Alberto tocó una fibra sensible de los intereses de las empresas petroleras y del gobierno de Neuquén. En una declaración a El Cohete a la Luna que reprodujo el mismo domingo en que se publicó la entrevista con Fernández, el presidente dijo que Vaca Muerta es importante, pero no es todo lo que se necesita para desarrollar una política energética con un perfil nacional.

El presidente dijo que durante el gobierno de Mauricio Macri "la Argentina se enamoró de Vaca Muerta y desincentivó el resto de la producción" convencional de petróleo y gas. Para la lógica “vacamuertista”, de tiro corto e intereses muy concentrados, sonó a delirio progresista, y los actores conocidos empezaron a zapatear.

Alberto explicó en la entrevista con Horacio Verbitsky que el gobierno trabaja en un proyecto para equilibrar los esfuerzos, tanto en la explotación no convencional como en la convencional, y se metió con la estrategia de la mirada única que alimentan los gurúes de la política energética, varios de ellos con discurso alquilado.

Medios y operadores "especializados" que defienden los mismos intereses de las empresas, y que en el caso de Neuquén van en perfecta armonía con el discurso del gobierno del MPN, serruchan los criterios más amplios y de mayor autonomía, respecto de lo que hay que hacer con los recursos de gas y petróleo, que ofrece Alberto Fernández en un armado de contrapesos que va marchando.

Hay un nuevo escenario en la política nacional que se pretende ignorar. Llegó de la mano de un nuevo gobierno que empieza a quitarle el monopolio de la palabra sobre Vaca Muerta a una industria que es feroz e incansable en la tarea de presionar a quien sea para conseguir sus objetivos.

Ni bien metió de nuevo la cuchara el presidente, el gobernador enseguida anunció una gestión de “buenos oficios” con el ministro de Vaca Muerta. La idea es no perderle pisada al tema para que no se “desvíen” demasiado las políticas, y a esa faena estará abocado hoy Omar Gutiérrez que se entrevistará con Matías Kulfas, titular de la cartera de Desarrollo Productivo. Va por los despidos en suspenso en el sector petrolero, por la nueva ley de hidrocarburos en proceso y por las inversiones en Vaca Muerta. En realidad, hay que invertir el orden. Y también estará con el presidente de YPF, Guillermo Nielsen, uno de los “enamorados” de Vaca Muerta que tiene como contrapeso al secretario de Energia, Sergio Lanziani, según lo reconoció el propio presidente en la aludida entrevista.

La batalla por la política energética viene desde las PASO e incluye tanto a los voceros del gobierno de Neuquén como al coro de repetidores del discurso "único" que se impuso durante los últimos años. También al gremio de los petroleros privados, en manos de un hombre del MPN en forma ininterrumpida desde 1984, que suele entrar en acción en el último tramo de la escalada de presiones, la mayoría de las veces con amenazas de paro, acompañadas por fuertes demostraciones de poder con afiliados movilizados. Y si algo le faltaba a este juego combinado de lobby, hay que mencionar que antes de los encuentros que hoy mantendrá Gutiérrez con los funcionarios nacionales, el gobernador y Pereyra se vieron ayer en Neuquén para coordinar discurso y acción.

Fernández no declaró nada que la industria no conozca. En una entrevista recientemente publicada en Econojournal, uno de los sitios informativos del nicho petrolero, el gerente de Geociencias y Reservorios de YPF, Cristian Espina, admitió que en los últimos tres o cuatro años la declinación de los convencionales se compensó con los no convencionales, y dijo que recién en enero del 2018 la empresa inició un proceso de revisión de sus yacimientos maduros. Justamente ese camino es el que está proponiendo el presidente.

El presidente cree en Vaca Muerta, pero también, y por encima de todo, en la política. A las petroleras, al gobierno del MPN y a los medios que responden a ambos, no les gusta lo que está pasando en el área de energía. Actúan con el tiempo cambiado, como si Macri no hubiera perdido la elección.