Rolando Figueroa jugó fuerte en Cutral Co y Plaza Huincul, en el primero de los casos le puso el cuerpo a la campaña para desplazar a los Rioseco del poder y en el segundo hizo lo propio para apartar al MPN. Una apuesta, digamos, sobre todo en lo que se refiere a Cutral Co, a extender su liderazgo más allá de los límites de por sí extensos de la gobernación, pero nunca suficientes desde la leyes del poder.

Esta noche se sabrá si su jugada rinde los frutos esperados, después de todo viene ganando y eso pesa. Se sabrá, en fin, si dobla la apuesta y acaricia un consenso aún mayor que el ya alcanzado, o experimenta su primer revés -que puede ser doble-,desde que el 16 de abril destronó al partido provincial de su largo reinado y se convirtió en el líder emergente de la provincia.

¿Cómo hará Figueroa para gobernar? ¿Quiénes serán sus colaboradores? ¿Qué papel jugaran en su gobierno, de jugar alguno, los sectores de la derecha y del campo popular que lo acompañaron en su cruzada electoral? ¿Con qué mayorías gobernará? Son todavía incógnitas a despejar.

Eso, más allá de la única certeza: que su futuro gabinete incluirá a Julieta Corroza, una colaboradora de su mayor confianza, desairada como el propio Figueroa por el fuego amigo en su antiguo propósito de pujar por la intendencia de Plottier.

Algo es cierto, el amplio abanico político ideológico que le dio sustento a la campaña triunfal de Figueroa por la gobernación, lo condiciona para elegir rumbo y colaboradores, y desde luego no será lo mismo en ninguno de los dos aspectos si en el país gana Juntos por el Cambio que si lo hace Unión por la Patria.

En este rubro no será, empero, muy diferente de lo que ha sido siempre con el MPN, el partido que alumbró a Figueroa como político y en el que hizo sus primeros pinitos. Solo que de momento Rolando no podrá contar justamente con el MPN, al que nunca renunció, al menos si no quiere que la alianza que lo llevó hasta donde está estalle en pedazos.

Y decimos de momento, porque habrá que ver si el MPN, derrotado por Figueroa, es capaz de mantenerse unido y sobrevivir como fuerza política de peso o se irá desmembrando de a poco como buen partido de poder que perdió el poder. Todo al compás, acaso, del pragmatismo que, impulsado por las circunstancias, le vaya imprimiendo Figueroa a su gestión y los antiguos emepenistas a su destino político personal.