Columnistas
02/07/2020

Covid-19

De discriminados a héroes donantes

De discriminados a héroes donantes | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Ante el “mal de los rastrojos” a mediados del siglo pasado, investigadores en salud poco reconocidos lograron conquistas de valor incalculable para prevenirlo y tratarlo. En la pandemia actual muchos científicos del país impulsan distinto tipo de innovaciones, como el tratamiento con plasma de convalecientes.

Daniel Esteban Manoukian *

Varios comentaristas de la actualidad han advertido en estos días que la pandemia por Covid-19 pone en evidencia lo mejor y lo peor de las sociedades y las personas. Algo así como un espejo que nos devuelve una imagen de la realidad que tiene la virtud de no filtrar nada, o dicho de otra manera, de mostrar hasta aquellos lados ciegos que tienen todos los espejos en donde nos miramos.

Entre esas imágenes que permanecían en el lado ciego del espejo colectivo, están los miles de científicos e investigadores argentinos que con tesón y compromiso por su tarea vuelcan cuantiosas cuotas de energía persiguiendo el sano objetivo de hallar soluciones, muchas veces sin tener del todo claro quienes podrán ser sus destinatarios.

Abundan ejemplos, pero nos concentraremos en el desarrollo de un procedimiento, actualmente en proceso de investigación, que está acumulando evidencia en favor de demostrar eficacia y seguridad en el tratamiento del Covid-19. Se trata del uso de plasma de pacientes recuperados de Covid-19. Pero antes de describir las aristas más destacables, vale compartir un recuerdo histórico.

El mal de los rastrojos

Hacia mediados de la década de 1950 un médico argentino, el Dr. Rodolfo Arribalzaga, describió un síndrome que aparecía en trabajadores rurales en el noroeste de la provincia de Buenos Aires. Se trataba de una enfermedad grave que llegaba a matar a la mitad de los pacientes afectados. Tiempo después, el Dr. Armando Parodi identificó en 1958 al virus causante de la enfermedad, al que terminó denominándose “virus Junín”. 

La Fiebre Hemorrágica Argentina (FHA) es una enfermedad viral aguda grave, producida por el virus Junín (de la familia de los arenavirus), el cual tiene a un roedor pequeño, la laucha del maíz o rata maicera, como vector. Es transmitida a los seres humanos por el contacto directo con roedores o por la inhalación de excretas de roedores infectados, lo cual explica por qué afecta mayoritariamente a adultos varones trabajadores rurales, que trabajan donde habita tanto el virus, como su vector. Después de una a dos semanas de incubación, la persona afectada comienza con fiebre, dolor de cabeza, debilidad, pérdida de apetito, desgano y dolores articulares y oculares. Más tarde se producen alteraciones vasculares y hematológicas que afectan la función renal, hepática, pulmonar y neurológica, culminando con shock y crisis convulsivas. La tasa de letalidad de la FHA alcanza el 30%, es decir que 3 de cada 10 infectados muere si no se los trata tempranamente.

Aunque ahora el diagnóstico de certeza de la FHA se hace con una prueba de rt-PCR, hacia fines de los años ‘50 el diagnóstico se completaba con pruebas de laboratorio, entre ellas encontrar en orina unas células características descubiertas por Dr. Héctor Milani, y que por eso llevan su nombre. Las evidencias clínicas y el apoyo del laboratorio (análisis de orina y sangre) fueron la base del diagnóstico precoz, lo cual fue determinante para aplicar con éxito el tratamiento con plasma de pacientes convalecientes.

En 1965 el Dr. Julio Maiztegui, radicado en Pergamino desde un año antes, estableció un centro con la finalidad de diagnosticar y asistir a quienes padecían la enfermedad, quedando el diagnóstico de certeza a cargo del Instituto Malbrán. Fue durante esta etapa que se demostró la eficacia del plasma inmune que se venía empleando desde 1958. El tratamiento con plasma inmune específico de pacientes convalecientes aplicado antes de llegar a los de 8 días del comienzo de la enfermedad, demostró ser extremadamente efectivo y redujo la mortalidad al 1%. Actualmente se cuenta con una vacuna contra el virus Junín, producida por el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas "Dr. Julio I. Maiztegui" de Pergamino, que ha demostrado ser inocua y con un 95,5% de efectividad.

Avances en la etapa experimental del uso de plasma de pacientes recuperados

Actualmente muchos científicos argentinos están impulsando distinto tipo de innovaciones. Están gestando un significativo crecimiento científico y jerarquizando una actividad que había sido seriamente devaluada durante la anterior gestión, al tiempo que están generando un relevante ahorro de divisas para el país. Desde barbijos e investigaciones relacionadas con elementos de protección personal, pasando por respiradores y pruebas de diagnóstico rápido, hasta avances en líneas de tratamiento con favorables expectativas.

Entre éstas últimas se inscribe el estudio de uso del plasma de pacientes convalecientes de Covid-19. El plasma de convaleciente (PC) y la inmunoglobulina hiperinmune, se han empleado con éxito para tratar otros virus respiratorios. En las últimas dos décadas, la terapia de PC se utilizó con éxito en el tratamiento del SARS, MERS y H1N1 con eficacia y seguridad satisfactorias. 

Las personas que se han recuperado del Covid-19 desarrollan en su sangre defensas naturales contra la enfermedad que se llaman anticuerpos. Esos anticuerpos se encuentran en una parte de la sangre, el plasma. Por medio de un procedimiento (aféresis) se separa el plasma que contiene anticuerpos contra la Covid-19 del resto de la sangre de los pacientes recuperados para aplicarse a los enfermos. Esto es lo que se llama inmunidad pasiva, es decir que una persona, antes de esperar a que su cuerpo fabrique sus propias defensas, recibe anticuerpos que fueron generados por otro ser humano que padeció la misma enfermedad.

En este momento en Argentina hay líneas de investigación importantes en este sentido. Entre ellas, una que encabezan investigadores del Hospital Italiano de Buenos Aires en conjunto con otros establecimientos públicos y privados de varias provincias. Se aplica a pacientes que se encuentren graves, es decir en terapia intensiva con asistencia respiratoria mecánica, o bien que estén por ser asistidos en forma inminente por un respirador. Es un estudio clínico de los que se denominan a doble ciego, que consiste en aplicar plasma convaleciente a un grupo de pacientes y comparar su evolución con otros a los que se les aplica un placebo; a todos los pacientes se les brinda, además, el tratamiento de sostén indicado para estos casos.

Otra línea de investigación es el “Ensayo Clínico Nacional para evaluar la seguridad y eficacia del uso de plasma convaleciente para el tratamiento de pacientes con Covid-19 (ECN PCC19)”, que también es un estudio a doble ciego. En este caso, el objetivo que se plantea es aplicar plasma de convalecientes a pacientes con síntomas tempranos de Covid-19 para detener la progresión de la enfermedad, lo cual, en caso de resultar positivo, sería un aporte original de la Argentina para contrarrestar la pandemia.

El Dr. Daniel Fontana, coordinador de la Dirección de Sangre y Medicina Transfusional dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, explica que en este momento en el mundo “el uso de plasma de pacientes recuperados con fines terapéuticos está considerado un tratamiento experimental”. Hay evidencia de seguridad, pero no aun de eficacia de esta alternativa de tratamiento. Esto ha estimulado a realizar estudios o ensayos clínicos para demostrar si el plasma es definitivamente efectivo. En el mundo hay aproximadamente 100 ensayos simultáneos y el Ministerio de Salud argentino propuso uno (ECN-PCC19). Además propuso un protocolo de acceso extendido, que consiste en ofrecer el uso de PC a pacientes en etapas tempranas del Covid-19 sin lesión pulmonar severa. La información que se recabe podrá sumarse a la de los ensayos clínicos a doble ciego. Ese protocolo se entregó a las 24 provincias para trabajar en forma coordinada. 

En un reporte rápido fechado el 23 de junio ppdo. la Dirección de Bioética del Ministerio de Salud de Neuquén emitió un documento titulado “Aspectos éticos sobre el uso terapéutico de plasma de convalecientes en pacientes con diagnóstico Covid-19”. Se propone “ante la necesidad de contar con un marco que contemple los aspectos éticos para el uso terapéutico de plasma de convalecientes de Covid-19, entendiendo que existe un potencial beneficio por su uso y que, al momento, no existe terapéutica probada que sea eficaz y segura para el tratamiento”. Se aprobó, en consecuencia, el uso de plasma de convalecientes como “tratamiento de uso compasivo”. Cabe aclarar que esa es una categoría prevista en la Declaración de Helsinki de 2013, que se usa como marco referencial para cuestiones de bioética, y que establece que “[...] cuando en la atención de un paciente las intervenciones probadas no existen u otras intervenciones conocidas han resultado ineficaces, el médico, después de pedir consejo de experto, con el consentimiento informado del paciente o de un representante legal autorizado, puede permitirse usar intervenciones no comprobadas, si, a su juicio, ello da alguna esperanza de salvar la vida, restituir la salud o aliviar el sufrimiento”.

Donantes solidarios

Aunque Neuquén no se ha incorporado todavía, ni al “Ensayo Clínico Nacional para evaluar la seguridad y eficacia del uso de plasma convaleciente para el tratamiento de pacientes con COVID-19 (ECN PCC19)”, ni al protocolo de acceso extendido (PAE-C19) del que participan hospitales públicos y privados argentinos, el Centro Regional de Hemoterapia (CRH) que funciona en el predio del Hospital Bouquet Roldán en Neuquén capital desde 2015, fue designado por la autoridad sanitaria nacional como centro provincial para proveer el PCC19 a instituciones sanitarias. 

Hay algunos requisitos para ser donante, entre ellos ser de sexo masculino sin antecedentes transfusionales y en el caso de mujeres no tener antecedentes gestacionales o abortos, además de que la totalidad de los donantes deben cumplir con todos los criterios de donación que se exigen en el Banco de Sangre.

El CRH recibió hasta el 27 de junio donaciones de 9 pacientes recuperados y ya ha entregado dosis de plasma al Hospital Castro Rendón, al Hospital Zapala y a la Clínica Pasteur. Las donaciones pueden repetirse con intervalo de una semana, y por cada donante se pueden beneficiar entre 2 y 4 pacientes.

Así, personas que en algún momento pudieron haber sido discriminadas por ser Covid positivas, incluidas entre ellas integrantes de los equipos de salud, hoy pueden transformarse en donantes voluntarios, colaborando de esa forma a salvar vidas.



(*) CUESEB (Centro Universitario de Estudios Sobre Salud Economía y Bienestar - Universidad Nacional del Comahue) y Centro de Estudios de la Sociedad de Medicina Rural de Neuquén.
29/07/2016

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