Neuquén
23/07/2019

Juicio La Escuelita VI

"A veces no tengo la certeza de que mi hermano está fallecido"

"A veces no tengo la certeza de que mi hermano está fallecido" | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
(Fotos: Laura D’ Amico).

Horacio Herman viajó desde Bariloche para declarar ante el tribunal sobre la desaparición de su hermano Juan Marcos, secuestrado en 1977. “Yo pienso que ya está muerto pero una parte dentro mío no termina de aceptarlo”, dijo. Contó que por el dolor del hijo desaparecido, “mi madre enloqueció” y “mi padre murió de tristeza”.

Laura D' Amico

El temporal de nieve que afecta a la región cordillerana no impidió a Horacio Héctor Herman llegar de Dina Huapi hasta la capital neuquina para declarar como testigo en el juicio La Escuelita VI, donde se investiga la desaparición de su hermano Juan Marcos, un estudiante de abogacía secuestrado en Bariloche en 1977 y de quien nunca más se supo. Se trata de la única víctima de este tramo del juicio que está desaparecida.

Horacio dijo en su testimonio que “esta sensación de estar y no estar, es sorprendente. Yo pienso que ya está muerto, que ya pasó tanto tiempo que ya está. Pero hay una parte dentro mío que no termina de aceptar". En otro momento reveló que “a veces, o siempre, es, porque no tengo la certeza que mi hermano está fallecido”.

El realizador cinematográfico vive en Bariloche y actualmente se dedica a escribir y a atender la chacra que tiene entre El Bolsón y Lago Puelo. Llegó en auto desde la ciudad donde reside para prestar declaración en la audiencia oral y pública. De campera de gamuza y pulóver marrón, el hombre de 61 años y pelo entrecano, declaró y se emocionó al recordar a su hermano frente al Tribunal Oral Federal de Neuquén compuesto por los jueces Orlando Coscia, Alejandro Silva y Alejandro Cabral.

Contó que Juan Marcos había nacido en 1955 en El Bolsón. Tras terminar el colegio secundario había ido a estudiar ingeniería electrónica a Bahía Blanca y luego abogacía a Buenos Aires, donde militaba en la Juventud Peronista. En las vacaciones de invierno de 1977 viajó con un amigo a Bariloche. El 16 de julio de ese año fue secuestrado por un grupo de tareas del Ejército en la casa de sus padres.

Horacio relató que se había enterado del secuestro de su hermano porque su padre lo fue a buscar al boliche donde se encontraba esa madrugada. "Vamos porque secuestraron a Juan", le dijo el papá, un reconocido médico de la ciudad. Luego le dijo que un grupo de tareas del Ejército de 5 o 6 personas con fusiles FAL y pasamontañas entraron a su casa preguntando por Juan. Mantuvieron a punta de pistola a la familia durante horas, hasta que el joven llegó.

"Lo hacen poner contra la pared, lo revisan a ver si tenía armas. Le dicen 'dame la pastilla, dame la pastilla'. Juan les dice 'no tengo ninguna pastilla'". En otro momendo "entraron al cuarto que yo tenía con Juan, revisaron un ropero y encontraron unos panfletos y dijeron 'estos son'", contó en la audiencia Horacio, quien no supo precisar qué decían esos panfletos. Agregó que después los atacantes dijeron "'bueno, nos vamos a llevar a Juan a hacerle unas preguntas y lo devolvemos'. Y se lo llevaron y no lo vimos nunca más", detalló el hermano.

Una peregrinación para averiguar el paradero

Las gestiones para encontrar a Juan comenzaron al día siguiente. Fue una peregrinación para chequear pistas o tratar dar con alguien que supiera algo de su paradero. Herman contó ante el tribunal que sus padres "fueron a ver a (monseñor Jaime) De Nevares, a (el obispo Miguel) Hesayne de Viedma, llegaron a ver a monseñor (Antonio) Plaza (N. de la R.: arzobispo de La Plata, vinculado con la dictadura y ya fallecido), que en ese momento se pensaba que era alguien que los podía ayudar, luego se confirmó que no".

También afirmó -siempre según lo que le había contado su padre- que uno o dos días después del secuestro, había accedido a una audiencia con el coronel (Néstor) Castelli, donde también estaba presente (Marcelo) Zárraga. Ellos son dos de los imputados en este tramo del juicio de La Escuelita. "La persona que lo recibió en el Ejército, cuando mi papá le dice 'soy Juan Herman y vengo a ver el coronel Castelli porque secuestraron a mi hijo', recuerdo que esa persona dijo 'uh, otra vez la caza de brujas'". Esa persona, según indicó después el testigo, fue identificada como Wado Magan.

En esa entrevista Castelli le dijo al padre de Juan "que se quedara tranquilo" porque se "habían tomado todas las precauciones del caso". En otra oportunidad, un hombre que no supieron identificar, lo citó en el aeropuerto de Buenos Aires para decirle que a Juan lo habían fusilado.

Horacio relató que supieron que Juan estuvo detenido en el centro clandestino de detención conocido como “El Atlético” porque una vez se contactó una persona, que se identificó como Miguel Ángel D' Agostino, y aseguró haber estado detenido junto a él.

D' Agostino, que había sido secuestrado el 2 de julio de 1977 en su casa de Castelar, le contó que Juan llegó al centro clandestino desde Bariloche y que lo torturaron. Horacio dijo a los jueces que "tal vez lo torturaron más porque el apellido es judío" y porque "en el centro clandestino las personas que torturaban eran profundamente antisemitas". Agregó que D' Agostino le dijo que "un día no escuchó más a Juan ahí y se supone que fue trasladado. Y cuando se producía un traslado significaba... en ese momento todavía no se sabía, pero un traslado significaba la muerte", precisó.

"Mi madre enloqueció y mi padre falleció de tristeza"

"Cuéntenos quién era y quién es su hermano", le pidió al testigo el abogado Bruno Vadalá, el querellante en representación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Herman permaneció en silencio varios segundos hasta que respondió: "Mi hermano era, porque después de cuarenta y pico de años tengo que aceptar que mi hermano ha fallecido. Pero a veces o siempre, es, porque no tengo la certeza que mi hermano está fallecido. Ese es el conflicto de tener un hermano desaparecido".

"Era mi hermano mayor, era un hermano protector, generoso, que me habilitaba, que me cuidaba. Era muy bueno. La gente que lo conoció sabe que era tal vez demasiado bueno", dijo, y luego precisó: "Era ingenuo. Hay un hecho que lo describe, que es al momento de su secuestro. Cuando él vuelve y entra a la casa de mis padres y ve dos autos estacionados, dice 'Uy, la policía, ¿qué pasó en la casa de mi papá?'. Y bajó. Mi hermano, que había militado en la universidad, primero en TERS (Tendencia Estudiantil Revolucionaria Socialista) y después en la Juventud Peronista", indicó.

Vadalá también preguntó al testigo cómo fue la situación familiar luego del secuestro de Juan. Horacio volvió a tomarse un tiempo para responder, como si no pudiera pronunciar las palabras. "Fue terrible", dijo finalmente, cuando recobró la compostura. "Parecía un sueño. Me acuerdo que me acostaba y decía ‘seguro que mañana me despiertan y Juan volvió’. Y no. Al otro día lo mismo".

"Creo que mi madre enloqueció. Mi madre tomaba pastillas, tomaba alcohol. Se golpeaba la cabeza contra la pared, como que el dolor era tan grande que se le hacía insoportable la cotidianeidad", y contó que por las noches dejaba la luz prendida por si Juan volvía. Agregó que su padre "falleció de tristeza" y que "lloraba todos los días". Dijo que vivió hasta los 80 años y que en el último tiempo estaba senil. "Venían los amigos y me decían 'ay, qué dolor ver así al doctor que fue tan brillante', y a mí me alegraba porque cuando mi papá perdió la cabeza dejó de sufrir", aseguró.

"Nunca se podía dejar la casa sola porque estaba la fantasía de que a Juan lo iban a soltar en Salta, iba a ir a un teléfono público, iba a llamar diciendo que no tenía plata. Eso lo creímos muchos años. Ahora, abstrayéndome, tratando de ser realista, y tengo que pensar que a Juan lo secuestran, lo torturan, lo torturan, lo torturan, y cuando no tenía más información lo matan".

"Siento que estoy donde tengo que estar"

Horacio se ilusiona con saber alguna vez donde están los restos de su hermano, y afirmó que mientras tanto vive en un "estado crónico de melancolía". Piensa que encontrar los restos "tal vez va a doler más o tal vez menos, no sé, pero eso va a dar cierta tranquilidad. Esta sensación de estar y no estar, es sorprendente. Yo pienso que ya está muerto, que ya pasó tanto tiempo que ya está. Pero hay una parte dentro mío que no termina de aceptar", señala.

Dijo que al brindar su testimonio en este juicio "siento que estoy donde tengo que estar", pese a que "cuando mis padres hicieron las denuncias ante la justicia en Bariloche recibieron todo el maltrato del juez que en su momento los atendió: el juez (federal, Dardo Ismael) Sosa". Luego, al terminar su testimonio, dijo a la prensa que "algo de tranquilidad da", declarar: "Que uno pueda venir ante un tribunal y que te traten con respeto cuando siempre fue un maltrato muy grande, algo de tranquilidad da. Eso, nada más", indicó.

Pidió que "desde el policía, la persona que ordenó el secuestro de mi hermano, los que participaron, el que lo torturó, el que dio la orden, el que lo mató, que sean juzgados y tengan la condena que les corresponde". Ese es su deseo.

-"¿Por qué cree que entonces todavía seguimos sin saber qué pasó con Juan?"-, preguntó Natalia Hormazábal, abogada querellante del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (Ceprodh).

-"Porque no se pudo investigar en el momento en que se tenía que haber investigado. Por otro lado los militares, policías, se abroquelaron para no dar información. Una esperanza es que las personas que hicieron lo que hicieron puedan decir la verdad", concluyó Horacio Herman.

29/07/2016

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