Otro capítulo de la estrategia del gobierno nacional para culpar a otros sectores y a la sociedad en su conjunto por los problemas del país, se vivió ayer en una conferencia de prensa del ministro de Hacienda, Hernán Lacunza. Al referirse el endeudamiento contraído durante la gestión de Mauricio Macri, dijo que se debió a decisiones del Parlamento, de las provincias o del Poder Judicial, y afirmó que “el nivel de deuda es fruto de una decisión colectiva dentro del proceso democrático”.

Además, ante la inminencia de un nuevo periodo gubernamental a partir de diciembre, dijo que “no hay tiempo que perder para renegociar la deuda externa con los acreedores”, pero vaticinó que una quita del capital sería “oportunista en el corto plazo pero gravosa en el largo”. Postuló “una negociación más amigable”, que según él mismo reconoció “exigiría un mayor esfuerzo fiscal”, pero justificó con que “permitiría volver antes al mercado de crédito internacional y voluntario”.

El responsable de las finanzas del país informó ante la prensa que las cuentas públicas tuvieron en septiembre un déficit “primario” (antes del pago de intereses) de 25.368 millones de pesos, lo cual entraría dentro de la meta acordada con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ese cálculo, no considera que si se suman los intereses por la deuda externa, el resultado financiero pasa a ser negativo.

Como parte de su explicación, sostuvo que “la variación de la deuda pública equivale al resultado fiscal. Para que baje la deuda tiene que bajar el déficit. Hay que elegir una de las dos cosas. Y ese dilema, que es elegir entre reducir el déficit o reducir la deuda, no lo resuelve el Poder Ejecutivo de turno”.

Afirmo entonces que “el resultado de ese dilema está dado por la interacción de las fuerzas políticas en el Parlamento, porque la ley de Presupuesto establece determinado nivel de gastos e ingresos y muchas veces en el proceso negociador terminan surgiendo más gastos y menos impuestos, lo cual lleva a un mayor nivel de deuda. También intervienen las provincias y los fallos judiciales que modifican el reparto de fondos. Es decir, el nivel de deuda termina siendo el fruto de una decisión colectiva, dentro del proceso democrático”, disparó Lacunza.

“Amigable” con los acreedores

En otro momento, retomó sus apreciaciones sobre una futura renegociación con los acreedores. Dijo que el país “tiene que recobrar el acceso al mercado voluntario de deuda”, y “si se quiere hacer algo más hostil va a ser más oportunista en el corto plazo, pero más gravoso en el largo plazo”

Agregó que “si se hace algo más amigable que exija un mayor esfuerzo fiscal, se volverá antes al mercado de deuda”. Consideró que “finalmente, las condiciones de la negociación depende de la trayectoria fiscal que la Argentina esté dispuesta a comprometerse", agregó.

La conferencia de prensa se convirtió en una parte más de la campaña electoral. En ese marco, el ministro contradijo los números del candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, quien durante el debate televisivo de aspirantes presidenciales dijo que el endeudamiento llegaba casi al 100% del Producto Bruto Interno.

Sostuvo que entre 2016 y 2019 la deuda creció un 30% y como porcentaje del PBI se elevó al 68% de acuerdo al promedio móvil de los últimos cuatro trimestres y sin distinguir entre deuda en moneda nacional y extranjera.

El alto funcionario aseguró que “la deuda está en niveles sostenibles, Argentina tiene un problema de liquidez y no de solvencia", y justificó este endeudamiento por "la inercia" del déficit heredado por el kirchnerismo.

Manifestó que “cuando hay déficit se puede financiar con emisión, con deuda o con reducción de activos que sería caída de reservas”, y “esta última fue una práctica que usó el gobierno anterior".

Lacunza negó que "el préstamo del FMI haya ido a la fuga de capitales", como también denunció Alberto en el debate, y dijo en cambio que entre los motivos del endeudamiento estuvieron "la cesión de más recursos a las provincias y los fallos judiciales", así como la cancelación de compromisos con el sector privado.

Un psicoanalista para el ministro, si es lacaniano mejor