Rodeado de negociaciones sigilosas y sin ningún debate público, el Ejecutivo que encabeza Mauricio Macri continúa haciendo los máximos esfuerzos diplomáticos para que el Mercosur firme un pacto con la Unión Europea (UE). El tratado comercial, que tendría las características del “libre comercio” que defiende a ultranza el gobierno nacional, podría ser muy perjudicial para Argentina según opiniones de especialistas.

En el propósito de definir cuanto antes el acuerdo, el jefe del Estado tiene plena coincidencia con su par de Brasil, Jair Bolsonaro. Ellos son actualmente los gobernantes con más peso en el Mercosur, por el volumen territorial, demográfico y económico de los países que gobiernan.

Ambos presidentes derechistas han dejado de lado la política de integración y cooperación entre las naciones, que en la década anterior lograron avances en el afianzamiento democrático y la paz en la región, mediante la cooperación diplomática, militar, educativa, científico y cultural, entre otros planos. Ahora, en cambio, los respectivos gobiernos se dedican de lleno a favorecer grandes negocios.

Los dos presidentes se encuentran en estos días en Japón, donde se realiza la reunión cumbre del “Grupo de los 20”. Ese foro internacional está formado por los países más poderosos del mundo, incluyendo Estados Unidos, China, Rusia y las potencias europeas, junto con otros de desarrollo intermedio, entre ellos tres latinoamericanos: México, Brasil y Argentina.

Pero Macri, a pesar de asistir a una reunión internacional de máximo nivel, ordenó que el ministro de Relaciones Exteriores (canciller), Jorge Faurie, permanezca en Bruselas (Bélgica), ciudad en la cual están radicados los organismos rectores de la UE y es donde se realizan las negociaciones por un “acuerdo de libre comercio” con el Mercosur.

“Una tragedia histórica”

Los especialistas argentinos Carlos Bianco y Sofía Sternberg, advirtieron recientemente que un pacto de ese tipo significaría “una tragedia histórica para las posibilidades de industrialización y desarrollo futuro de la Argentina, con consecuencias que serán irreversibles sobre el tejido industrial”, y también “sobre la posibilidad de generar empleo de calidad y bien remunerado en nuestro país”.

El tratado entre ambos bloques, que se viene postergando desde 2000, tiene como principal traba el intercambio agropecuario, que es precisamente el que más le conviene a Argentina. Pero las exportaciones de carne de nuestro país hacia el viejo continente cuentan con la oposición de gobiernos que defienden el interés de sus respectivas economías.

En ese sentido, las autoridades de Francia, Irlanda, Bélgica y Polonia expresaron en los últimos días su "profunda preocupación" por los efectos que podría tener el eventual convenio para la producción agrícola, que en la UE está fuertemente subsidiada.