Columnistas
20/09/2020

El ahorro y la inversión en la recuperación económica

El ahorro y la inversión en la recuperación económica | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

En los últimos cuatro años se aplicó una política de redistribución de la riqueza en favor de los más ricos que, en lugar de invertir productivamente, la utilizaron para la especulación financiera y terminaron atesoradas en dólares. Eso llevó a la recesión económica. Es la crisis que nos legó el gobierno de Macri.

Humberto Zambon

[email protected]

No cabe duda que la inversión, lo que los clásicos llamaban acumulación productiva, cumple un papel fundamental en el crecimiento económico. Y la inversión está íntimamente asociada al ahorro, entendido como diferencia entre el ingreso y el consumo global. La pregunta fundamental es: ¿Qué relación causal existe entre ambos? Lo que significa preguntarse ¿Cuál, el ahorro o la inversión, es lo que se debe priorizar en una política de desarrollo? 

Para los conservadores, que se nutren de la ortodoxia económica, tanto el ahorro como la inversión son el resultado de las decisiones tomadas, al menos en gran parte, por personas distintas que interactúan en el mercado financiero y donde cumple un papel fundamental la tasa de interés, ya que ésta es el incentivo para el ahorro y, a la vez, es uno de los costos fundamentales tomados en cuenta por el inversor, por lo que en el mercado tiene la función de nivelar la demanda y el ahorro de fondos. La tasa de interés es la responsable de la igualdad entre ambos y el mercado se encarga de lograrlo. Para la ortodoxia la importancia recae sobre el ahorro, cuya existencia previa es necesaria para que exista inversión.   

Esta interpretación parece coincidir con el sentido común. Un individuo para poder realizar un gasto importante (comprar un auto o poner un negocio) debe contar con los recursos necesarios, es decir, con el ahorro propio o ajeno (en este caso financiación bancaria o crédito del proveedor). Si se extiende esta experiencia a nivel macroeconómico se puede pensar que aquí también es fundamental para el crecimiento económico la existencia del ahorro previo.

Por esa razón las políticas conservadoras privilegian la concentración de la riqueza en manos de quienes tienen posibilidad y vocación de ahorro y que van a formar el capital necesario para la inversión. Es, por ejemplo, el fundamento de la política seguida por el presidente norteamericano Reagan, reiterada ahora por Trump, que redujeron la tasa impositiva de los grandes ingresos con la intención de lograr el crecimiento del ahorro y la inversión. Es la idea que fundamenta la “teoría del derrame”, idea central del gobierno de Macri: en un primer paso habría que concentrar el ingreso para incrementar el ahorro y, con la inversión resultante, habrá aumento de la actividad y del ingreso del resto de la población, de forma que todos sean beneficiados por el derrame de riquezas generado.

Hace 84 años que Keynes demostró que aquello que resulta verdadero a nivel individual o microeconómico no es necesariamente cierto a nivel macroeconómico. En el caso de la inversión y  el ahorro el razonamiento es el siguiente: los receptores del ingreso tienen, como decisión fundamental, lo que van a gastar en consumo y lo que queda, el residuo, es el ahorro; ese consumo, cuyo nivel depende del ingreso, tiende a ser una proporción estable del mismo (un porcentaje del ingreso). Un aumento permanente de la inversión genera, en el primer momento, un aumento similar en el ingreso; en un segundo paso, este aumento del ingreso dará lugar a un incremento del consumo, que también sumará al ingreso originando otro aumento del consumo y así sucesivamente, hasta alcanzar un nivel de ingreso que permita el consumo en la proporción deseada y un ahorro equivalente a la inversión incrementada. Es el efecto multiplicador del gasto sobre el ingreso.

Un ejemplo numérico sencillo puede aclarar lo anterior. Sea:

Ingreso de 100 = 80 de consumo + 20 de inversión. 

Es claro que la proporción del consumo es 80% del ingreso. Supóngase que la inversión aumenta en 10 unidades (ahora es 30) por lo que el ingreso aumenta también en 10, que da lugar a 8 de nuevo consumo, que incrementa el ingreso y que da lugar a 6,40 de nuevo consumo y así sucesivamente. El proceso sigue hasta que, finalmente, se logra un nuevo equilibrio: 

Ingreso de 150 = 120 de consumo (80% del ingreso) + 30 de ahorro, igual a la inversión. 

El incremento sostenido de la inversión en 10 unidades generó un aumento del ingreso 5 veces mayor, de forma que el ahorro (ingreso menos consumo) ahora es de 150 – 120 = 30, equivalente al nuevo valor de la inversión. La inversión generó el ahorro necesario.

Veamos ahora el papel del ahorro como atesoramiento (por ejemplo en billetes-dólar). Supongamos que los receptores del ingreso deciden disminuir durante un tiempo su consumo en 2 unidades para ahorrarlos (atesorarlos o “guardarlos bajo el colchón”) hasta reunir lo suficiente para una nueva inversión; es decir, la propensión a consumir del 80% ha bajado al 78%. De la situación inicial

Ingreso de 100 = 80 de consumo + 20 de inversión

Se pasa, en un primer paso, a la siguiente:

Ingreso de 100 = 78 de consumo + 20 de inversión + 2 de stock no vendido

Lógicamente, los empresarios, ante un stock de mercaderías no vendidas disminuirán la cantidad producida, con lo que baja el ingreso y el consumo hasta un nuevo equilibrio:

Ingreso de 91 = 71 de consumo (78% del ingreso) + 20 de inversión

En lo anterior hemos supuesto que la inversión es independiente y queda en 20. Más probable es que, ante la disminución de la demanda, la inversión también baje, agregando entonces un nuevo efecto de un multiplicador negativo. Con ese atesoramiento se ha entrado en una reducción mutua de consumo e ingreso hasta lograr el nuevo equilibrio. Es el camino a la desocupación de trabajadores y quiebra de empresas.

En los últimos cuatro años se aplicó una política conservadora de redistribución de la riqueza en favor de los más ricos que, en lugar de invertir productivamente, la utilizaron para la especulación financiera y terminaron atesoradas en dólares, ya sea en cajas de seguridad o depositada en los paraísos fiscales. Este atesoramiento lleva, inexorablemente, a la recesión económica. Es la crisis que nos legó el gobierno de Macri.

Es decir, tanto para el keynesianismo como para la heterodoxia en general, avalado por la experiencia, se sostiene que la inversión es el tema central y esta depende causalmente de la existencia de demanda global.

Entonces, para lograr la recuperación económica, se necesita: 1) impulsar la demanda global mediante el gasto del Estado, con la ayuda directa a los sectores más necesitados, la inversión pública y los créditos blandos para la construcción y la inversión privada, tanto en la construcción como en la actividad productiva; y 2) evitar las filtraciones (importaciones no imprescindibles, atesoramiento y fuga de capitales, etc.). La oferta aumentará rápidamente porque la industria está trabajando al 50% de su capacidad y, con un impulso continuo de la demanda, comenzarán las inversiones privadas o, si estas no tienen lugar, deberán ser inversiones públicas. Inversiones que, como vimos, por el aumento del producto, generarán su propio ahorro.

29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]