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28/03/2021

Al descenso

Al descenso | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Macri está de campaña, pero no es posible pensar que este hombre que tanta desgracia provocó al país crea en sus propias mentiras, más bien piensa que el prójimo es estúpido y más que prepararse para volver se está defendiendo para no terminar preso.

Héctor Mauriño

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Cualquiera sabe de sobra que el mejor favor que se le puede hacer a un político ansioso por figurar es hablar de él. Aquello de que “hablen, aunque sea bien, pero hablen por favor”, que definió con magistral ironía el inefable Elías Sapag, se ajusta bastante a este Mauricio Macri que, de la noche a la mañana, sin pudor alguno por los desastres que provocó, aparece a cada rato en medios propios y amigos.

Macri está de campaña. Después de un año en el que apenas asomó la nariz para decir algunas barbaridades, como mejor dejar que se mueran de coronavirus todos los que tengan que morir y llegue la inmunidad del rebaño, o afirmar en París que allí sí que se respiraba libertad mientras en Francia morían por miles, volvió por sus fueros a defenderse, primero con su insólito libro y luego con una serie de entrevistas pactadas con periodistas alquilados.

Inútil buscar alguna coherencia en sus afirmaciones, que en todos los casos desafían verdades evidentes, como decir que el gobierno anterior y no el suyo fue el responsable del brutal endeudamiento; que fue el “populismo” y no él mismo quien quebró el país, y que su fracasada gestión fue sólo el “Primer tiempo”, con lo cual ahora vendría, ¡por Dios!, ¿un segundo?

Macri está de campaña pero no es posible pensar que este hombre que tanta desgracia provocó al país crea en sus propias mentiras, más bien es dable pensar que piensa que el prójimo es estúpido y más que volver algún día se está defendiendo para no terminar preso.

Arrinconado por causas explosivas como la del correo, el espionaje ilegal, el abandono a su suerte de los tripulantes del ARA San Juan, su vínculo incestuoso con la justicia canalla y, para no abundar, la que se le viene por la gigantesca deuda fraudulenta, Macri sale al ruedo en defensa propia y porque no le queda más remedio.

Una figura política tan malhadada como la del ex presidente, que siete de diez argentinos no volverían a votar, y que la propia clase social privilegiada que lo alentó y se benefició de sus desmanes desprecia olímpicamente, es en realidad un piantavotos del que nadie, ni propios ni extraños quiere saber demasiado.

Y aunque Macri conserva poder interno en el Pro por su dinero y por audacia sin límites para tergiversar la realidad, él y su pupila Patricia Bullrich trabajan más que nada para que nadie les robe el ala dura de la derecha argentina, un sector minoritario con escasas posibilidades de conquistar electorado.

Entre Las muchas barbaridades que Macri ha dicho en estos días alentado por un coro de cagatintntas que se pretenden “periodistas independientes”, están los insólitos agravios a la presidenta de Abuelas Estela de Carlotto (a quien tildó de “resentida”) y su cómica alusión a Perón, de quien dijo entre otras cosas que si “hoy viniese acá, diría, ‘me anoto en Juntos por el Cambio’”. Je je…

No es la primera vez que Macri, un gorila peludo como pocos, trata de insinuar un costado ‘peronista”, como cuando inauguró (¡él!) un monumento al general, pero el líder del justicialismo fue la más alta expresión de los intereses de la mayorías, mientras que Macri expresa al sector menos lúcido de las minorías rapaces y sanguinarias del país.

Se podrá decir que aun así algún lunático lo sigue, pero a lo sumo su caso recuerda lo que le decía, justamente Perón, a los militares de la Fusiladora, que sobre ellos “la opinión está dividida, algunos se acuerdan de su madre y otros de su padre” (el Viejo fue menos delicado).

Esta semana, en otra de las suyas, Macri obvió toda referencia al Día de la Memoria. Es que como expresión brutal del sector que alentó y respaldo el genocidio ejecutado por los militares, no quiere oír hablar del tema, y preferiría que la historia se contara de otra manera, menos oprobiosa para la clase a la que pertenece.

No por nada en su momento habló del “curro de los derechos humanos” y en su gobierno no se conmemoró el 24 de Marzo con actos oficiales.

En realidad, la condena al terrorismo de Estado que llevó adelante la dictadura cívico militar, es patrimonio del pueblo argentino y constituye ya parte indisoluble del ADN nacional.

La actitud negacionista del ex presidente contrastó con la del mayor referente actual del Pro, el alcalde de la capital Federal Horacio Rodríguez Larreta, un oligarca nacido en cuna de oro pero que no cree en cuentos de hadas porque la dictadura secuestró a su padre.

Más allá de cuidar su pellejo para no terminar en la cárcel, Macri debería ir haciéndose a la idea de que en el primer tiempo se fue al descenso.


 

29/07/2016

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