Relación de Gelman con la poesía que se escribe aquí.
Juan Gelman (Buenos Aires, 1930-México, 2014) fue, junto con Alejandra Pizarnik, uno de los poetas que más influyó entre los jóvenes que comenzaban a escribir y a publicar durante los primeros años de la década de 1980 hasta avanzados los años noventa. Neuquén no fue la excepción, pese a que sus libros, salvo la edición de Corregidor de su “Obra poética” reunida era de 1975 y, junto con la mayoría de los títulos previos, se encontraba totalmente agotada y fuera del circuito, no por cuestiones comerciales, precisamente. Luego de la guerra de Malvinas y, con el regreso de José Luis Mangieri al país, comenzaron a aparecer en el sello Tierra firme los libros que Gelman había publicado en el exilio: Citas y comentarios; los dos tomos de Interrupciones, Com/posiciones; Exilio yLa contraluz, entre otros.
A través de Gelman entraron en la escritura poética de estas tierras reflejos de César Vallejo, de los poetas norteamericanos de la generación beat y Ezra Pound, una forma de hacer poesía que vinculaba la existencia cotidiana, la vida de los hombres y las mujeres y de los pueblos y la lectura política de esos acontecimientos. En él siempre fueron inescindibles su militancia y su escritura poética y eso era algo muy valorado en esos momentos. Pasó paulatinamente a un segundo plano luego de la caída del muro de Berlín en 1989 y el auge de la filosofía posmodernista y sus lecturas acerca del fin de la historia y la caída de las ideologías.
La obtención de premios como el Cervantes en 2007, luego del Nacional de Literatura y el Reina Sofía, y la publicación en editoriales multinacionales como la Seix Barral del grupo Planeta, lo convirtieron en aquello que la fama hizo con tantos: comenzó a ser más nombrado que leído y se convirtió en un poeta importante cuya mayor repercusión era obtenida a través de la escritura periodística.
Hoy día es posible que los poetas jóvenes hayan producido un retorno de las estéticas objetivistas o cultistas y reivindiquen las posiciones iniciales de Gelman, su compromiso con el lenguaje poético y su compromiso político con la lucha de los pueblos. Y quizás así salga del museo y de la estampita, como viene ocurriendo hace años con sus compañeros de generación Francisco Urondo y Juana Bignozzi. Y también con Alberto Szpunberg, recientemente fallecido, y Roberto Santoro. Todos de la misma generación.
Luego de renunciar a su afiliación al Partido Comunista, Gelman viró hacia formas más populares y liberadas del realismo socialista. Con Raúl González Tuñón como guía en un principio, tomó prestadas por igual las estéticas de Fernando Pessoa y sus heterónimos y de Edgar Lee Masters (Antología de Spoon River). Décadas más tarde, durante su exilio trabajó con san Juan de la Cruz y santa Teresa y los poetas sefaradíes de habla judía expulsados de España tras la caída de Granada.
Gelman fue siempre una sorpresa, lo suyo era un continuo trabajo para lograr esa poesía calcinada de la que siempre hablaba y donde confluían la canción –el tango, fundamentalmente-, el habla de los porteños y el habla de otras comunidades como es el caso de los judíos españoles. Una de sus últimas obras fue muy influida por esa lengua que hablaba la colectividad sefaradí del sur de España, el ladino. A tal punto que Dibaxu, de 1994, fue escrito en ese idioma.
Ese libro es bilingüe, pero Gelman no traduce, traslada. Su poesía opera sobre los originales con que dialoga –Juan de la Cruz, Teresa de Ávila, Yehuda Halevi- y les imprime una nueva mutación: el Dios de los místicos, en Gelman está reemplazado por el país que añora y al que no puede retornar. Su exilio se ha transmutado en la carencia, el despojo, el vacío que lo deja desnudo ante el mundo, ante sí. El exilio es su mayor ofrenda a ese país que ama, que añora y que le es esquivo. Tanto como Dios huye en el monte Carmelo, tanto como es fugitivo para el alma orante y contemplativa, así lo es el país para Gelman: una patria descomedida, dura, que le permite volver a los viejos Salmos y a las lamentaciones de los profetas del judaísmo cuando el pueblo fue deportado de Palestina a la Mesopotamia.
Y ¿cómo opera esta traslación en los poetas neuquinos? En todos los seleccionados para este artículo hay una experiencia de exilio interno, voluntario o no, y eso los hermana a Gelman. Es esa migración forzada por las circunstancias y que contemporáneamente se denomina insilio en las conversaciones eruditas. Migraron de sus lugares de nacimiento por cuestiones políticas –persecuciones o exclusiones-, económicas –búsqueda de trabajo- o sociales –proyectos existenciales a desarrollar en comunidades menos complejas que las grandes ciudades argentinas.
Ricardo Costa (1958) es un porteño que, servicio militar mediante, se enamoró de la Patagonia; Raúl Mansilla (Comodoro Rivadavia, 1959) decidió anclar en Neuquén luego de una temporada en el Brasil –llegó a sus veinte años justo después de la derrota argentina en Malvinas-; Aldo Novelli (nacido en 1957 en Challacó, la comarca petrolera con eje en Plaza Huincul y Cutral Co), era en la década de 1980 un recién llegado del lugar donde había ido a cursar sus estudios universitarios: el retorno un exiliado en otra ciudad. Sergio Sarachu (Olavarría, Buenos Aires, 1962) siempre osciló entre su ciudad natal y Neuquén hasta que se decidió por esta última haca tan sólo unos años: antes estuvo de trashumante entre la pampa bonaerense y este valle.
Aldo Novelli
Dos más: Ricardo Fonseca, (Tilhue, Chos Malal, Neuquén, 1947) radicado en Centenario tras un exilio en México, empecinado en el trabajo con la palabra para el poema, el cuento y la canción.
Y, para el final, la principal voz que sostuvo –y sostiene- desde hace más de dos décadas la poesía hecha por mujeres: Macky Corbalán, nacida en Cutral Co en 1963 y radicada en Neuquén hasta su muerte en 2014. Macky Corbalán, Macky poeta, mac empezó con Gelman y Pizarnik. De ambos, buena discípula fue y, en cierto modo, desarrolló líneas poéticas propuestas por ambos y las llevó hasta un límite exasperado: en la poesía que le hace la guerrilla al lenguaje; en el erotismo refundado; en el tejido de redes solidarias, comunitarias, entre los poetas de la Patagonia, por fuera de los circuitos del prestigio y, por último, en la disolución del autor en esa tensión entre autoría y anonimia. En rigor, se trata de que el paso al costado de la poeta sea sólo –y nada menos- que el privilegio de la poesía. La poesía me dice, soy dicha por la poesía, solía afirmar.
Como con Gelman, para Corbalán Cutral Co era el país, el pago chico en su sentido originario, que le daba sentido a su existencia. Si bien nunca había regresado a vivir allí desde su primera juventud, siempre volvía en su poesía, en su lucha política, en la reivindicación de los derechos de pobres, excluidas, vulnerados y marginales y, también, de los animales no humanos.
Mansilla y Sarachu recorrieron las provincias patagónicas con Eduardo Palma para recopilar material que luego publicarían en la revista Coirón, de tres gloriosos números a comienzos de la década de 1980 y en coincidencia con el comienzo del fin de la dictadura cívico militar. Mansilla y Corbalán, el primero en 1987 y la segunda al año siguiente, obtuvieron el premio Raúl González Tuñón a poetas jóvenes que otorgaba la revista Mascaró. Mansilla viajó a Buenos Aires en el homenaje que se le hizo a Gelman en el complejo cultural del Teatro San Martín a su regreso del exilio.
La relación de estos poetas con Gelman nunca fue indiferente. En dos poemas de El juego en que andamos, de 1959, se pueden rastrear atmósferas que servirán de modelo a poetas de Neuquén, que recrearán en otros contextos de paisaje –geográfico e histórico, e inclusive musical- esas líneas salidas del Gelman de Villa Crespo:
Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.
Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.
Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.
Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano. (Ausencia de amor)
+++
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte. (El juego en que andamos)
Novelli –Sarachu también- pueblan de barras inclinadas sus textos, como incorporando un nuevo signo de puntuación, a la manera de Gelman cuya obra poética hasta comienzos de los años ochenta fue la que más intercambios tuvo con la que se producía en este lado de la Patagonia. Estos climas se reiteran, contemporáneamente, en Ricardo Fonseca, cuando exige:
Lárguenlón. Suéltenlón como a perros
sedientos/ como a pájaros picaflores/
como abejas/ hasta que liben fiesta
de esta vida.
Déjenlón que corran/ que se vayan
probando los olores. Que agarren
el camino que les cante. Que atorren.
que mamen de una madre con un hijo
de pecho.
Que jueguen: que abandonen sus naves.
Que se acaben el vino de la autora.
Que se vayan al bosque a flecharle
el hilo al minotauro. (Colores, ver selección al final)
Raúl Mansilla
Por caso, en el primer libro de Mansilla, Mariaísmo, en las dos primeras estrofas resuenan ecos de Gelman, aunque con una traslación de ritmos musicales. Cierto, Mansilla desecha el tango que recorre el paisaje de Gelman y opta por un camaruco que no se baila en la Patagonia sino en Centroamérica. Es reciente el triunfo de la revolución sandinista, y el amor queda atravesado por esa victoria política:
Danzando un camaruco en Nicaragua
recuerdas María las cinco puntas con luz negra
te acuerdas del machimbre sollozante
de los hacheros torneando tus muebles en Francia
acababa de conocerte María
qué bien lucías con tus mapas contorneados
con tu mundo de rubíes y cristales
escucharte era un delirio María/ cuando lanzabas
tu voz al silencio inocente
se fugaba por tus poros la torre de babel
y a la cima de tus senos llegaba un tour americano… (Danzando un camaruco en Nicaragua, ver selección)
Macky Corbalán reproduce la torsión que Gelman imprimía a sus poemas y es evidente en los primeros poemas de la cutralquense. Es la más temeraria para utilizar un recurso típico de Gelman: la verbalización o adjetivación de sustantivos (cordillerear; ausenciar; despaciarse en el primer caso; reclamona, en el segundo). El ejemplo pertenece a un poema publicado en una antología de esa época –mediados de los años ochenta- que nunca apareció en sus libros posteriores, donde ya había otro tratamiento del lenguaje:
usted cordilleree todo lo que quiera
créase que le basta entregar
la piel las manos
ausénciese de mi sangre reclamona
créase que le sirve esconder
la sangre el alma
despáciese por todo el universo
convénzase que la lucha pasa por otros ejes
eso sí
cuando se canse
o cuando por fin se avive
de que todo no es más que un triste simulacro
venga
y descanse en mis ojos
la respuesta que busca
está esperando por usted (ver selección)
Aldo Novelli utiliza una forma de enumerar que desmonta la habitual, la formal. La poesía, así, se ubica en el lugar de la crítica a las costumbres arraigadas en la sociedad y mira desde otro lado la realidad, a veces con ternura, otras con desasosiego. Siempre con dudas por el vacío que no se sacia:
Hay un poeta que luce la sombra
de un tiempo siniestro/
hay una mujer que habla con los ángeles
cuando sus ojos ruedan por mundos diversos/
hay un amigo que se fue un día
(y es otra mujer/ hecha de mar y locura)
para regresar descuartizada en pedazos de papel.
Hay un viento allá afuera/
que grita la angustia
de lobos humillados y hembras en celo... (Certeza, ver selección)
Otro tanto ocurre con Costa: objetos y hechos cotidianos adquieren una dimensión casi metafísica. Es la estética de los poetas de la generación nacida en 1930, reacia a cualquier vestigio de (neo)romanticismo y más próxima a la lírica tanguera del desarraigo y la desazón que al elogio o la contemplación del bien ideal, de la belleza. Así, Costa la recupera y dice que
Cuando muera, el mundo se convertirá en un grano
minúsculo de mi bolsillo.
Por lo tanto, nombrarte será fácil pero pequeño.
Como esas cosas que suceden cotidianamente:
la lluvia, el polvo, la silueta de la memoria.
¿Crees que el silencio pueda con ella?
Con la memoria, digo… (Homo dixit)
Sergio Sarachu
Sarachu fue, ya se dijo, quien recorrió el territorio patagónico en busca de poemas y poetas para el proyecto Coirón, con Palma Moreno y Mansilla. Animó esa revista y luego hizo un mutis de décadas en favor del periodismo hasta que regresó a Neuquén con varios libros bajo el brazo: novelas, nuevos poemas. En los años ochenta, era entusiasta en su cercanía a Gelman:
…
le tocó cantar
pidió acompañamiento
barajó otra vez
y quiso dar de nuevo una carta
que tuvo una exigua muerte postal
por el río limay
venía navegando u na Patagonia
con manuelitas
de pehuajó a parís
montó despacio su estridencia
pero como a la cucaracha
le comieron los dos recuerdos de atrás… (Contraflor más contraflor)
Selección de poemas
JUAN GELMAN
De “El juego en que andamos” (1959)
Ausencia de amor
Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.
Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.
Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.
Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.
El juego en que andamos
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.
De “Velorio del solo” (1961)
Fábricas del amor
Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.
De “Hacia el sur” (1982)
Otro tango
el monstruo de la razón engendra sueños / dijo /
hundió sus manos en la noche y las dejó acostaditas /
su voz adolescente
tenía ojeras donde empezaba el sueño /
cayó en combate un día de estos tiempos /
ese día las mujeres se enojaron con Dios /
con los pechos furiosos golpeaban contra los aujeritos
por donde julio se estaba yendo de aquí /
no para irse / abandonar /
sino porque sucede que hay que irse /
muchas veces pasa eso /
hermanas / manos / hay que irse / chan-chán /
algunos cuidan madres amargas en el patio /
otros pierden la voz /
otros duermen con camisas de fuego /
ese día las mujeres golpeaban con los pechos furiosos /
¿por qué tenías que morir? /
¿acaso la dulzura no te seguía como un buey? /
tenías una ventana en el pecho /
tu almita calentaba como un fuego pero él se murió /
también el jorge se murió y ninguna tibieza lo rodeaba /
¿dónde estabas / vos / mundo / o cierva / o astro que
brillás entre el trabajo y la lucha? / julio cayó con un sol
en el cuerpo /
alrededor giran mujeres / pechan / furian / chan-chán /
vamos a hacer una mañana alta como una ventana /
los compañeros se asomarán /
verán los cielos no nacidos
donde colgaban astros para vidas más bellas /
***
Ricardo Fonseca
RICARDO FONSECA
En Animal lingüístico (Buenos Aires, Punto Hacer, 2003)
Colores
Lárguenlón. Suéltenlón como a perros
sedientos/ como a pájaros picaflores/
como abejas/ hasta que liben fiesta
de esta vida.
Déjenlón que corran/ que se vayan
probando los olores. Que agarren
el camino que les cante. Que atorren.
que mamen de una madre con un hijo
de pecho.
Que jueguen: que abandonen sus naves.
Que se acaben el vino de la autora.
Que se vayan al bosque a flecharle
el hilo al minotauro.
***
RAÚL MANSILLA
En “La ruta metafísica del héroe. Antología poética”, Neuquén-Comodoro Rivadavia, Del Ghenpin-Piche, 2015.
Danzando un camaruco en Nicaragua
recuerdas María las cinco puntas con luz negra
te acuerdas del machimbre sollozante
de los hacheros torneando tus muebles en Francia
acababa de conocerte María
qué bien lucías con tus mapas contorneados
con tu mundo de rubíes y cristales
escucharte era un delirio María/ cuando lanzabas
tu voz al silencio inocente
se fugaba por tus poros la torre de babel
y a la cima de tus senos llegaba un tour americano
te observaba y a través de tus esferas arias
se colaban gaviotas fucsias
bombardeando estrellas en tu nariz respingada
recuerdo lo subterráneo de tus cabellos
lamiendo palmeras de Siberia
enjabonando tus piscinas en los andes
cómo olvidar aquellos días
con Piaget y Freud haciendo pulseadas en la alcoba de tu boca
tus regiones me asombraban María
en tu pecho las Malvinas y tu corte Lady Di
eran instantes en que al escucharme comenzaba un camaruco en Nicaragua
cuando tus labios remontaban barriletes púrpuras
con el Führer verde oliva
cuando fascinaba ver tu cuerpo/ cubierto de cristos redentores
torcidos como en Pisa
ah/ era el tiempo del diluvio/ recuerdas
vos y yo codo a codo esquivando latas holandesas
eludiendo los ovillos peruanos que rompían tus paraguas
te recluiste del mundo y todo o casi todo continuó igual
en el Líbano/ en Ganso Verde/ en Sudáfrica sentados
en un canco para blancos
si vieras el embarazo de las paredes esperando octubre
igual que ayer cuando sin inmutarte
un rodillo blanqueó tu piel para poner PV
y ya no estamos en Río/ María
ni en Miami comprando charangos de cuarzo
terminaron las cosechas de payasos en los campos siderales
y no y no estoy loco/ María
ni vos después del divorcio en Revlon
trato de hacer memoria/ el porqué de tu cambio
quizás fueron los días confusos/ en los que te enteraste
que Guernica no era un cuento de Picasso
ni Hiroshima un cómic japonés
-no María ya te decía yo que no te confundieras
Mi Lai con Lonco Luán
ahora en tu claustro María
ven tus ojos que el mundo vibró de otra manera
que las guerras no se hacían en un living
con trincheras en los pliegues de tu falda
ni eran gnomos irlandeses
los que danzaban camaruco en Nicaragua
(De Mariaísmo, 1984)
***
Macky Corbalán
MACKY CORBALÁN
En Voces a Mano, Neuquén, 1984
usted cordilleree todo lo que quiera
créase que le basta entregar
la piel las manos
ausénciese de mi sangre reclamona
créase que le sirve esconder
la sangre el alma
despáciese por todo el universo
convénzase que la lucha pasa por otros ejes
eso sí
cuando se canse
o cuando por fin se avive
de que todo no es más que un triste simulacro
venga
y descanse en mis ojos
la respuesta que busca
está esperando por usted
***
ALDO NOVELLI
De “La noche del hastío”, Neuquén, Limón, 2003
Certeza
Hay un poeta que luce la sombra
de un tiempo siniestro/
hay una mujer que habla con los ángeles
cuando sus ojos ruedan por mundos diversos/
hay un amigo que se fue un día
(y es otra mujer/ hecha de mar y locura)
para regresar descuartizada en pedazos de papel.
Hay un viento allá afuera/
que grita la angustia
de lobos humillados y hembras en celo.
Hay un hombre estatuado en la pieza
bebiendo de las sombras
de un poema infinito/
y después de innumerables noches
emocionado
halló su primera certeza:
las manos también sueñan.
***
SERGIO SARACHU
De Poesía patagónica, Neuquén, Fundación BPN, 1991
Contraflor más contraflor
el mazo entró por la cerradura de los dedos
y se deslomó en una rima de almanaque
y ocultos fuegos de artificio
esa guardería de naipes
atentó contra el oxígeno de sus teclas
y para llegar a otra mano
se tomó una historia desnuda
mientras daba
el mozo sirvió otro lápiz y papel
le tocó cantar
pidió acompañamiento
barajó otra vez
y quiso dar de nuevo una carta
que tuvo una exigua muerte postal
por el río limay
venía navegando u na Patagonia
con manuelitas
de pehuajó a parís
montó despacio su estridencia
pero como a la cucaracha
le comieron los dos recuerdos de atrás
se desabrochó la poesía
desde un telegrama
el despido terció en su rompimiento
+++
Ricardo Costa
RICARDO COSTA
De “Homo dixit”, Bs.As., Tierra firme, 1993
Homo dixit
Cuando muera, el mundo se convertirá en un grano
minúsculo de mi bolsillo.
Por lo tanto, nombrarte será fácil pero pequeño.
Como esas cosas que suceden cotidianamente:
la lluvia, el polvo, la silueta de la memoria.
¿Crees que el silencio pueda con ella?
Con la memoria, digo.
Por ejemplo, ahora viene mi perro, apoya su hocico
sobre mi pierna y su mirada habla de algo que sé.
Entonces la mano actúa para protegerse de sí mismo.
Simula una caricia sobre la cabeza de la mascota.
Un perro que espera algo por temor a que los dedos
un día falten y el vacío se vuelva holgado,
generoso como la tierra.
Suficiente para contener un único grano
que se asemeje a tu nombre.
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