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10/03/2024

Decime si exagero

Los 10 films que Hollywood postuló como lo mejor del año

Los 10 films que Hollywood postuló como lo mejor del año  | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La Academia de Cine y Artes de Hollywood entregó los Oscar y Oppenheimer se llevó la estatuilla más preciada. Te dejamos un dossier en el que repasamos de qué están hechas las películas que disputaron por el mejor film del año.

Fernando Barraza

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1 “Los que se quedan” de Alexander Payne

Si hay un director hollywoodense que ha sabido hacer que lo pequeño se muestre como universal, ese es Alexander Payne. Desde hace casi 30 años, este hombre de ciudad chica supo entender que el viejo adggio del “pinta tu aldea”, cualquiera sea ésta, sirve para pintar el mundo todo.

Para lograr su cometido a veces Payne abrió el zoom un poquito más, pero tampoco tanto, como en “Acerca de Schmidt” o en “Entre Copas”, películas que tenían personajes protagónicos tan pero tan fuertes que necesitaban de muchas locaciones urbanas y paisajes que los pudieran “contener”.

Más por lo general nunca se corrió del registro íntimo, algo que se le agradece y mucho, porque la muñeca que tiene para meternos dentro de las personas es realmente genial. Y en esta película Payne no escapa a las generales de su propio estilo, más bien todo lo contrario: se consagra como uno de sus puntos más altos. Quizás esta sea su mejor película, con todo lo que ello significa dentro de su filmografía.

“Los que se quedan” narra la historia de tres seres que cruzan sus vidas de manera un poco fortuita: Paul Human, profesor en un internado de educación media, el estirado y burgués colegio Barton Academy. Luego está Angus Tully, estudiante secundario, alumno de Human, tímido pero díscolo, por momentos más oscuro que taciturno. Por último introduzcamos a Mary Lamb, la cocinera de la escuela, una mujer que está de duelo. Los tres se quedan solos en la giganteca escuela durante las vacaciones cortas de navidad y año nuevo, esas que tienen en el hemisferio boreal. Hay soledad extrema en el internado que está casi vacío, salvo por el peso disruptivos de sus propias presencias compartidas, allí, en la quietud casi isleña de una nevadísima y congelada Nueva Inglaterra. A ver, veamos el trailer y sigamos...

 

¿Pueden esas íntimas soledades que se encuentran casi exclusivamente a través de sus diferencias bordar una historia en la que quienes miramos la película vivamos una experiencia sobre la salud mental, las piramidales fuerzas del poder humano, el maltrato cotidiano, el racismo, la soledad y la incomunicación que crece en las crisis intergeneracionales?

La respuesta es: sí.

Alexander Payne sabe cómo. Y es más, tanto sabe que te lo va a contar con trazas de humor (ácido por momentos) y con muchísima ternura. Esto es algo que Payne sabe: contarte lo más rancio de nuestras existencias humanas con una sazón deliciosa, la sazón de la sensibilidad. Encima no lo hace con clichés, lo hace a travé del mejor cine: encuadres, arte, luz, actuaciones, todo es fantásticamente Payne.

A las nuevas generaciones cinéfilas hay que decirles: entrar en el universo de don Alexander a través de esta preciosa película es lo mejor que les puede pasar. Pero no se queden aquí, salgan a ver el resto de sus films.

Por último, no le dieron el Oscar a la mejor película, porque quedaba lejos de la preferencia estándar, pero que Paul Giamati no se lo haya llevado por la mejor actuación es notable, la suya es una de las mejores actuaciones que se ha visto en cine en décadas y décadas y décadas.

 

2 “Ficción Estadounidense” de Cord Jefferson

De todas las películas candidatas a la estatuilla principal, ésta es la más contracultural. ¿Y qué significa contracultural en el contexto de la producción mega empresarial de entretenimiento que financia por lo general Hollywood en este siglo? Pues quizás signifique algo así como: molestias menores, pero sesudas y efectivas. ¿Con eso alcanza para vivir una buena experiencia cinéfila? Sí, claro que sí. Si abrimos la mente, disponemos la sensibilidad y nos sentamos a ver una comedia como ésta, la sorpresa es grata, constructiva. Suma mucho.

“Ficción estadounidense” (se llama “ficción americana”, pero se pueden ir al carajo con us manía de decirle América a EEUU) pone en tela de juicio varios presupuestos biempensantes que se pueden tener sobre la temática que aborda el film: la negritud en USA.

A ver, intentemos hacer una sinopsis deo film sin pasarnos de corrección política:

Esta es la historia de un escritor negro que, tras escribir algunas novelas celebradas y ciertamente exitosas, tiene un bloqueo creativo. El tipo padece este estancamiento y no labura ya editando sus libros (¡que no puede escribirlos!), por eso vive como profesor de media.

Enojado todo el día, polémico y aguerrido toda vez que da su punto de vista socio político en clases nuestro protagonista va por la vida malhumorado.

Apremiado por la situación económica de su familia -de clase medios acomodada, pero venida a menos- un día decide bajar a la arena que detesta para sobrevivir: se va a sentar a escribir una historia con todos los estereotipos culturales y morales que el inconciente colectivo de EEUU tiene acerca de la comunidad negra que vive en su país, y con esto construirá un best seller.

A saber: gente sufrida, drogas, violencia asumida y normalizada puertas adentro, desfachatez cool, etcétera (rellene usted el resto de este formulario con lo que usted ya sabe que es cliché del “black universe” para el biempensantismo yanqui). Bueno, el escritor publica con seudónimo y la pega. Mucho. Pero muchísimo. A partir de allí comienzan las contradicciones internas en la conciencia de nuestro protagonista y a esa calesita de sensaciones encontradas es a la que nos va a subir el director y dramaturgo Cord Jefferson, quien agarró la picantísima novela homónima de Percival Everett y la convirtió en una película la mar de bien narrada, con dosis deliciosas de espíritu combativo, cinismo, compasión inteligente y acidez.

 

El film posee excelentes actuaciones, una puesta estética clásica y bella y un climax de rompimiento de cuarta pared que se celebra por lo creativo y filoso.

Si querés pensar un rato sobre los preconceptos de clase y de etnia (permítaseme usar ese término tan vapuleado), mirate esta película. Te va a servir el ejercicio de instropección en bandeja.

Nota al pie: la mayoría de las críticas que leí sobre el film hablan del colectivo afroamericano en EEUU como “minoría”, algunos lo complementan con la palabra “étnica” y otros directamente van al gastadísimo “racial”. Te dejo esta inquietud como un bonus track para pensar sobre todo lo que ya te hará pensar la película mientras la ves, te lleva, te trae, te pone a reflexionar y te divierte.

 

3 “Oppenheimer” de Christopher Nolan

Esta es la película que se llevó el Oscar más preciado, algo lógico, porque la Academia de Cine y Artes de Hollywood cumple con sus mandatos históricos. El film acompaña una época en la que los países que lideran la política y la economía global quieren auto-crearse una imagen de grandes y nobles imperios intachables, con pocas fisuras morales. En este contexto, un mega film que le lave la cara primero al científico creador del arma de destrucción masiva más grande de la historia de la humanidadal y luego al gobierno de los EEUU, les viene como anillo al dedo.

Pero ésta es una referencia a lo político, que en este caso es un factor de peso en la obra, pero ¿qué evaluamos desde lo cinematográfico? Bueno, aquí la cosa está clara: un valor artístico hay, pues la película está dirigida por Cristopher Nolan, alguien solvente, con rasgos profesionales a veces geniales, para qué negarlo. Alguien que, además, escribe, produce y dirige con el suficiente pulso como para que nadie pueda restarle puntos en valor artístico a un tanque de sentido político como éste. Ahora: ¿se puede separar la obra de lo que vino a decir? Probablemente en este caso el asunto se complique y una cosa y la otra queden pegadas. A Hollywood le suele pasar esto. Le pasó decenas y decenas de veces. Algunas son muy famosas e innegables: en 1968, cuando John Wayne dirigió “Los Boinas Verdes”. O algunas más burdas incluso, como en 1952, cuando el chupamedias de Leo McCarey filmó el impresentable largometraje “Mi hijo John”, que hasta a la Academia le dio vergüenza premiar (aunque lo nominaron, eh). Más acá en el tiempo tenemos el ejemplo de las películas de super héroes. Bueno, pero ese es otro tema...

El caso de “Oppenheimer” es curioso, porque su costado más evidente está suavizado destrás de las loas a su realizador. Es que es más dificil hacer foco en el imperialismo de un film que está dirigido por alguien como Nolan que en uno que esté dirigido por un 4 de copas como Roland Emmerich, por ejemplo. Por eso el marketing de “Oppenheimer” está montado en torno de la adjetivación de “obra maestra”. Y en este sentido puede que hasta sea una exageración. En todo caso en la misma estantería de películas de la filmografía de Nolan están “Interestelar”, “Inception”, “Dunkerque”, o incluso la seminal “Following”, y todas ellas merezcan esa categoría. Pero esta película -dentro de su pericia profesional- es de factura bastante remanida.

 

¿Son buenas las actuaciones? ¡Pero claro que sí! Si llamás a Cillian Murphy y a Emily Blunt para los protagónicos y les montás por los costados a Robert Downey Jr y a una bestia shakespireana como Kenneth Branagh, entre una docena más de co.protagónicos sólidos, nada puede fallarte.

¿Es buena la cinematografía? Y sí, el director de fotografía es el de “Dunkerque” y “Ad Astra”; la montajista es la precoz aprendiz de Peter Jackson en “The lovely bones” y la genia detrás del ritmo de “Judas and the Black Messiah” (¡vean este último film mencionado!); el trío de la dirección de arte se puede colgar medallas por haber trabajado en “Licorice Pizza”, “Twin Peaks” y “Babylon”, entre otras bellezas.

Aislando la irritante situación de que el film es un sólido prospecto en apoyatura moral a una matanza de guerra inigualable y buscando por donde puede pasar lo tedioso en lo estrictamente cinematográfico, finalmente puede que lo encontremos en la dramaturgia misma. El guión que Nolan escribió para su propio film está plagado de vericuetos, saltos temporales y demás rugosidades (o “coloraturas”, vos llamale como quieras) que terminan mostrándote los hilos por donde el inglés quiere intenta hacer pasar el mensaje. Lo que a veces le resultó una bendición (en “Memento”, “Interestelar”, “Tenet”) aquí le agrega un caldo transgénico a la sopa. El film comienza y vemos el romántico sueño cuántico de un científico joven que intenta explicar la existencia del universo. Comienzas las operaciones de saltos temporales a lo Nolan y tres horas después terminamos mareados en una melange en la que ese mismo científico llega a un ocaso melancólico, mientras EEUU se auto inculpa primero y se auto exorciza después por haber tirado la bomba atómica frente a nuestros propios ojos: los ojos de la era actual.

 

4 “Maestro” de Bradley Cooper

Es hora de hablar del único bodrio de esta lista de diez películas candidatas.

Ni bien caen los títulos del final de esta biografía cinematográfica sobre Leonard Bernstein que dirigió, co-escribió y protagonizó Bradley Cooper, te queda una certeza casi inapelable: ni Martin Scorsese, ni Todd Phillips, ni Steven Spielberg podrían haber dirigido esta edulcoradísima versión de la vida de una de las personalidades más briosas de la cultura popular norteamericana. Es más, de dos personalidades, porque ésta también es la (malograda por Cooper) historia de Felicia Montealegre, la compañera de vida de Bernstein, que también era una guerrera totl de la vida.

¿Será por este tono general complaciente y dietético que Phillips y Spielberg se corrieron del rol de directores de este guión y quedaron como meros productores ejecutivos? Muy probablemente sí.

No alcanza con las muy buenas actuaciones protagónicas (la de Cooper en la piel de Bernstein y la de Carey Mulligan como Felicia) ni con una fotografía impactante (blanco y negro o color) a cargo de un “mostro” de la luz como Matthew Libatique, ni con una dirección de arte cuidadísima o un montaje prolijísimo. La pelicula igual es un bodrio hecho y derecho.

 

Cooper eligió el camino más facil (hasta peresozo) de todos los que podía tomar para contar la riquísima vida del maestro Leonard: puso en la lente su excentricidad en la intimidad y su adicción al trabajo. Y poco más.

¿Pensó en contar la complejidad de su impronta socialista en una sociedad macartista que lo persiguió y lo puso en la picota durante décadas? No, ni por lejos.

¿Pensó en contar su abierto compromiso con el colectivo LGBT en una sociedad ultra evangelista como la de USA? No, ni por lejos.

¿Pensó en contar el compromiso conjunto de Berstein y Montealegre con la comunidad afroamericana y narrar en el film la famosa invitación que ambos le hicieron a la cúpula de las Panteras Negras para que visiten su hogar frente al escarnio del conservadurismo de la época? No, ni por lejos.

¿Pensó en hacer hincapié en la militancia pro latina que social, política y musicalmente desarrolló el maestro durante años y años? No, ni por lejos. Incluso “West Side Story” aparece en la trama casi de manera efímera, hasta publicitaria.

¿Pensó en profundizar sobre los aspectos de militancia activa por la cultura popular que el maestro realizó en foros salientes? No, ni por lejos. Por más que aseguró que Elvis "(…) es la más grande fuerza cultural del siglo XX”, que dijo taxativamente que el rey Presley “introdujo el ritmo en todo y lo cambió todo: música, lenguaje, ropa” y que “fue una nueva y total revolución social”. O que dijo en todos los estrados y medios de comunicación de la segunda mitad de los sesenta que los Beatles eran “los Schubert de nuestra época” y cuando impartía clases de teoría musical, solía poner ejemplos de sus canciones; o que en su última entrevista en vida dijo que los 4 fantásticos de Liverpool eran “los mejores compositores desde Gershwin”. No, no, no: nada de todo esto le pareció saliente a Bradley.

Esa poderosa catedral de simbolismos que fue esta bestia de la música, tejiendo permanentemente lazos entre lo académico y lo popular, quedó afuera casi por completo en la mirada de Bradley. Y todo lo que cuenta Cooper en esta película, por el contrario, es de una santidad por momentos irritantes. Un Bernstein impoluto y comprensible en sus flaquezas apenas delineadas. Casi un panfleto.

En fin: ¿es esta una película fea y no tenés que verla? No, para nada. Pero cuando pensás en todo lo que Cooper no muestra y en todo lo que no dice sobre alguien que se la dejó de taquito para que rompiera la red del arco clavándola al ángulo, te dan ganas de... ¡no volver a verla nunca más!

 

5 “Pobres Criaturas” de Yorgos Lanthimos

Dicen que esta es la película más “artística” de todas las que fueron por la estatuilla al mejor film. Cualquier cosa que esto quiera decir, tienen razón. Con esta película inmensa en producción y realización, el griego Yorgos Lanthimos ha terminado de entrar de lleno en el circuito de producción de Hollywood. Pero, a diferencia de otros colegas “de autor” que suelen mudarse a EEUU a trabajar en el delivery de las películas pop corn, él ha decidido mantener su sello de autor y no permitirle demasiadas licencias a los focus group ni a las improntas de mercado.

“Pobres criaturas” nace de una novela tan tierna como revulsiva: “Poor Things” del inglés Alasdair Gray, donde se teje y se desteje una verdad inquietante (atención: aquí hay un único espoiler, que te adelanta lo que recién a los 20 minutos de ver el film se te revelará, perdón): ¿es Bella Baxter, la protagonista de esta historia, el producto de un injerto clínico bestial que mezcla el cuerpo de una mujer muerta con el cerebro del feto que estuvo a punto de dar a luz? En la novela esta pregunta sobrevuela gran parte de la trama. Lanthimos, en cambio, anda con menos ambages y directamente te lo responde: sí, lo es. Y la película se centra directamente en la pobre criatura mas bella que puedas imaginar.

A partir de esta premisa tan sacudidora desde lo moral, tan prima hermana del nuevo prometeo de Mary Shelley, Lanthimos construye una película con -entre otras cosas maravillosas- una dirección de arte pictórica apabullante, una banda sonora minimalista de la re ostia, una estética steam-punk para mostrar las ciudades y las máquinas de un Siglo XIX que -como dice uno de los personajes centrales en la novela original- "apesta positivamente a todo lo que era morboso en el más morboso de los siglos" y un vestuario que directamente te deja con la boca abierta. La película es un festival para los sentidos.

 

Pero no solo es buena realización el film. Para ponerle alma a todo esto, el griego te sirve a la mesa un casting de lo mejor que se ha encontrado en años (muchos años) en el cine: de Bella va Emma Stone, que es una actriz desscomunal y una de las criaturas más hermosas que ha dado la humanidad. De su “padre” va Williem Dafoe, que construye como nadie en el mundo lo haría a un científico que es un perro feo, pero bello, tan sabio como bruto, tan encimismado en sí como comprensivo de la condición humana toda; osea: un extramoral, como los grandes personajes de la ficción, como el Rey Lear, como Homero Simpson, como Hal 9000. Bueno, de allí para abajo en el casting, todos sus participantes brillan en el concierto de esta película friki que llega a empalidecer de normalidad a piezas de Todd Browning o Tim Burton.

Verla es confirmar que el cine de autor puede y debe ser masivo y que si la cartelera está llena de bodrios pochocleros y desabridos es porque el cine -con sus reinvenciones primero en la TV por cable y ahora en el streaming- no está pasando por un buen momento de apuesta a lo creativo desde que arrancó este siglo.

Por último: Emma Stone se llevó el Oscar a mejor actriz y la contienda fue dura. Sin ir más lejos compartió desde el escenario su premio con Lily Gladstone, como si en ese gesto reconociera que debería estar allí arriba junto a ella. Punto para una gran actriz, de las mejores de este momento.

 

6 “Zona de interés” de Johnatan Glazer

La gran revelación de esta entrega de los Oscar y una de las películas más fuertes que la gran industria global del cine pueda filmar es esta. Y por más que la temática que aborda es devastadora, le cabe a este film la descripción de “cine puro y en estado de gracia”.

“Zona de interés” es el cuarto largometraje del director británico Johnatan Glazer, quien -aun siendo renombrado y laureado- en 25 años solo ha producido cuatro films.

Antes de dirigir ficción larga, fue director de algunos de los video clips que han quedado grabados en el inconciente colectivo de una generación que creció en los 90: canciones de Jamiroquai, Nick Cave, Radiohead y Massive Attack, entre otros, han sido transformadas en audiovisuales memorables por este genio raro y talentoso.

Y cuando en el 2000 entró de lleno al cine de ficción le dio pura dinamita: un thriller de tono rarísimo como “Sexy Beast”, su debut. Luego una película sórdida y compleja sobre... ¿la salud mental o la reencarnación? En fin, lo que quieras que sea en “Birth”, su segundo título, haciendo que Nicole Kidman tuviera uno de los papeles más extraños de su propia historia como actriz. Casi una década y media después de haber debutado, se estrena su tercer film: “Under the skin”, el más sofocante y raro de su filmografía, aquel en el que Scarlett Johanson hace de una vampira extraterrestre que vacía los cuerpos de víctimas que atrapa como una viuda negra. Una película extraordinaria y perturbadora por donde la mires.

Ahora -diez años después de aquella lovecraftiana vampira del espacio exterior- el tipo nos arroja en la cara la película más original y quizás una de las más movilizantes sobre la temática “nacional socialismo alemán + campos de concentración” que se hayan filmado.

Con un hiper realismo cinematográfico que puede ser comparado, por ejemplo, con la era de oro del cine italiano, Glazer nos cuenta esta “Zona de interés”, la historia ficcionada de un personaje que realmente existió: el joven jerarca nazi Rudolf Höss, director a cargo del campo de concentración de Auschwitz, quien vivía junto a su esposa y sus cinco hijos en una hermosísima casa con jardín, vivero y pileta justo al lado de uno de los campos de horror y exterminio más grandes que recuerde la humanidad.

Esta tensión entre la vida plena, sensible y hasta amable que la familia Höss vivió durante el brutal genocidio que el propio jerarca supervisaba, es el nudo sobre el cual se sostiene esta película que introduce una novedad de peso: en ninguna parte del metraje vemos una sola secuencia relacionada directamente con lo que sucede dentro del campo de concentración, que solo aparace como telón de fondo más allá del muro que lo separa de la casa de los Höss, allí donde de una manera “aislada” enseñan a sus hijos sobre flora y fauna, organizan cumpleaños y reciben visitas familiares.

 

Este escenario es perfecto para que Glazer trace una metáfora cinematográfica en la que podamos vivir como espectadores dos cosas: una, la realidad de que par que el horror nazi se lleve a cabo tuvo que darse una circunstancia de normalización del horror acometido, con todos los jerarcas nazis respaldados por la clase industrial y una parte importante del pueblo, todos actuando con casi nada de esa bestialidad monstruosa que el cine norteamericano eligió para mostrar al nazismo en el cine. Para que el horror suceda, probablemente las cosas hayan sido como Glazer las muestra. Eso es lo original y lo fuerte -fuertísimo- de esta película. Lo otro es un guión donde con muy pocos elementos dialógicos y visuales queda claro que la arquitectura del nazismo respondió a uno de los planes más pensados y plneados de la historia política de la humanidad.

Y para que aquel horror no quede soslayado, el británico se vale de dos o tres recursos cinematográficos de fuertísimo peso: las imágenes de las tristemente célebres chimeneas del campo de concentración de fondo, humenado todo el tiempo. Eso es lo primero. También recurre a algunos diálogos precisos y demostrativos, que se dicen con el tono de mesura -repitamos, que no redunda- que sobrevuela en todo el film sobre aquel verídico cuadro de espanto que allí ocurrió. Finalmente el tercer elemento que marca el horror es la gran (y espantosa) estrella magistral que es la edición de sonido realizada por Johnie Burn, quien compiló un documento de 600 páginas que contiene eventos relevantes en Auschwitz, testimonios de testigos y un gran mapa del campo para que esos sonidos del espanto que podemos escuchar a la distancia muy sutilmente por detrás de las escenas, puedan “mostrarnos sin mostrar” aquel epsanto. Burn pasó un año construyendo una biblioteca de sonidos antes de que comenzara la filmación, que incluía sonidos de maquinaria de fabricación, crematorios, hornos, botas, disparos con precisión de época y sonidos humanos de dolor.

Así, con este complejo entramado artístico ensamblado con mucho talento, el excéntrico Glazer entrega una película tan atrapante como profunda y perturbadora. Y volvamos a este punto clave y de allí no nos corramos nada: Glazer no trabaja una ficción alegórica: va y mete los pies en el barro de uno de los epsiodios más horribles que la humanidad se a atrevido a ejecutar, con mesura, con bestialidad normalizada, así como Höss repara el techo del invernadero de su casa soñada mientras los gritos de al lado del muro se escuchan muy, pero muy de fondo.

 

7 “Past Lives” de Celine Song

Comencemos con una afirmación re taxativa y un poco polémica: ésta película solo puede ser escrita y rodada por una mujer. La frase parece de un conductismo brutal, sí, pero es que todo es femenino dentro de este film. Ojo, no estamos hablando desde el cliché que se le adjudica por convenio patriarcal a lo femenino, eh, todo aquel cliché de la suavidad, la sutileza, el apego a la belleza, la delicadeza y demás sarasas machirulas. No no, aquí estamos hablando -casi por el contrario- de razones vinculadas con la mera lógica femenina, el nervio, la tripa, el callo femenino que han movido las mujeres como sujeto de empoderamiento desde hace siglos, es decir: la posición ideológica femenina, el profundo tema social del género, el mismo que las derechas vienen no ya resistiendo, sino combatiendo en todo el planeta. Las mujeres entienden los procesos de existencia individual y social de otra manera, porque son sujetas de un mundo patriarcal. Y en este film, aunque no se traten “temas del feminismo” eso está clarísimo.

Vos ves “Vidas pasadas” y, a medida que los minutos transcurren sabés que ningún tipo (ni siquiera Almodovar) sería capaz de contar esta historia con la perspectiva con la que la contó Celine Song, una directora joven (35 años), debutante, coreana, hija de la migración temprana (su familia se trasladó a Canadá cuando ella tenía 11 años). Todos estos factores pesan, la nacionalidad, las circunstancias de vida de la creadora, etcétera; pero la condición de mujer es la que nuclea todo. ¿Puede un tipo contar una historia de amor super sencilla y hacer que al final del metraje nos deje la sensación de haber asistido a una serie de consideraciones bien pero bien profundas? Sí, Linklater lo hizo en su trilogía del amanecer, por dar solo un ejemplo. Pero cuando veas este film, entenderás que solo una mujer puede presentarte un panorama humano final como Song lo hace en este film .

 

Patra entender de qué madera está hecha la película, pueden mencionarse los antecedentes: Celine Song solo tuvo un gran acontecimiento antes del estreno de este film: la potentísima obra de teatro “Endlings” en la que la directora -que también fue dramaturga- contó la historia de tres mujeres haenyeo (buceadoras, la traducción literal del coreano del vocablo es “mujer del mar”) de la isla de Jeju. La obra centra su atención exclusivamente en las tres mujeres de impronta super aguerrida y su organización matriarcal. Nuevamente: no es “de temática feminista”, pero …. bueno... ¡se hace camino al andar! Y la trayectoria de Celine se consolidada dos años después, tras ser considerada por la industria del entreteniiento como una joven promesa de la dramaturgia: Song fue contratada por Amazon para escribir ocho capítulo de la serie “La rueda del tiempo”, una ficción fantástica donde la magia (y sus efectos en el mundo) está bajo la responsabilidad de... sí, adivinaron: ¡las mujeres!

Munida de esos pergaminos, todos jóvenes como ella, llega Song hasta a nuestros días con esta propuesta, la simple historia de Nae y Hae, mujer y hombre adultos que deciden tomar por las astas el amor que sintieron mutuamente cuando solo eran poco más que una niña y un niño en Seul, su ciudad natal. La emigración de ella a Canadá primero y luego a EEUU dejó trunca esa historia de unión amorosa de manera intempestiva. Dos décadas y media más tarde, con ella casada y él de novio, uno de los dos deberá cruzar continentes para saber de qué está hecho eso que les une “en abstracto”. Esto que parece la trama de una simple telenovela o de un relato edulcorado de literatura del corazón es -en las manos de la Song- la materia prima para pensar las relaciones afectivas que las y los humanos nos permitimos vivir en esta post-modernidad líquida. ¿Existen lazos ancestrales y órdenes naturales en las relaciones amorosas o todo es construcción cultural? Celine mete los pies en el barro para tratar de hacer pasar esos temas por su película, y lo hace con mucha emoción y sin necesidad de agravar la trama con rispideces ni violencias. Ahí, exactamente ahí está lo que solo una mujer es capaz de mecanizar para que una obra cultural funcione de una manera y no de otras.

Golazo al ángulo los protagónicos: Greta Lee y Yoo Tae-o son sencillamente encantadores. Verla te va a tener varias semanas pensando en la noción de in-yun ¿Qué es eso?... ¡bueno, andá y mirá la película!

 

8 “Barbie” de Greta Gerwig

En épocas en las que amentablemente hay un forzado espíritu colectivo flotando que pide que se retroceda a paso firme en materia de conciencia colectiva acerca de los derechos de las mujeres, nada puede ser demeritorio ni “poca cosa” para analizar a este fenómeno de masas que fue esta película (y que quedará a futuro, claro está) un tanque del entretemiento dirigido por Greta Gerwig que arrasó en taquilla y streaming. Y como para arrancar esta mini reseña, vale la pena destacar que más allá del boom empresarial de taquilla, en menos de un año el tamaño simbólico y el mensaje de la película continúan creciendo a paso firme.

Por derecha se le critica a “Barbie, la película” un supuesto “oportunismo de época”, resaltando que “está de moda” el feminismo (como si hubiera uno solo...) y se cargan las tintas críticamente con cuestiones puntuales, como que en la película van apareciendo Barbies que no son el estereotipo y eso está muy pero muy mal porque es “inclusión forzosa” (hay que ser ladinos para inventar ese término, eh). Lo cierto es que por sobre todas estas pavadas tan viralizadas en la cultura global se yergue esta película, cargada de fantasía cinematográfica, con una conducción artística que fue celebrada hasta por los directores de cine de autor más salientes de entre los que quedan vivos y detentan el título de próceres del cine actual (Tarantino, Scorsese, Luc Besson, la lista sigue).

Durante los días del estreno de la película, en este portal publicamos una crítica acerca del film y la repercusión cultural que le acompañó leer aquí. Quizás para terminar de semblantearla dentro de este especial de cinco candidatas se pueda mostrar este párrafo de aquel artículo:

 

“Barbie, la película, es un film que fue tejido con mucha precisión y pericia artística por Greta Gerwig y Noah Baumbach, un dúo de directores y guionistas que hasta aquí han traído películas muy interesantes y que han aportado -juntos y por separado- asuntos poco convencionales dentro del cada día más repetitivo esquema del cine norteamericano comercial. En este caso, aceptaron el desafío de abandonar “las comodidades” del cine independiente -libertad creativa y discursiva- para hacer junto a dos empresas trasnacionales gigantes una de las películas con mayor presupuesto (de producción y de difusión) de estos tiempos. El resultado final es atrevido desde lo discursivo, con un guion sólido que respeta lo esencial de cualquier historia que quiera convertirse en clásica: el viaje de su protagonista y su transformación. Estéticamente es potente, cumple, porque la vara está altísima y tuvo que animar cinematográficamente a uno de los íconos con imagen más clara y definida de la post-modernidad. Cinematográficamente brilla por momentos, toma referencias del cine clásico y las resignifica con mucho ingenio. La mítica secuencia de “2001, Odisea en el espacio” que recrea al comienzo del film, en plan de parodia, plano por plano, es realmente potente. Las referencias (también paródicas) a Matrix en las oficinas de Mattel, también funcionan con fuerza y los planos y luces que empardan los pasillos del edificio de Mattel con los del súper ministerio del “Brazil” de Terry Gilliam son -para qué negarlo- una auténtica delicia. El casting es sólido: Margot Robbie lleva a la Barbie estereotipo a sitios notables (la pequeña secuencia con la anciana en la parada del colectivo es teatralmente brillante), el Ken de Ryan Gosling la descose en la tierna y torpe sumatoria de sus peores ideas, Will Ferrel cumple una vez más y te hace reír mucho con el más pragmático y estúpido insensible CEO de Mattel que se pueda componer. También esta perfecto Michael Cera como Alan y Kate McKinnon hace una “Barbie Rarita” (SIC) con matices interesantes.”

A casi un año del estreno hay que volver a destacar que su mensaje feminista está vigente y necesario: tan necesario es que la Academia de Cine y Artes de Hollywood la nominó como mejor película, rubro en el que no tuvo muchas chances de ganar y hasta se hicieron chistes durante la gala, pero no nominó a su directora ni a su actriz principal, dos roles destacados dentro de esta obra que -más allá de lo que se diga o no se diga sobre los feminismos dependiendo cuan a la derecha se corra todo- se ha ganado un lugar en la historia del cine de este siglo.

 

9 “Anatomía de una caída” de Justin Triet

Si de Celine Song dijimos lo que acabamos de decir, de Justine Triet diremos exactamente lo mismo: el poder femenino de su película la convierte en una pieza única. ¿Existen antecedentes de thrillers judiciales tan humanos como éste? Y sí, uno piensa en los doce del patíbulo o en Philadelphia inmediatamente. Pero aquí hay algo distinto: lo primero es lo que ya se señaló, que aquí hay una mujer dirigiendo y escribiendo. Lo segundo es que en este thriller no hay una posición tan fácilmente decodificable en lo que se refiere a lo socio cultural. Si en los doce del patíbulo quedaba claro que la sociedad norteamericana era racista, en Philadephia que era homofóbica, y que -en ambos casos- si continuamos por esa senda, vamos por un pésimo camino; en la película de Triet las cosas no están tan claras: hay que desandar con ella el metraje de la película para poder interpretar dónde está el nudo de lo que la directora plantea con este film.

La historia es simple: una escritora, un profesor y el hijo niño de ambos viven en una cabaña aislada de la sociedad urbana. Un día el niño sale de excursión por las inmediaciones y cuando vuelve encuentra a su padre muerto, tirado en la nieve. No estoy espoileándote nada, la imagen está en el afiche de la película y en la foto promocional que incluso ilustra este dossier. Ahora la justicia debe averiguar si el tipo se cayó del altillo de la cabaña por un accidente o si lo empujó su esposa.

 

Con esta premisa dramática como motor, Justine construye una película de tribunal como hace mucho, pero mucho tiempo no veíamos.

Entonces allí, con el juicio avanzando, terminamos de armar el rompecabezas menos pensado. Contrariando al mandato de los films de juicios, donde tenemos que sí o sí saber quien fue culpable y quien inocente, aquí empezamos a ir a cada minuto que pasa por otro carril. Nos interesa más comprender a la cultura moral de nuestro tiempo -represntada en la justicia- que lo que realmente sucedió. Para eso Triet se agarra fuerte de Sandra y en la mirada interna de Daniel, el hijo de ambos, que (¡espectacular recurso argumental!) es casi ciego.

La corte y la prensa se interesarán en la bisexualidad de Sandra, naturalizarán la “toxicidad” de su “ser femenino” y otras perlas más que los llevarán a ellos y a vos a sentir confusión en torno al caso. Allí está el paseo emocional que esta mujer (hablo de Justine Triet) te tiene preparado como para justificar que le dieron un globo de oro y una palma de Cannes por esta película que hoy compite por el premio de cine más famoso y glamoroso del planeta.

Dato saliente: Sandra Hüller, la protagonista, no solo tiene un rol actoral descollante en esta película, sino que también la rompe toda en “Zona de interés”, una cruda fotografía de la banalidad del mal, película que compite con “Anatomía...” y las otras 8 en la candidatura al mejor film.

 

10 “Los asesinos de la luna de las flores” de Martin Scorsese

Estrenada en Argentina como “Los asesinos de la luna”, esta es la última película del maestro Martin Scorsese. Dicen que es la anteúltima, y que a sus casi 84 años se retirará con una segunda película sobre la vida de Jesucristo basada en la novela “La vida de Jesús” del japonés Shusaku Endo; segunda vez que Martin le entra a Cristo, ya que él fue el revoltoso que se animó a filmar una adaptación cinematográfica de “La última tentación de Cristo” en 1988. Perdón, me fui por las ramas.

Pero tal vez esta introducción nos sirva para figurarnos que pasa por la mente y la conciencia de un hombre de fe famoso por dirigir películas sumamente terrenales cuando se topa con un guión que une ambas cosas: la espiritualidad y lo terrenal. Pues bien, el resultado final es esta excelente película.

El guión está escrito por el mismo Martin y supervisado y mejorado por Eric Roth, el guionista que escribió Forrest Gump. Es decir: más sólido en términos de dramaturgia para cine norteamericano, dificilmente se encuentre. Pero lo más notable de todo es que el punto de partida y la esencia de esta historia se encuentra en la potentísima novela histórica “Los asesinos de la luna de las flores: Los crímenes en la nación Osage y el nacimiento del FBI” del periodista y prosista norteamericano David Grann.

 

Aquí tenemos entonces a un Martin Scorsese maduro, casi en el final mismo de su trayectoria como cineasta, metido en el barro de una historia que le pica como urticaria a un país racista: la de la matanza “silenciosa” a través de envenenamientos encubiertos de enfermedades crónicas y “accidentes” de toda la comunidad del pueblo nación Osage que en la década del veinte del siglo pasado quedó arriba de las tierras en la que mayor cantidad de petroleo se descubrió por aquellos años en los que la humanidad estaba en plena transición energética con el combustible fósil como principal motor de la civilización.

Si bien el devenir en forma de adalid democrático de ese “and liberty and justice for all” que EEUU impulsaba con fuerzas a comienzos del Siglo XX obligó al estado a reconocer la titularidad de las tierras petroleras a las familias Osage, conviertiéndolos repentinamente en personas millonarias, el nervio racista y supremacista de una nación que (como la mayoría de las de América toda) prosperó sobre la base de genocidios y aniquilación cultural de los pueblos originarios acechaba en torno al caso y explotó en una de las matanzas silenciosas más crueles de la historia de ese país.

Hasta allí fue Scorsese con su película y tejió una trama en la que el público global (tan apegado a una sola fórmula para entender los protagonismos: blanco es la única forma legítima del poder) debe al menos sentarse a pensar por varios minutos si esta limpieza étnica y cultural no nos demuestra que el supremacismo estuvo y aun está vigente.

Para lograr esto, este grado de reflexión, el bueno de Martin entra dentro de la cultura y la espiritualidad Osage, produciendo un fenómeno de interculturalidad que pocas veces se da en el cine mainstream de EEUU (que a lo sumo se anima a llegar a un “Danza con lobos”) salpicando de conciencia todos los presupuestos prejuiciosos que existen sobre cualquier cultura que no sea la hegemónica dominante. Mucho más las originarias.

Se ha criticado a esta película por derecha con argumentos insólitos y pueriles (su duración, por ejemplo), pero ya sabemos que la derecha es así: hater al pedo. Y se ha criticado a esta película por izquierda diciendo que finalmente le lava la cara al FBI. Explicar por qué considero que no es así implica espoiler, así que si querés que hablemos sobre el tema, nos encontramos en un café luego de que veas el film. Lo cierto es que el público “estrimero” global merece tomarse las 3 horas y algo que dura la película y sentarse a ver esta verdadera obra de arte. Sus sentimientos sobre la belleza estética y sus conciencias se lo agradecerán.

29/07/2016

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