaje aún mayor) y los de bajo ingreso 4,3%.

Para América Latina en conjunto se espera el 4,6% y para nuestro país el 5,8%.

A pesar de estos buenos datos, hay varias amenazas latentes. En primer lugar, la posibilidad de que las segunda y tercera ola de la enfermedad aumenten en intensidad e impidan cumplir con los pronósticos establecidos (en 2019 nadie esperaba un resultado como el que dio al año siguiente); en segundo lugar, está la posibilidad que la rápida recuperación económica de Estados Unidos se refleje en un aumento sustancial de la tasa de interés (ya la tasa de los títulos del Tesoro a 10 años pasó de menos del 1% en enero de este año a 1,75% a fines de marzo; todavía es una tasa de interés baja, pero ha significado un aumento de casi el 80% y puede estar señalando una tendencia); también subieron las tasas en Gran Bretaña y, en menor medida, en Europa y Japón. Es una amenaza grave porque la suba de la tasa de interés en Estados Unidos se refleja en las tasas del resto del mundo: un aumento de un punto en la tasa de interés de Estados Unidos implica un aumento entre 0,33 y 0,66 de punto en la tasa promedio de los países subdesarrollados, lo que afectaría sus posibilidades de crecimiento económico; Además, la suba de tasas de interés en los países centrales está acompañado de un aumento de la “fuga” de capitales desde la periferia, como ya ocurrió en la década pasada. Para estos países, la “fuga”, junto al endeudamiento externo, resulta uno de los peores enemigos del crecimiento económico.

De todas formas, tal como insisten los organismos internacionales, la recuperación no será pareja, sino que será más rápida en los países ricos debido principalmente a dos razones: 1) una mayor capacidad de impulsar la economía con estímulos fiscales y 2) la disponibilidad de vacunas contra el virus, que apenas llegan a los países pobres. Por ejemplo, Estados Unidos aprobó una ayuda fiscal de 1,9 billones de dólares, lo que traccionó su economía, previéndose un crecimiento del 6,4% en el corriente año.

En uno de los últimos artículos publicados en el blog del FMI se presenta un interesante ejercicio: la comparación entre las estimaciones del PBI efectuados antes de la pandemia para los años 2020 al 2024 con las estimaciones actuales. El resultado del ejercicio fue:

-Países de bajo ingreso; pérdida promedio del 5,7%

-Países emergentes; pérdida promedio del 4,7%

-Economías avanzadas; pérdida promedio del 2,3%

Como los países de bajo ingreso tienen, por lo general, una tasa de crecimiento poblacional mayor que los ricos, la caída de ingresos per cápita será bastante mayor que lo que indican las cifras precedentes, lo que se refleja en 95 millones más de pobres extremos en el mundo que los que habría sin pandemia.

Es que la creciente desigualdad a nivel internacional ocasionado por la pandemia, se suma una mayor desigualdad interna: los que más han sufrido son los trabajadores con escasa formación, los jóvenes, los empleados en actividades afectadas, como el turismo, gastronomía y, en general, las pequeñas y medianas empresas.

El Covid-19 se ha convertido en una verdadera fábrica de pobreza y marginación. A nivel interno de cada Estado es necesario reforzar las políticas que contribuyen a una mayor equidad, como son los servicios gratuitos de educación, salud y previsión social, así como continuar y aumentar las políticas redistributivas, como son en nuestro país la Asignación Universal por Hijo (AUH) y los distintos programas establecidos el año pasado, que evitaron que las consecuencias sociales de la epidemia fueran mayores. Además, a nivel internacional, sería necesaria la voluntad, solidaridad y el esfuerzo de todos para tratar de paliar y revertir esta realidad.


NOTA: Para la confección de la presente nota se han consultado diversos artículos publicados por el FMI.

29/07/2016

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