El viernes 8 de este mes el gobierno anunció que cambiaba el nombre del Salón de las Mujeres de la Casa Rosada. Esa sala había sido habilitada durante el primer mandato presidencial de Cristina Fernández, el 6 de marzo de 2009.

En ese espacio podían verse los retratos de 17 mujeres claves en la historia de nuestro país. Estaban las representaciones de Juana Azurduy, a la que el general Belgrano había nombrado generala durante la campaña al Alto Perú, y de María Remedios del Valle, una afroamericana que ya antes había combatido en las invasiones inglesas y que asistía a las tropas del mismo Belgrano en la derrota en Ayohuma. También estaba la imagen de Cecilia Grierson, que a fines del siglo XIX fue la primera mujer recibida de médica en el país. Como figuras representativas del siglo XX las acompañaban retratos de la socialista Alicia Moreau de Justo, la justicialista Eva Perón y la radical Florentina Gómez Miranda. El campo literario estaba representado por figuras como Victoria Ocampo, Alfonsina Storni y María Elena Walsh. Junto a las Madres de Plaza de Mayo eran algunas de las mujeres que hicieron merecimientos más que suficientes para engalanar las paredes de nuestra casa de gobierno.

Pero fueron barridas de allí, como si ese acto ignominioso y salvaje pudiera eliminar el registro de su contribución a la Patria también de la memoria de nuestra ciudadanía.

A partir de ese momento, repetimos: 8 de marzo, el lugar pasó a llamarse “Salón de los próceres” y solo quedaron retratos masculinos. Están, por supuesto, San Martín y Belgrano, porque hubiera sido muy grosero ignorarlos. (Aunque en cuestión de groserías, la administración libertaria no suele privarse de ninguna…).

Si al lector le interesa saberlo, no están Yrigoyen, Perón ni Alfonsín. Pero, eso sí, hay un retrato de Menem…

Podrían discutirse la selección y las omisiones, pero aquí nos interesa puntualizar otra cosa: la decisión fue ejecutada el 8 de marzo, precisamente en el Día Internacional de la Mujer.

Y esa medida conlleva dos intenciones: una es la producir una provocación, no solo hacia las mujeres sino a todos aquellos que simpatizan y acompañan su lucha en favor de la igualdad. La otra motivación es la generar un distractor, un elemento que corra el eje de la discusión de otros asuntos y coloque bajo los focos una causa que es de importante significación pero que por un rato asordinará otros debates, coyuntural y estructuralmente trascendentes.

El cruce de dardos sostenido hace unos días entre el presidente y la cantante Lali Expósito tuvo exactamente el mismo propósito, aunque resultó más burdo e insustancial que el de las mujeres y su gesta ninguneada.

Después de esos episodios, Milei anunció su decisión de cerrar la agencia de noticias TELAM. Y allí nada puede llamar a la sorpresa. Las agencias de noticias son un producto del siglo XIX; nacieron en la época de expansión del capitalismo y las más grandes a nivel global han estado casi siempre al servicio de naciones con vocación imperial y voluntad de mantener la desigualdad de los flujos informativos.

Pero también es cierto que esas agencias fueron una creación colaborativa entre periódicos que no podían permitirse mantener corresponsales en cada punto importante de sus propios países. De este modo, el suministro informativo era compartido y sostenido por los medios asociados.

¿Cómo podría interesarle a un gobierno de tintes profunda y radicalmente individualistas auspiciar formas asociativas que faciliten la existencia, sobre todo, de empresas pequeñas y autónomas?

A poco que se piense, esa es una política absolutamente contrapuesta al ideario del partido de gobierno que, desde allí, se puede extrapolar a otras dimensiones de nuestra existencia.

¿Por qué sostener comedores que atiendan las necesidades de grupos humanos que apenas sobreviven en condiciones sumamente precarias?

La suspensión del aprovisionamiento alimentario a esas instituciones es congruente con una estructura de pensamiento que adscribe a principios propios del darwinismo social, la selección natural de las especies y la supervivencia de los más aptos.

Por eso esta lógica abomina de principios que sustentaron el desarrollo de causas genuinamente humanistas. La gesta revolucionaria francesa que sentó las bases del actual Estado de Derecho consagró la libertad y la igualdad ante la ley, pero también propició los principios de fraternidad y solidaridad que fueron asimismo fundantes de la Edad Contemporánea.

Cada vez que los libertarios escupen sobre la Justicia Social, intentan atrasar el reloj de la historia y devolvernos a etapas previas al siglo XIX.

Las expresiones de ese pensamiento violento tienen su base en el profundo desapego por los demás. Milei ve a un escolar que se desploma a su lado y no atina a socorrerlo, incluso para simular una preocupación que es claro que no tiene. Apenas intenta verbalizar un chiste falto de toda gracia. El presidente carece de empatía y en sus alrededores esa capacidad de comprender a los otros, tampoco abunda.

Su vocero Manuel Adorni, por ejemplo, utiliza las redes sociales para burlarse de sus 700 colegas periodistas a los que el cierre de la agencia noticiosa les quita una fuente laboral y compromete su futuro: “Saluden a TELAM que se va”, escribió el funcionario con una desfachatez que no debería ser olvidada.

La ministra de relaciones exteriores suelta sin preocupación alguna que es inútil darles préstamos a los jubilados, porque al fin de cuentas se van a morir. Aunque eso tampoco la disculparía, la señora Mondino no es una muchacha de pocos años. Ni siquiera el horizonte próximo de su finitud es capaz de conmoverla. Resulta ingenuo que se sensibilice por las dificultades del prójimo.

La psicología enseña que las personas poco empáticas tienen dificultades para captar y conectar con las emociones del otro. Son seres que viven centrados en sus propios sentimientos y deseos y, por tal razón, suelen incurrir en conductas egoístas y egocéntricas.

Para bochorno de nuestra dignidad, en manos de esas personas se encuentra hoy la conducción del gobierno.