18/08/2017

Detrás del juego

Al grito de la privatización

Al grito de la privatización | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El martes a la noche se escuchó el último grito -por ahora, hasta el próximo- para pedir una vez más por el estadio que se vendió, y la primera carcajada de un empresariado que comenzará a lucrar con el fútbol.

Alvaro Nanton

Treinta y siete años pasaron desde que esa garganta se cerró. Se secó y se transformó en una reproductora de promociones de precios bajos. El 2 de diciembre de 1979 los vecinos de Boedo cambiaron su forma de vivir, de transitar, y el barrio se revolucionó. Un supermercado le robó el estadio.

Varios días antes del último partido la garganta de los hinchas se calló por última vez en el Viejo Gasómetro, ubicado en Avenida La Plata 1.700 de la ciudad de Buenos Aires, luego de que Mario Rizzi moviera por última vez la red y también los corazones de los hinchas en Boedo, al marcar el cuarto gol frente al club Cipolletti.

La crónica de Clarín describe que en ese partido San Lorenzo dominó el encuentro. A los 19 minutos abrió el marcador Hugo Coscia desde los 12 pasos, luego de que el árbitro Vigliano viera una clara infracción dentro del área de Strack sobre Rizzi.

El segundo gol lo marcaría Rizzi a los 20 del segundo tiempo, y nueve minutos más Torres convertiría el tercero. Luego llegó el cuarto, el último. El último allí, pero no el último en el historial.

El martes de esta semana, luego de más de tres décadas, Cipolletti y San Lorenzo volvieron a jugar. Esta vez por la Copa Argentina. Treinta y siete años del último gol, pero el Cuervo quiere volver a su casa. Cuatrocientos cuarenta y cuatro meses, y lo único que cambió fue el resultado. De un contundente 4 a 0 en 1979, a un 4 a 2 en los penales, luego de empatar 1 a 1. Dos equipos, varias categorías de diferencias pero un sorteo que los hizo competir otra vez.

Mientras la televisión sonaba en el relato de los penales, por YouTube live se estaba vendiendo otro partido. Sí, otra vez mientras el Ciclón y Cipo jugaban, los dirigentes estaban haciendo negocios con el fútbol. El fútbol del pueblo hecho un paquete de venta y convertido en un producto para ofrecer en canales “renovados” de 24 horas de fútbol.

Por internet se transmitía lo que pasaba en el Hilton de Puerto Madero, en donde el titular de la sociedad presentó y caracterizó “la pasión” argentina, que es reconocida por todo el mundo. La entiende y se siente feliz de que el fútbol lo dejó entrar en este mundo. ¿Pero realmente lo dejó entrar, o ellos se lo apropiaron? ¿Qué clase de discurso en un español pausado intentó vender en la presentación de la Súper Liga?

La transmisión siguió con papeles y festejos que cerraron el martes a puras sonrisas, pero las caras tristes arrancarán cuando haya que pagar el extra en la factura de televisión. O tal vez algunos no tengan nada que pagar ni que ver, pero sí escuchar, ya que comenzarán a utilizar la radio como seguramente muchos escucharon aquel último gol en avenida La Plata 1700 en el año ’79.

Dos hechos futbolísticos, comprados y manejados por un capital, servido para los lucradores y robado a los hinchas. El balance anual a los socios siempre les dará negativo. Porque la respuesta que le faltó a Eduardo Galeano al preguntarse ¿en qué se parece el fútbol a Dios?, es que además de ser la devoción de muchos creyentes y la desconfianza que le tienen los intelectuales, siempre tendrá un grupo dominante que buscará lucrar sin importar el cómo.

29/07/2016

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