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16/07/2023

La situación del sector externo

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El principal problema es la deuda con el FMI, que corresponde a un préstamo otorgado por la entidad crediticia internacional en forma antirreglamentaria, por razones políticas, y sin un análisis de posibilidades de pago por parte del deudor.

Humberto Zambon

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La semana pasada vimos la situación crítica del sector externo, que se sintetiza en la caída de las exportaciones debido a la sequía, de forma tal que el ingreso de divisas por esta causa no alcanza para pagar las importaciones imprescindibles y, simultáneamente, pagar las obligaciones (amortización e intereses) de los créditos tomados por el gobierno anterior con particulares y con el FMI.

Según trascendió, el FMI, para renegociar los créditos por causas ajenas al deudor, reclamaba una devaluación previa de la moneda argentina, a lo que el gobierno se habría opuesto. ¿Cuáles son las razones que explican estas decisiones?

En cualquier manual de economía se puede leer que, en general, las cantidades importadas (demanda de productos importados) depende, como toda demanda, en forma inversa al precio (cuando el precio sube las cantidades demandadas bajan). El precio en el mercado interno de un producto importado, expresado en pesos (P$), depende del precio total que incluye el precio final que se paga al mercado externo, es decir, precio neto en el exterior (P*dls) más gastos e impuestos a la importación, multiplicado por el tipo de cambio (Q$/dls)). Es decir, P$ = P*dls . Q$/dls .

Algo similar ocurre, según los textos, con las exportaciones, que funciona como la oferta clásica: si suben los precios aumentan las cantidades ofrecidas y, a la inversa, si los precios bajan. Se refiere al precio neto que recibe el exportador: precio del mercado exterior menos gastos y menos retenciones a la exportación (P*dls) que, multiplicado por el tipo de cambio, da el precio en pesos: P$ = P*dls . Q$/dls .

En forma gráfica tenemos:

Hay un determinado tipo de cambio de equilibrio (Q0) que iguala las importaciones con las exportaciones. Si se busca un excedente de exportaciones, por ejemplo, para pagar los servicios de la deuda externa, basta elevar el tipo de cambio para que aumenten las cantidades exportadas y bajen las importadas (el tipo de cambio Q1 permite un excedente de X1-M1).

El razonamiento anterior requiere que la oferta sea elástica, es decir, que pueda responder en forma más o menos rápida a las variaciones de precio o de demanda. Es lo que ocurre, en principio, con la industria manufacturera: las plantas industriales no suelen trabajar a pleno, sino que mantienen una proporción sin utilizar, preparada para rápidos aumentos o reducciones de las cantidades producidas, según los requerimientos del mercado. Pero el grueso de la exportación argentina corresponde al sector agropecuario, donde las cantidades producidas están dadas y, ante un cambio de precios, requiere uno a varios años para responder con cantidades de productos ofrecidos. Es decir, las cantidades exportadas están, a corto plazo, dadas y son tomadores de precio a nivel internacional, precio que va a influir en los ingresos mayores o menores del sector y del estado, que participa con las retenciones y/o otros tributos. Por el lado de las importaciones pasa algo similar, Actualmente están limitadas a insumos y a bienes de capital que no se producen en el país. Su monto depende mucho más de la actividad productiva local que las demanda que del precio. La devaluación se traslada a los precios finales.

En resumen, en la Argentina la devaluación del peso prácticamente no tiene consecuencias en el resultado de las cuentas externas sino, casi exclusivamente, en los precios. Aumenta la inflación y no solucionan el problema de fondo: la falta de divisas. No soluciona el problema externo y, además, lo pagan los sectores con ingresos fijos (asalariados, jubilados, etc.) con una traslación de ingresos a favor del sector exportador.

Por su parte, la derecha viene proponiendo un ajuste porque, según su diagnóstico, la falta de divisas se debe a un exceso de gastos por encima de lo producido. Un ajuste del gasto público implica, por el efecto multiplicador negativo, una caída mayor en el producto y, en consecuencia, de las importaciones. Se llega así a un equilibrio con recesión que también, en este caso, lo pagan los sectores más necesitados de la sociedad, por caída de la ocupación y de los ingresos.

Ambas salidas (devaluación o ajuste) son inaceptables para una sociedad moderna y progresista.

El principal problema es la deuda con el FMI, que corresponde a un préstamo otorgado por la entidad crediticia internacional en forma antirreglamentaria, por razones políticas, y sin un análisis de posibilidades de pago por parte del deudor, aprobado sin cumplir las normas legales internas y que fuera destinado a pagos al exterior (“fuga de capitales” en su mayor parte), cosa expresamente prohibida por las disposiciones del Fondo, sin que este hiciera ninguna observación. Es decir, hay corresponsabilidad de deudor y acreedor. Argentina demostró su voluntad de pago con la reestructuración de la deuda, cuyas obligaciones viene cumpliendo. Ahora, por circunstancias de fuerza mayor, ajenas a las partes (la sequía), en este momento requiere un ingreso adicional para seguir cumpliendo con normalidad; el acreedor debe asumir su corresponsabilidad y volverlo cumplible sin afectar el normal desenvolvimiento económico del país y sus posibilidades de crecimiento. De lo contrario, el FMI sería corresponsable del otorgamiento y del no pago del crédito, crédito otorgado rompiendo sus propias normas de funcionamiento.

29/07/2016

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