Rubén Sosa, médico pediatra e infectólogo del Hospital Pedro de Elizalde de Buenos Aires, destacó al analizar los principales aspectos alrededor del coronavirus que no es un tema “sanitario” sino que “el problema social puede llevar a un problema sanitario”, ya que lo importante es “evitar la velocidad” de propagación del virus.

“Con prevención tal vez no se eviten las infecciones en adultos, pero sí se podrá asistir a todos los que se le complique”, definió Sosa en diálogo con , y aclaró que “tenemos la suerte de tener un espejo que adelanta, que es la experiencia de lo que ocurre en el hemisferio Norte”. Enfatizó que “tenemos la suerte también de que esta pandemia se da en épocas de internet, donde podemos saber en el mismo momento lo que está sucediendo en Italia o en Nueva York”.

Para el especialista en infectología, “esto es una ventaja muy importante”, aunque “de nada sirve si la corteza cerebral desaparece y queda todo el sistema límbico”, es decir el sistema cerebral que maneja las emociones, porque aflora “el miedo y el egoísmo”.

“Si bien somos seres emocionales que razonamos, tenemos que tratar de ser seres razonadores para poder manejar las emociones”, expresó Sosa. Remarcó que por ejemplo “el robo de barbijos del hospital” o un “pastor que vende alcohol en gel a sus fieles”, hechos que calificó como “cuestiones de miseria humana”, tienen que “desaparecer para mancomunarnos como especie”.

Explicó que “el problema no es sanitario” pero que “el problema social puede llevar a un problema sanitario”. Razonó que si “conocemos la velocidad de crecimiento” del virus “por lo que le pasó a otros, esta idea egoísta de que ‘a mí no me va a pasar’, ese desdén por lo que pasó en Italia y en Estados Unidos”, puede llevar a no acatar las medidas preventivas y provocar un colapso del sistema de salud porque su capacidad “depende del número de afectados”.

El egoísmo de “a mí no me va a pasar”

El médico agregó que “un 5% de las personas que se enferman y dependiendo de la edad y de su estado inmunitario pueden necesitar una atención de terapia intensiva, pero un 5% de mucha cantidad (toda junta, en poco tiempo) es mucho”, y “un 5% de a poco es tolerable”.

“Sería muy pedante de nuestra parte decir no acatemos” la cuarentena obligatoria porque “es lo acertado”, definió el pediatra e infectólogo, para luego afirmar que las medidas de prevención “tendrían que profundizarse más para frenar la circulación, de modo que si el virus va a producir cierto número de infectados, que sea en cuentagotas” y así el sistema de salud pueda dar abasto para su atención.

A modo de metáfora, insistió en que “si usted va a 140 kilómetro por hora va a atropellar a la gente, pero si va a 20 no”. Es decir que “no vamos a poder evitar un aumento de casos, (pero) lo que sí podemos evitar es la velocidad”.

Acerca de las decisiones adoptadas para controlar la epidemia, el especialista indicó que lo más importante es evitar “la mala información” y de esa forma que los ciudadanos entiendan que “no se puede salir”, como lo que ocurre con “fiestas privadas” que siguen realizándose a pesar del aislamiento necesario, o el caos del “paciente que se escapó de Uruguay sabiendo que tenía Coronavirus e igual viajó”. 

“Lo que tenemos que tener acá es una mirada antropológica de lo que está pasando, lo demás es simple: todos sabemos del lavado de manos y demás”, definió Sosa. 

Aspectos positivos

Entre las cosas que destacó el infectólogo sobre los efectos del coronavirus, está el hecho de que “nunca antes toda una población estuvo tan educada para prevenir enfermedades respiratorias”, y sostuvo que puede traer “un coletazo positivo para las otras enfermedades”.

En cuanto a una posible vacuna, indicó que no podría hablar de tiempos pero añadió que “estamos en una era donde todo se multiplica exponencialmente, y lo que se tardaba dos años a lo mejor tarda dos meses”.

Sostuvo que “tenemos la suerte de que este es un virus que afecta el aparato respiratorio” y no “fue mutado un virus como el de la polio o de la rabia, que tiene un 100% de mortalidad en el sistema nervioso central”, y entonces “de alguna manera nosotros lo podemos manejar epidemiológicamente”. Pero “no es una cuestión médica, es una cuestión social”, insistió Sosa.