Argentina
16/09/2019

Crisis, transición y elecciones

La campaña transcurre como si no pasara nada

La campaña transcurre como si no pasara nada | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La competencia electoral para las presidenciales de octubre no tiene intensidad ni aditamentos. La contundencia del resultado de las PASO y la debacle económica empujan a los principales candidatos hacia la mesura. Qué dicen las encuestas. Qué puede pasar.

Daniel Hernández

A 42 días de las elecciones presidenciales del 27 de octubre la campaña electoral asume formas inusuales. Las fuerzas mayoritarias aparecen cautelosas. Sus candidatos, contenidos. La mansedumbre se explica por el contundente resultado de las PASO pero también por una crisis económico-social que coloca a unos y otros sobre un polvorín que, de estallar, lastimaría a todos.

Los más de 15 puntos que Alberto Fernández (Frente de Todos) obtuvo sobre el presidente Mauricio Macri (Juntos por el Cambio) dejaron la sensación de elección definida. Fundamentalmente por lo ocurrido a partir del 11 de agosto, cuando la debacle económica se acentuó y ambos candidatos empezaron a ser percibidos con mayor nitidez a partir de atributos contrapuestos.

Distintos analistas consultados por Va Con Firma coinciden en que el fenómeno se acentuó desde las primarias. Macri es percibido como incapaz de resolver la crisis. Fernández como la esperanza de poder hacerlo. Tal vez por eso hoy la distancia entre uno y otro es mayor que nunca. Del 47 % a 32 % de las PASO al 52 % a 34 % que algunas encuestas marcan al día de hoy.

La campaña electoral que se inició el sábado pasado parece una “no campaña”. El oficialismo, con el presidente a la cabeza, parece decidido a encabezar una transición ordenada. Y desde allí apostar al milagro: forzar un balotaje que lo deje con chances en noviembre.

Los más realistas se ilusionan con encabezar la oposición después de diciembre. Para eso necesitan evitar una salida traumática. El radicalismo todavía paga la experiencia de 2001. Hay pocos que se ilusionan con el milagro, que insisten con volver a jugar fuerte. Lo harán en la recta final de la campaña.  

Por el lado del peronismo, Alberto Fernández sabe que le conviene hacer la plancha (ventaja en aumento en las encuestas, indicadores económico-sociales en rojo hasta los comicios) pero que el mar está agitado. Si las olas se convierten en tsunami, no saldrá ileso.

“Si se observa la nube de palabras que los votantes asocian con Alberto Fernández aparece ‘Esperanza’ como destacada. La gente empezó a idealizar, empezó con la luna de miel antes de que sea presidente. Antes aparecía ‘Títere’, ahora ‘Esperanza”. En Macri aparece ‘Inútil’. Alberto Fernández subió 10 puntos de imagen positiva, pasó de ‘Títere’ a ‘Esperanza’ ”, dice a Va Con Firma Jorge Giacobbe, director de Giacobbe & Asociados.

No hagan olas

“La campaña hoy es la ausencia total de campaña, al menos en el sentido clásico”, advierte Shila Vilker, directora de la consultora Trespuntozero, a Va Con Firma. Para la analista “Macri se decidió a hacer de presidente. Su mejor campaña, dadas las circunstancias, es decir ‘estoy al frente, estoy compitiendo’ ”. 

La estrategia presidencial, adoptada después de oscilar entre escarmentar a los votantes y asumir la responsabilidad frente a la crisis, “no quiere decir que no se pueda leer en clave electoral, pero es un cambio rotundo respecto al despliegue del marketing político y del folclore clásico del Pro”, explica Vilker.

Desde la verdad de enfrente “Alberto Fernández prácticamente se empieza a calzar el traje de presidente”, sostiene la analista. “Hay una especie de investidura de las circunstancias. El resultado parece irreversible y él va en piloto automático, aunque necesita que no se queme todo. Por eso también tiene que ser cauteloso”, subraya.

Para Giacobbe, en cambio, la campaña recién empezó y lo que se va a empezar a ver cada vez con mayor claridad es la dualidad entre la mesura y la confrontación en las dos fuerzas mayoritarias. “Hay que ver cuál se impone en cada caso, si es que alguna de las dos prevalece”, especula. 

“Alberto Fernández necesita poner música clásica y una película de Disney. Que no pase nada nuevo y llegar al 27 de octubre en piloto automático. El problema que va a tener es que hay sectores del kirchnerismo que quieren sangre, para que el macrismo muerda el polvo pero también para ordenarlo a él”, explica.

El consultor cree también que “Juntos para el Cambio necesita despertar una épica. Que sus votantes salgan de la fase de depresión y vayan a una fase maníaca que no los resigne”. “Por momentos parece que Macri se conforma con un final honorario, con terminar bien. Confluye con esto la campaña más territorial y menos discursiva de gobernadores e intendentes, sin Macri”, analiza.

Sin embargo Giacobbe considera que “el oficialismo tiene también su sector más confrontativo, como Pichetto. Son los que no pueden conformarse con una derrota digna”.

“Hay un relajamiento fuerte de la polarización -destaca Vilker-. Hay menos antagonismo. Tanto Macri como Fernández van cada vez más hacia lo que ellos son que a lo que el otro es, algo que siempre define al antagonismo. La sociedad reclama eso. Hay una naturalización de cómo se van a ordenar las cosas en octubre”. 

Yo te mido

Lejos de los resultados que finalmente se dieron en las PASO, las encuestas son otro foco de atención en la campaña. La diferencia entre el primero y el segundo puede ser más importante que el resultado final de cara a lo que viene después de diciembre. Y los números que empiezan a conocerse estos días van construyendo ese escenario. 

“El clima de opinión limitó a los analistas antes de las PASO. Si tenías una diferencia mayor a ocho puntos te miraban raro”, confiesa a Va Con Firma un consultor que prefiere conservar el anonimato “para no polemizar con los colegas”, pero que asume “el fracaso” de los pronósticos en las primarias. 

“Creo que lo que hubo antes de las PASO -agrega- fue una especie de espiral de silencio. La gente tendía a callar o silenciar su voto. Nosotros lo vimos y no lo creímos. El gobierno cayó en la última semana cuatro puntos. Siempre tuvimos entre 6 y 8 puntos para el Frente de Todos. A lo que hay que sumar que los indecisos votaron con lógica opositora, algo que no era esperable según lo que ocurrió en las dos elecciones anteriores”.

La confiabilidad de los sondeos quedó en el centro de la discusión. Y, por qué no, de las estrategias de campaña. “Las encuestas siguen siendo el método más fiable y científico para saber qué piensa la gente, simplemente porque lo preguntan. Eso no quita que se puedan dar fenómenos como el voto vergüenza, que se dio en los últimos diez días antes de la PASO y que cambiaron los pronósticos”, asegura Giacobbe.

Sin embargo, el analista reconoce que “hay cosas que revisar”, como “el método, las preguntas por teléfono, que es algo que puede resultar ya ineficaz. También las preguntas directas, como a quién va a votar, ya que hoy se revelan más eficaces las indirectas para saber a quién prefiere la gente, esas que remiten a valores, expectativas, etcétera”.

“Las palabras que se asocian a Alberto Fernández, como ‘Esperanza’, por ejemplo, se corresponden con la intención de voto que nosotros tenemos hoy, que es de 50 a 35 sobre Macri”, concluye.

En tanto, Vilker considera que “es más difícil errar ahora por la referencia que suponen las PASO. Ya no se compara con lo ocurrido hace en 2015 o 2017 sino con lo que pasó en agosto. Ahora se puede captar con más claridad lo que le pasa a la gente. En ese sentido va a ser más fácil”.

“El rol de las encuestas es necesario por un doble carril. Siguen siendo un instrumento para que la ciudadanía se forme una opinión. Y las campañas requieren de encuestas para identificar aciertos, errores, lo que hay que profundizar, etcétera”, explica.

“Las discusiones metodológicas ya estaban antes de las PASO”, destaca la experta, para quien “por un lado está la batería de métodos que hacen a la medición en sí y por otro la analítica de los datos. Creo que no hay análisis de resultados sin ponderación política”. 

“Nosotros hoy tenemos 52 a 34 a favor de Fernández con los votos blancos incluidos. Una diferencia de 18 puntos, con la brecha ampliándose, pero todavía falta mucho”, subraya Vilker.

Terceros a la fuerza

Otra de las claves de la campaña son las denominadas terceras fuerzas, después de la fuerte polarización que se produjo en las primarias. La competitividad o no de estos espacios impactará en el caudal de votos que finalmente obtengan tanto el macrismo como el peronismo, como así también en el mapa de la futura oposición.

“Las terceras fuerzas no van a tener mucho lugar en este escenario”, anticipa Vilker, para quien estas candidaturas “tienen nichos más ideológicos que van a mantener, pero por fuera de estos sus votantes van a empezar a evaluar el voto útil, que se expresa en el rechazo a Macri o a Cristina”. 

Para Giacobbe, “lo que pase con las terceras fuerzas va a depender de si sus votantes pasan de una fase depresiva a otra activa. Si van a votar terceras opciones o se resignan al triunfo de Alberto Fernández”. 

Según el consultor “muchos pensaron que en las primarias podían votar a un candidato y después acumular fuerzas en octubre, pero fueron sorprendidos por la confluencia entre el kirchnerismo y el antimacrismo, algo que nadie esperaba. Ahora hay que ver para dónde salen”.

Los votantes de estas fuerzas están lejos de formar un bloque homogéneo. Para Vilker, “Espert tiene un voto liberal pero también un voto antisistema que no termina de entender qué es el liberalismo económico” y que lo aleja del macrismo, en tanto que “Lavagna tiene una parte del voto de los Fernández. Lo que no se quede ahí se reparte mitad y mitad”. 

En cuanto a la izquierda, la analista cree que “también tiene lo propio, pero lo que no es un voto ideológico o militante está más cerca del peronismo que del macrismo”. “Algo similar – insiste- podría decirse de Gómez Centurión y del voto evangélico, donde más allá del voto ideológico está la realidad socioeconómica, que termina haciéndolo antimacrista”. 

Clásica y moderna

Además del objetivo primario de convencer al votante, la campaña electoral construye expectativas. También permite imaginar el futuro, individual y colectivo, de un modo más o menos preciso. Como en un laboratorio, se combinan fórmulas y posibilidades, para elegir a quien brinde un mejor horizonte. 

“Probablemente en octubre haya una campaña más clásica”, aventura Vilker, aunque destaca que “lo que está en juego es cuán elástica va a ser la diferencia entre Alberto y Macri”. 

“Juntos por el Cambio va a tratar de consolidar un bloque de poder lo más grande posible pensando en su rol después de diciembre. Lo mismo el Frente de Todos. Cuanto mayor sea la diferencia más fortaleza tendrá para tomar decisiones en un contexto difícil”, explica.  

En una elección cuyo final parece cantado, se juega mucho más que un resultado, fundamentalmente para Juntos para el Cambio. Se trata de consolidar, quizás por primera vez en la historia argentina, una expresión política de corte neoliberal con posibilidades de alternar en el poder a través de las urnas.

“A pesar de todo el voto de Cambiemos es sólido. Siempre el ‘ganador’ crece y el ‘perdedor’ cae. Pero acá el ‘perdedor’ se mantiene en términos electorales. Creo que es un polo consistente, que subsistirá a Macri. Tres de cada diez no votan al peronismo. Es un núcleo duro que se siente expresado en otro sistema de valores”, asegura Vilker.

El peronismo, en tanto, también se juega más que un porcentaje. Está frente a la posibilidad de ampliar su base de representación, llevar adelante un programa que exprese su diversidad y construir nuevos liderazgos, consistentes y duraderos. 

La campaña electoral que desembocará en la elección de un nuevo presidente el 27 de octubre próximo será entonces menos clásica y, de algún modo, más moderna.

29/07/2016

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