El Frente de Todos infligió ayer un duro golpe a las aspiraciones reeleccionistas de Mauricio Macri al imponerse por más de 15 puntos en las Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias (PASO) que se celebraron en todo el país para elegir a los candidatos a presidente y vice que se presentarán en los comicios del 27 de octubre próximo. 

Con el  98,67 % de las mesas escrutadas la fórmula integrada por Alberto Fernández-Cristina Kirchner obtenía el  47,65 % de los votos frente al  32,08 % del binomio que integran Mauricio Macri-Miguel Ángel Pichetto. Mucho más lejos quedó Consenso Federal, con Roberto Lavagna-Juan Manuel Urtubey, que reunía el  8,22 % de los sufragios, confirmando la polarización que se preveía antes de la elección. 

La derrota del oficialismo fue mucho más amplia de lo esperado tanto por la coalición gobernante como por la oposición. El Frente de Todos también se impuso de modo categórico en la provincia de Buenos Aires y en Santa Fe, distritos que fueron claves para que Macri llegara la presidencia en 2015. También hizo una muy buena elección en Córdoba y Mendoza, plazas fuertes del macrismo. 

En territorio bonaerense la fórmula que integran Axel Kicillof-Verónica Magario se imponía a la gobernadora María Eugenia Vidal y su vice Daniel Salvador por 50,65% a 29,88 % con el 82,47 % de las mesas escrutadas, en un distrito donde Juntos para el Cambio tenía a su candidata más fuerte. 

Juntos para el Cambio lograba una diferencia no definitiva en la Ciudad de Buenos Aires, donde Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli aventajaron a Matías Lammens y Gisela Marziotta por 44,71 % a 33,04 %, con el 99,94 % de las mesas escrutadas. Si estos números se repiten no solo hay balotaje en la Ciudad (se necesita sumar más del 50 % para evitarlo) sino que el resultado es incierto. 

"Los argentinos comenzamos a escribir otra historia", sostuvo Alberto Fernández poco antes de la medianoche en el eufórico búnker del Frente de Todos en Colegiales, copado por la militancia tanto dentro como afuera, en la calle. 

Mencionó a Cristina Kirchner, quien votó en Santa Cruz y apareció a través de un video grabado en el que destacó la jornada electoral "sin incidentes" y "con números que nos ponen muy contentos". 

El candidato presidencial los convocó a convencer a quienes no lo habían votado para hacerlo en las elecciones de octubre y consideró concluido el tiempo de "la grieta"? "Argentina se dio cuenta que nosotros éramos el cambio, no ellos", afirmó.  

El triunfo del Frente de Todos se extendió por casi todo el país, a excepción de Córdoba y Ciudad de Buenos Aires, aunque en ambos casos cumpliendo con el objetivo impuesto por el equipo de Alberto Fernández de alcanzar al menos el 30 por ciento de los votos. En cambio, lograba una sorprendente victoria en Mendoza, lo mismo que en Jujuy y Corrientes. 

Un Macri visiblemente afectado reconoció la derrota después de las 22 horas, antes de que se conocieran los datos oficiales. “Tuvimos una mala elección”, dijo el presidente. Y pidió “trabajar juntos para la elección de octubre, en la que se va a definir la Argentina de los próximos 30 años”.  

“Sabemos escuchar a la gente y creemos en la democracia”, alegó Macri, quien lejos de hacer una autocrítica aseguró que “duele que no hayamos tenido todo el apoyo que esperábamos porque si retornamos al pasado la Argentina no tiene futuro”.  

Sobre el final de su intervención el primer mandatario pidió que “nos vayamos a dormir para seguir trabajando mañana”, aunque minutos después dio una conferencia de prensa donde responsabilizó “a la sociedad” y a la oposición de no entender que “la Argentina no tiene futuro si se cierra sobre sí misma”. 

Sin ocultar su desconcierto Macri aseguró también que “se abrían muchas alternativas distintas pero a esta nadie la esperaba” y pidió a Alberto Fernández, a quien evitó mencionar en sus dos intervenciones, que “nos ayude a contener esta situación”, en elíptica referencia a la incertidumbre que en el terreno económico puede abrir el resultado de la elección. 

La participación electoral en todo el país se ubicó en el 75 %, el mismo porcentaje que en las PASO de 2015. Este dato da cuenta de que el gobierno tampoco tuvo eco en su convocatoria a una mayor participación que evite lo que finalmente ocurrió: una amplia victoria peronista muy difícil de revertir en octubre.