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13/09/2020

Chile: primavera de glorias y derrotas

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Gentileza.

En el país vecino, este nuevo aniversario del fatídico 11 de septiembre de 1973 fecha del derrocamiento de Salvador Allende, trae algo de esperanza. Las últimas encuestas muestran que la opción de aprobar una reforma constitucional es del 78%.

María Beatriz Gentile *

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Si jugáramos a elegir el mes más significativo en la historia de cada país, setiembre sin duda sería el de Chile; aunque también octubre.

Es el mes de su primer gobierno patrio, el de 1810; el del triunfo electoral de Salvador Allende en 1970 y es también el del golpe militar de Augusto Pinochet tres años después; cuando aquellas puertas de la historia que se abrieron durante mil días, fueron cerradas abruptamente.

Retroceso político y social con apertura económica neoliberal fue la ecuación triunfante. A pesar de que en los noventa el régimen militar llegaba a su fin, la hegemonía neoliberal se mantuvo por casi cuatro décadas, aunque con dos períodos bien diferenciados: la dictadura de 1973-1990 y la etapa democrática desde entonces hasta la actualidad.

Fueron esas promesas incumplidas de bienestar, que nunca derramaron, lo que el 18 de octubre del año pasado estalló en las calles y sacudió la modorra del ‘oasis’ latinoamericano.

Las demandas sociales fueron heterogéneas y abarcaron un reclamo amplio por salud, salarios, remoción del sistema de pensiones privado, educación, vivienda e inequidad en general. Sociedad movilizada y referentes políticos detrás, terminaron de articular la protesta en dos argumentos centrales: mejor distribución de la riqueza y reforma de la Constitución pinochetista.

El eje de la discusión política cambió. Ya no se trató de sortear la factibilidad económica de las posibles medidas de gobierno, sino que ‘la subsidiariedad del Estado, el protagonismo del sector privado en la toma de decisiones, la precariedad en el reconocimiento de derechos, la diversidad cultural, demuestran las limitantes de los acuerdos de convivencia que nos rigen y nos recuerdan la necesidad urgente de un cambio constitucional’ sintetizaba uno de los documentos presentados.  La política y sus efectores también debieron salir de la burbuja

La emergencia sanitaria por el Covid 19 irrumpió en Chile en el momento de mayor impopularidad de su presidente; con una clase política deslegitimada y un conjunto de instituciones asediadas por el descontento. 

Ante ello, el gobierno optó por anunciar algunas medidas para manejar el contagio y luego, se vio obligado a tomar decisiones para mitigar el efecto económico de la crisis y tratar a los afectados.

Frente a la pandemia, lógicamente la movilización social fue disminuyendo aunque la desaprobación al gobierno siguió siendo mayoritaria, mientras otros actores ganaron protagonismo. 

Alcaldes y referentes del Colegio Médico de Chile obtuvieron legitimidad social no sólo por el manejo de la crisis sanitaria, sino también por su confrontación con el propio ejecutivo nacional. 

La presidenta del Colegio, Izkia Siches, fue quien convenció a los partidos políticos de postergar el plebiscito sobre la reforma para este 25 de Octubre y fue también la encargada de persuadir a la ciudadanía de adoptar medidas de higiene y aislamiento social, reemplazando con ello al propio ministro de salud

Algunos creen que la crisis Covid favorece políticamente a quienes gobiernan y eso posiblemente los ha llevado a cometer actos de absoluta provocación. El pasado 3 de abril, por ejemplo, Piñera decidió fotografiarse saludando en Plaza Italia, lugar simbólico privilegiado de la protesta del 18 de octubre. 

El gesto enojó a izquierdas y a derechas. Una bravuconada tan hostil e insidiosa como la que hizo el partido de derecha UDI (Unión Democrática Independiente) de utilizar la canción de Víctor Jara “El derecho a vivir en paz” para su campaña de rechazo a la reforma constitucional. 

A pesar de una primavera incierta, este nuevo aniversario del fatídico 11 de septiembre de 1973 trae algo de esperanza. Las últimas encuestas muestran que la opción de aprobar una reforma es del 78% contra sólo un 13% que la rechaza 

La reforma, por sí misma, no cambiará el presente, pero tal vez logre abrir una discusión postergada por casi medio siglo. Tal vez logre que se abran las grandes alamedas para que Chile comience a caminar.



(*) Historiadora, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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