Ramón Chiocconi, concejal de Bariloche por el Frente para la Victoria (FpV) y anotado en la carrera para la intendencia el año venidero, advirtió que “estamos más que preocupados por la situación social en general” que atraviesa la ciudad en el marco de la crisis económica que vive el país, pero puntualizó que allí todo se agrava porque “no hay peor pobreza, que la pobreza con frío”.

Puntualizó que su labor en el Deliberante local le permite conocer los “problemas del día a día”, destacó que se trabaja con un “grupo grande de agrupaciones para pensar y trazar el proyecto de gobierno”, porque “no queremos llegar a la campaña sin un proyecto de ciudad, de empleo, acceso a la tierra y el turismo”.

Con angustia e indignación, el integrante del Concejo municipal aseveró que “hoy hay gente en Bariloche que come de la basura, por la extrema situación que se atraviesa, y encima el intendente (Gustavo Gennuso) lo niega con el argumento de que van al vertedero a buscar metales”.

Remarcó que la ciudad “tiene un cordón de mucha pobreza y con el arribo del invierno y las nevadas, se genera la contradicción de que mientras llegan y disfrutan los turistas, hay gente que la pasa muy mal”.

De cara al 2019, donde se anotó como candidato a intendente, el concejal puntualizó que su labor en el parlamento local le permite conocer los “problemas del día a día y trabajamos con un grupo grande de agrupaciones para pensar y trazar el proyecto de gobierno, porque no queremos llegar a la campaña sin un proyecto de ciudad, de empleo, acceso a la tierra y el turismo”.

En torno al encuentro que mantuvo con el presidente del PJ rionegrino Martín Soria, Chiocconi señaló que sí bien “estamos en la etapa del diagnóstico el FpV se prepara para gobernar Río Negro a partir de diciembre del 2019, sabiendo que el gobierno provincial se va a ir dejando una deuda sideral que condicionará a la futura gestión”.

Ciudad de grandes contrastes

Bariloche es la ciudad rionegrina que genera el Producto Bruto Geográfico (PBG) más alto de la provincia, fundamentalmente gracias a la industria turística que produce unos 2.700 millones de dólares anuales.

Sin embargo es una ciudad de contrastes, característica que seguramente comparte con otras muchas ciudades del país, pero aquí parecen ser más evidentes.

La opulencia de los sectores más ricos, la ostentación del turismo cinco estrellas, el Cerro Catedral acotado a quienes pueden pagar 1.800 pesos por día para esquiar, y hasta los estudiantes que exteriorizan su adrenalina adolescente en las calles y boliches de la ciudad, se contrapone con una desocupación estimada en más del 30 por ciento en el Alto y la pobreza más extrema, que soporta el frío invernal sin gas natural en pequeñas casillas de madera y nylon.

La caída de la actividad económica nacional en los últimos años provocó un descenso porcentual importante en los ingresos municipales por coparticipación, y justamente es la zona del Alto, cercana al vertedero, la más perjudicada por esa desatención.

A esos niveles de desocupación y a la histórica falta de políticas públicas, se le suma la crisis económica del país que profundizó el recorte presupuestario en las áreas sociales, lo que trae aparejadas muchas más complejidades para ese amplio sector de la ciudad en donde en el invierno se “sobrevive” como se puede.