Argentina
27/10/2019

Elecciones presidenciales

La hora de la verdad

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En una de las contiendas electorales más importantes desde el retorno de la democracia Mauricio Macri busca forzar el balotaje y Alberto Fernández el retorno del peronismo al gobierno. Con una grave crisis económico-social como telón de fondo se eligen además 130 diputados, 24 senadores y cuatro gobernadores. El país que viene.

Daniel Hernández

Es la novena elección presidencial desde el retorno de la democracia, en 1983. Y, tal vez, la más determinante. Está noche comenzará a delinearse el país de las próximas décadas, justo cuando en la región empiezan a crujir las políticas neoliberales. Quien asuma el próximo 10 de diciembre deberá afrontar una severa crisis económico-social en un país dominado por identidades políticas fuertes y antagónicas.

Alberto Fernández (Frente de Todos) llega como favorito. Por la contundente victoria por más de 15 puntos lograda en las primarias del 11 de agosto pasado y por la persistencia de la crisis. Sin embargo, el presidente Maurcio Macri (Juntos por el Cambio) logró sobrevivir a todo eso y apuesta a reunir la cantidad de votos suficientes que le permita forzar un balotaje.

Roberto Lavagna (Consenso Federal), Nicolás del Caño (FIT), Juan José Gómez Centurión (Frente NOS) y José Luis Espert (Frente Despertar) son los otros candidatos que superaron el 1,5 % en las PASO y buscarán consolidar sus respectivos espacios políticos de cara a la Argentina que viene. 

Lavagna y Del Caño estarán atentos al porcentaje de “voto bronca” que finalmente canalicen el peronismo y sus aliados. Espert y Gómez Centurión dependerán, en buena medida, de si el gobierno logra acaparar o no al voto de derecha puro.

Para que hoy haya presidente electo el ganador debe obtener el 45% más uno de los votos afirmativos (sin contabilizar los sufragios en blanco) o una diferencia mayor a 10 puntos respecto al segundo. En caso de que ninguna de estas dos posibilidades ocurra habrá segunda vuelta entre los dos candidatos más votados el 24 de noviembre próximo.

En las primarias la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner obtuvo el 49,49% de "votos afirmativos" y el binomio Mauricio Macri-Miguel Ángel Pichetto el 32,93%. Una diferencia que se estira a más de 16 puntos respecto a los porcentajes que sólo contemplan los “votos válidos”. Si esa elección se repite, hoy habrá nuevo presidente.

Duro de domar

Algo más de 32 millones de ciudadanos están habilitados para elegir también 130 diputados, 24 senadores nacionales y cargos ejecutivos locales, en entre los que se destacan elecciones a gobernador en la provincia de Buenos Aires y a Jefe de Gobierno en la Ciudad de Buenos Aires.

Lo que ocurra en estos distritos también será trascendental para la elección presidencial, ya que juntos concentran casi el 45 % del padrón electoral. Además, porque en el caso de las fuerzas mayoritarias determinarán liderazgos de cara al escenario político que surja de la elección. 

También elegirán autoridades provinciales Catamarca y La Rioja. En tanto que definirán sus senadores nacionales Salta, Río Negro, Entre Ríos, Santiago del Estero, Chaco, Tierra del Fuego, Neuquén y la Ciudad de Buenos Aires, para renovar un tercio de la Cámara alta.

El nivel de participación será un aspecto a tener en cuenta. En las PASO votó el 76,4 % del padrón electoral contra el 81,07 % que lo hizo en la primera vuelta de la elección presidencial de 2015. Si la participación crece habrá que ver en qué medida lo hace. Y, por supuesto, cómo se reparten los “nuevos” votos. 

Caminante no hay camino

Mauricio Macri llega a la elección de hoy dominado por la incertidumbre pero sabiendo que supo recomponerse. La profunda crisis económico-social, la resistencia a su candidatura en propios y aliados y la devaluación de su autoridad presidencial lo pusieron varias veces al borde del abismo. Y otras tantas logró sobrevivir.

El radicalismo, e incluso algunos dirigentes del Pro, dudaron de la conveniencia de su candidatura. Macri desactivó la resistencia abriendo la fórmula oficialista y acordando una serie de medidas económicas que desde el propio gobierno calificaron como “populistas” (congelamientos de tarifas, precios esenciales e “incentivos salariales).

La designación del senador peronista Miguel Ángel Pichetto como candidato a vicepresidente de Juntos por el Cambio fue parte de esta reconversión. El rol del otrora “jefe de la oposición” en el Senado le permitió apuntalar la identidad de “derecha democrática”. Para eso debió abandonar la tradición de “fórmula pura” que el Pro siempre impuso en sus alianzas.

La supervivencia presidencial también se puso a prueba después de la categórica derrota en las PASO. Desencajado por el revés electoral y jaqueado por una nueva devaluación del peso, Macri adoptó nuevas medidas (que su ministro de Producción, Dante Sica, calificó como kirchneristas) para capear el temporal: postergación de los vencimientos de la deuda, cepo cambiario y alivio a la contracción salarial (bonos a estatales y privados, devolución del IVA y Ganancias, etcétera).

Poco después llegó el relanzamiento de la campaña electoral, cristalizada en la campaña “Sí, se puede”. Allí hubo un nuevo giro, donde el presidente tomó contacto directo con los electores y apostó por una mayor presencia territorial, dejando en un segundo plano el “proselitismo digital”, centrado en las redes sociales, que dominó hasta entonces el marketing político del oficialismo. 

A partir de una apuesta “a la épica de la movilización”, Macri supo construirse una nueva oportunidad. Esta noche se sabrá si para lograr la reelección o para intentar liderar la oposición. En cualquier caso, llegó con alguna expectativa donde pocos creían que podía hacerlo. Y ahí residen, en parte, sus posibilidades.  

Jugar en otra cancha

Tres factores confluyeron para que el peronismo llegue a la elección de hoy con la expectativa de volver a la Casa Rosada a partir del 10 diciembre: la unidad de casi todos sus sectores; la decisión de la ex presidenta Cristina Kirchner de no encabezar la fórmula presidencial; y la decepción de amplios sectores de la población con el gobierno de Mauricio Macri.

La ex presidenta asumió la tesis que planteaba “sin Cristina no se gana pero con Cristina sola se pierde” y nominó a Alberto Fernández como candidato presidencial del peronismo. La decisión, que cambió el escenario político y marcó el proceso electoral, desencadenó todo lo que sucedió después.

Alternativa Federal, que nucleaba a un sector significativo del peronismo no kircherista, no tardó en desintegrarse. Casi todos los gobernadores peronistas, Sergio Massa y la CGT se alinearon con el flamante Frente de Todos. Así, salvo los gobernadores de Salta, Juan Manuel Urtubey, y Córdoba, Juan Schiaretti, el justicialismo alcanzó la tan mentada unidad a través del Frente de Todos.

A este bloque el peronismo supo sumar a partidos políticos y dirigentes diversos, incluso a algunos que fueron críticos del kirchnerismo, como Pino Solanas y Victoria Donda, a los tres sectores que integran la CTA y a los movimientos sociales mayoritarios, de nutrida presencia en el territorio y en las calles. 

El tercer elemento es el impacto de la crisis y la decepción que produjo el gobierno de Mauricio Macri, fundamentalmente en aquellos electores que votaron al actual presidente en 2015 con la expectativa de un cambio y hoy se sienten defraudados. Ese sector se sintió convocado por la figura del ex Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner.

A partir del contundente triunfo en las PASO, el Frente de Todos optó por la mesura. Fernández, en tanto, se movió sin estridencias. Supo alternar entre la actividad proselitista y reuniones y encuentros que reforzaron su papel de ganador. En los últimos dos meses y medios se movió como virtual presidente electo, algo que deberá confirmarse en las urnas durante la jornada de hoy.

El futuro no será una fiesta

Cuando comiencen a abrirse las urnas a las 18 de hoy se sabrá si el presidente Mauricio Macri tendrá una nueva chance de lograr su reelección o si, definitivamente, la Argentina comenzará a transitar un nuevo camino.

Sin embargo, no es lo único que está en juego. También empezará a delinearse el futuro de las dos fuerzas políticas que dominan el escenario nacional desde comienzos de este siglo. En el gobierno o en la oposición, ya no serán idénticas a lo que fueron hasta ahora. 

El macrismo sabrá si, más allá del resultado, puede constituirse por fin en una fuerza político-electoral competitiva, como no tuvo antes la derecha liberal en nuestro país. También si Mauricio Macri puede ser el líder de ese espacio o deberá dejar ese lugar a alguno de los dirigentes de su espacio que resulte victorioso en la jornada de hoy. 

El peronismo, en tanto, comenzará a dilucidar si está en condiciones de expresar un proyecto diferente al del “justicialismo aggiornado” que expresaron algunos de sus principales dirigentes en los últimos cuatro años. 

El deterioro económico y el consecuente malestar popular provocados por políticas de corte neoliberal, que también se expresan por estos días en Chile y Ecuador, anticipan una etapa compleja. Pero también suponen un desafío. El de construir consensos y mayorías para dar vuelta la página. 

29/07/2016

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