Columnistas
26/10/2020

El sujeto político del peronismo

Del Estado de bienestar al globalismo financiero

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El peronismo transforma el carácter del Estado, de una concepción gendarme de los intereses de las elites ancladas en el modelo agroexportador y subordinadas en la geopolítica, a un Estado que democratiza el acceso al consumo y a los derechos de las masas antes excluidas.

Sacha Pujó *

El sujeto del peronismo emerge de ciertas condiciones históricas, sociales, económicas y políticas establecidas en el marco del capitalismo fordista del pleno empleo. La crisis mundial de superproducción del año 1929 tuvo como consecuencia una caída de la demanda de los productos que exportaba Argentina, lo que generó una brusca baja de los precios con efecto en el descenso del ingreso de divisas por exportaciones. Esas fueron las circunstancias dadas para un incipiente desarrollo de la industria liviana de bienes de consumo que sustituía las importaciones. El peronismo lo convertiría en una política de Estado en el marco de la doctrina de la soberanía política, la independencia económica y la justicia social, de la cual la economía es determinante para llevar adelante esa doctrina.

El peronismo transforma el carácter del Estado, por lo que se pasa de una concepción gendarme de los intereses de las elites ancladas en el modelo agroexportador y subordinadas en la geopolítica, a un Estado que democratiza el acceso al consumo y a los derechos de las masas antes excluidas. Es decir el peronismo como proyecto político se trata del ingreso a la modernidad capitalista. Fue la expresión local de los Estados de bienestar construidos en la mayor parte del mundo desarrollado en la segunda posguerra de la mano de las ideas de Keynes en la economía. Pero el problema es que ese proyecto de sociedad integrada que representó el peronismo mediante políticas distribucionistas, colisionó con intereses económicos y con status simbólicos  adquiridos.

El empoderamiento de los sectores populares se asentó en una estructura económico-social que homogeneizaba a los sectores populares en su aspecto material vinculado al crecimiento del empleo industrial. Sobre esa materialidad, la política simbólica del Estado le dio cuerpo en una identidad que constituyó al pueblo como sujeto político articulado. Vale la pena recordar que existe en la historiografía argentina un debate acerca de si el peronismo significó una suerte de manipulación de las masas que le quitó autonomía política al movimiento obrero, visión fundamentada sobre una supuesta división entre vieja clase obrera y nuevos migrantes de zonas rurales atrasadas que no serían portadores de conciencia de clase sino socializados en valores tradicionales; o que por el contrario, se trató de un movimiento político basado en la concreción de los intereses de la clase en su constitución como sujeto político integrado al Estado. Un punto central del debate es la creación del Partido Laborista en 1945 que impulsó la candidatura de Perón, y su posterior disolución por orden oficial después del triunfo. Como todo proceso histórico no se trata de blanco o negro, ya que la realidad es más compleja y se deben incorporar las distintas miradas y dimensiones de los fenómenos. Lo que sí es cierto es que los sindicatos se mantuvieron como la estructura organizativa central de resistencia, la “columna vertebral” para la reconquista del poder político luego del golpe de 1955.

Para la conformación de ese sujeto político también tuvo carácter instituyente la oposición “democrática” liberal, el conjunto del espectro del antiperonismo que se formó a la par del movimiento peronista como configuración relacional y expresión de una visión del mundo antagónica. Dicho antagonismo contó con niveles altos de confrontación violenta como golpes de estado y genocidios.

Pero las condiciones históricas que permitieron la constitución de la alianza de clases expresadas en el movimiento nacional popular cambiaron. A nivel mundial a partir de la década del ‘70 del siglo XX con Margaret Thatcher en Inglaterra, quien entiende que no existe la sociedad sino los individuos, encabezó la ola neoliberal antiobrera y contraria el Estado de bienestar. En Argentina la dictadura cívico militar, con genocidio mediante, liquidó las bases de una sociedad integrada con altos niveles de resistencia, de homegeneidad en las condiciones de vida, y posibilidades de ascenso social mediante la educación pública y el crédito accesible para la vivienda propia.

El “Proceso de reorganización nacional” transformó el capitalismo argentino, cambió el eje de acumulación dando paso a la valorización y especulación financiera, así como a la progresiva extranjerización de la economía. En la década del ‘90 el peronismo fue expresión de esas transformaciones mundiales y locales, y aceleró ese esquema económico con profundas consecuencias sociales que explotaron en 2001. Si los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner apuntaron a revertir con cambios estructurales ese legado apoyándose en el auge latinoamericano de movimientos nacionales y populares, luego el gobierno de Macri volvió a torcer el eje. Hoy la sociedad esta más fragmentada, desigual, sumado al contexto de incertidumbre por la crisis provocada por la pandemia.

La actual etapa del globalismo financiero, dada por un avance en el poder de las corporaciones globales, se caracteriza por la tendencia a la digitalización del trabajo y asociado a esto una creciente precarización, deslocalización y flexibilización de la clase trabajadora. La figura del trabajador asalariado con derechos tiende a ser reemplazada por la del individuo emprendedor autónomo empresario de si mismo. Se trata de nuevas formas de explotación y dependencia. La inestabilidad permanente, lo efímero y pasajero, el fin del largo plazo y la imposibilidad de siquiera imaginar una alternativa a un esquema de poder abstracto son características de una era denominada como realismo capitalista, tal como lo define Mark Fisher: “la idea muy difundida de que el capitalismo no solo es el único sistema económico viable, sino que es imposible incluso imaginarle una alternativa (…) Habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa (…) el capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable”.

La disputa por el sentido

Mientras tanto, en la coyuntura política del país las recientes apariciones mediáticas del ex presidente Macri refuerzan en el espacio neoliberal antipopular las ideas del individualismo, el esfuerzo personal, y la cultura del trabajo en el marco del modelo ideal meritocrático. La crítica a ese ideal ya ha sido tratada en esta columna y por muchos colegas que han demostrado que es una forma de encubrir profundas desigualdades materiales y de saberes de origen.

Cuando los mecanismos de ascenso social no están claros producto de una sociedad desigual, fragmentada con rasgos de anomia, se proyecta una frustración a nivel individual en tanto el esfuerzo no es recompensado. En ese contexto los discursos que buscan chivos expiatorios encuentran una amplia exposición del poder mediático. Así instalan en la agenda las ocupaciones de tierras de mapuches o de población desesperada por un techo como si fueran los enemigos de la propiedad privada en un combo donde lo popular y el peronismo serían representativo del “partido de los que no trabajan”.El peronismo en su versión kirchnerista es colocado del lado de la irracionalidad popular. Porque cualquier proyecto que intente siquiera representar el interés general es estigmatizado y condenado al lugar de la anomalía y de la locura. En este sentido como analiza Semán: “Para una narrativa dominante entre las elites y que se proyecta a la patria toda, el ser nacional no sólo no es el emblema sino la causa de todos los males y lo que se necesita es un país sin gauchos o compadritos o cabecitas negras o choriplaneros, un país sin Maradona ni peronismo…”.  

 En este contexto las posibilidades de sustentación a largo plazo del movimiento nacional popular pasan por la constitución de un sujeto político articulado que pueda provocar las transformaciones económicas y estructurales necesarias para no volver al péndulo de nuestra historia. Tarea difícil por la situación mencionada de los cambios en la economía y la sociedad que no son las mismas que en otras épocas. Al mismo tiempo, la conformación de la subjetividad actual se modifica desde un impulso que da el discurso dominante a individualizar todas las problemáticas sociales lo que lleva incluso a afectar la salud mental. De esa manera se obstaculiza la constitución de un sujeto colectivo, de vínculos de solidaridad entre pares y se niega por ultimo la posibilidad de una crítica a los fundamentos del orden social.

 

Referencias bibliográficas:

Canelo, Paula https://www.eldestapeweb.com/opinion/alberto-fernandez/-merito-o-meritocracia-un-analisis-a-la-frase-de-alberto-fernandez-20209198028

Fisher, Mark (2016) Realismo capitalista: ¿No hay alternativa?. Buenos Aires, Caja Negra.

Grimson, Alejandro (2019. ¿Qué es el peronismo? Buenos Aires, Siglo XXI

James, Daniel (2005) Resistencia e integración: El peronismo y la clase trabajadora argentina: 1946-1976. Buenos Aires, Siglo XXI.

Murmis, Miguel y Portantiero, Juan Carlos (2004): Estudios sobre los orígenes del peronismo. Buenos Aires, Siglo XXI

Semán, Ernesto http://www.panamarevista.com/negro-sobre-negro/



(*) Magister en Políticas Públicas -FLACSO-
Lic. en Sociología -UBA-

29/07/2016

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