Sus hijos, sus socios -entre los que resalta Héctor Magnetto-, funcionarios y jefes periodísticos del Grupo Clarín, personalidades del empresariado, la política y los medios, acompañaron los restos de quién fuera una de las mujeres más poderosas de la Argentina, y que llegó a detentar una de las 100 fortunas más grandes del mundo, según la revista Forbes.

Durante la dictadura adoptó una niña y un niño, y en 2002 el juez Eduardo Marquevich comprobó que ambas adopciones se hicieron mediante falsificación de documentación. Nunca llegó a probarse que fueran hijos de desaparecidos. Durante el largo proceso, la presión del Grupo Clarín logró que en 2004 el juez Marquevich fuera destituido.

En tanto, la denuncia judicial contra ella y los demás jerarcas de su empresa periodística y de otras, por la apropiación de la compañía Papel Prensa mediante delitos criminales contra los anteriores propietarios de la empresa, nunca avanzó en el Poder Judicial.