El aislamiento social, preventivo y obligatorio hizo que niños y niñas dejen de asistir a las escuelas para tener clases virtuales. No pueden salir a jugar en espacios públicos ni en forma presencial con sus pares. Tampoco visitar a otros familiares, ni realizar sus actividades regulares. Todo esto pone en jaque su derecho a la intimidad, la relación con otros niños a través de las pantallas, la convivencia con padres y madres, entre otros aspectos que impactan en el desarrollo de sus subjetividades. Dos psicólogas analizan las tensiones que sufren las infancias en el aislamiento y cuáles son los síntomas a los que hay que prestar atención.

Para la psicóloga Soledad Diéguez (*) "el principal efecto del aislamiento en los niños es la dificultad de hacer un lazo con el otro, con cualquier otra persona que esté por fuera del ámbito familiar". 

En diálogo con , señaló que "los adultos pueden salir a comprar y hacer ciertas maniobras para moverse. En cambio los niños no tienen esa posibilidad y en la subjetividad de un niño eso es preocupante porque el armado del psiquismo de un niño es con otras personas".

La imposibilidad de acceder a los espacios públicos donde pueden ejercitar y probar el cuerpo, también es una alteración que pude generar efectos. "Los niños están en un proceso de armado del cuerpo y eso se hace en estos lugares, se pone en juego con un otro corriendo, poniendo en marcha el cuerpo. Y en este tiempo algo de eso está detenido y tiene efectos en la subjetividad de los niños", afirmó.

Por otra parte, con la presencia de los adultos las 24 horas del día en los hogares, para los niños "no hay un refugio" y se puede ver vulnerado su derecho a la intimidad.

Diéguez explicó que "a veces el afuera funciona como un refugio para el niño, tanto como para el adulto y el adolescente. Es muy necesario poder empezar a instalar esto, habilitar a los niños a que puedan hacerse de ese lugar y decir 'este es un momento mío, donde estoy en mi cuarto solo o sola, haciendo lo que quiero', dentro de las posibilidades de cada familia". 

La licenciada en Psicología Mariana González (**) señaló que "a la hora de diseñar estrategias de convivencia hay que pensar que a ellos los atraviesan las mismas cuestiones que a nosotros y tal vez -y esto dificulta un poco la situación- no disponen de las mismas herramientas de reflexión que tenemos los adultos, porque son mucho más intuitivos, más espontáneos". 

En diálogo con , amplió que "quizás su modo de expresión sea un poco difícil para los adultos. Entonces esta convivencia se ve por momentos tensionada porque hay muchos padres o madres que tienen sus rutinas mucho menos encontradas con sus hijos y hoy están conviviendo 24 por 7, hace 45 días".

Con respecto a la posibilidad de relacionarse con sus pares, González  habló del uso de las videollamadas como una herramienta de comunicación pero advirtió que "hay niños a los cuales las pantallas como un medio para encontrarse con otros compañeritos o con señoritas del jardín, les genera ansiedad. Entonces pasa que los padres y las madres están luchando con los hijos para que quieran participar de los encuentros de las salitas y no tienen ganas. Y está bien que no tengan ganas porque quizás ellos disfrutan de otro tipo de cuestiones en es encuentros". 

Señaló que "es una doble tensión, entre que extrañan pero a la vez los medios que les ofrecemos no son los que ellos necesitan y eso también hay que respetarlo", explicó.

Agregó que "las pantallas son un recurso que por suerte hoy contamos, que tienen un montón de ventajas y que me parece hay que saberlas utilizar. Hay contenidos didácticos que son muy formativos, entonces se trata de moderar el tiempo y la calidad, y de darle una continuidad al contenido de la pantalla y no ponerlo media hora porque a nosotros nos resulta más fácil para preparar la comida, por ejemplo".

Efectos negativos que requieren atención

Con respecto al tipo de consultas que las profesionales comenzaron a recibir relacionadas a la situación de aislamiento, Diéguez señaló que "tienen que ver con lugares regresivos. Por ejemplo, terrores nocturnos, miedos, angustias y adquisiciones en torno a controles de esfínteres que estaban desarrollados y en este momento se retrocede producto de este escenario que también resulta hostil en cuanto a que no hay garantías. Nadie le puede garantizar cuándo vamos a volver como estábamos antes", afirmó.

Sostuvo que el aislamiento "es un momento en que se dispara aquello que estaba ahí latente, guardado, con los rasgos propios de cada uno". Describió que las crisis de llanto, las interrupciones del sueño, los berrinches son algunas de las manifestaciones que se observan y afirmó por lo general "son situaciones que estaban pero que ahora están sumamente desbordadas". 

Mariana González, coincidió en que "en los niños siempre son indicadores todo lo que tiene que ver con la alimentación, con el sueño, con el esfínter" y apuntó que "es esperado que en los procesos de transición haya retrocesos, y en este momento quizás amerite otro tipo de tiempos y ritmos".

Agregó que "siempre llama la atención cuando tienen cambios muy disruptivos en cuanto al humor, cuando los vemos angustiados, cuando vemos que actividades que normalmente los convocan ahora no los convocan. De todos modos uno en este contexto tiene que entenderlo, flexibilizarlo y estar atento pero no generar un estado de ansiedad y estar chequeando al niño todo el tiempo porque ellos, como todos, tienen sus días".

Para Diéguez todas esas manifestaciones "indican sufrimiento o malestares prolongados que implican pensar en alguna consulta para ver qué otra cosa está pasando" porque posiblemente el aislamiento "viene a despertar alguna cuestión que esté latente y que no se ha podido tramitar del todo".

Qué se puede hacer

En el contexto del aislamiento, "hay demandas que vienen de afuera y que son abrumadoras", dijo Diéguez, y ejemplificó que en algunos casos las tareas que dan a los chicos en edad escolar pueden resultarles muy exigentes en esta coyuntura. "Es importante poder flexibilizar algo de eso y disponernos con otros tiempos que responden al tiempo del juego", indicó.

En el mismo sentido, González afirmó que "hay que tratar de normalizar, de quitar ansiedad y quitar exigencias. Tratar de sostener las rutinas dentro de lo posible. Cada uno conoce a los niños con los que vive entonces tratar de respetar sus gustos, sus intereses, tratar de acompañarlos, de sostener momentos de encuentros como de desencuentros". 

Sugirió "transmitir un mensaje de calma a los padres y a las madres porque en esto no hay recetas". Indicó que "cada familia es un caso particular y así hay que tratarlo porque si no generamos más ansiedad y los chicos eso lo perciben y absorben mucho del clima que se vive en un hogar".

Por último, señaló que el aislamiento "es una excelente oportunidad para que empiecen a aparecer determinadas cuestiones que tienen que ver con la autonomía, como que pueda jugar solo o ser más independiente con las tareas escolares porque hay una supervisión".

*Mariana González es Licenciada en Psicología y se desempeña como docente e investigadora de la UNCo. Integra el Dispositivo de Acompañamiento Psicológico para estudiantes en el contexto de la pandemia, que lleva adelante la Secretaría de Bienestar Universitario de la Face- UNCo. El espacio está conformado por cinco profesionales que brindan contención telefónica a aquellas personas que lo necesiten en el contexto de la pandemia. No se trata de un espacio terapéutico, sino que brindan herramientas o información o derivación según se requiera.

Contacto: Fbk: Secretaria de Bienestar- FACE- UNCO

*Soledad Diéguez es psicóloga e hizo su especialidad en clínica infantil. Es integrante de Pulsar, un centro interdisciplinario de Neuquén capital que brinda asistencia psicológica, psicopedagoga y educativa,  principalmente, a niños, niñas y adolescentes.

Contacto: 299 - 621 8419

Fbk: CentroPulsarNqn.Psico