Esto no parece un Pacto. Es a lo sumo un ajuste de cuentas pendiente entre el presidente y los 24 gobernadores.

Los gobernadores, que no serán quienes voten en el recinto de la Cámara de Diputados, ya que lo harán los legisladores que representan al pueblo de la Nación. O sea los protagonistas definitivos no serán los gobernadores sino los diputados nacionales. Pero esos no acudirán a la cita porque no están incluidos al invite. Habría algo así como una tercerización de la voluntad política la que apela Milei.

Es un largo camino con demasiados interlocutores que además no son como queda dicho los que volcarán su voluntad por el Si o por el NO.

Si el Poder Ejecutivo no hubiese retenido ilegalmente los recursos que por ley les corresponde a las provincias no estaríamos en esta compleja situación. Pero el que cometió la arbitrariedad, es el presidente que coacciona a los gobernadores de las provincias, víctimas de su maniobra, los que deberán aceptar sin objeciones lo que él requiere, aparentando blandura y comprensión ante el atropello.

Pactos eran los de antes. Como cuando Perón pactó con Frondizi para las elecciones de 1958, en que Perón solicitaba a cambio de votos que el peronismo fuese legitimado, luego de la clausura a la que lo sometiera la revolución de 1955.

Si, Pactos eran los de antes, los llamados “pactos preexistentes” que extendieron su valor hasta que sus textos de 1820 fueran incluidos en la Constitución de 1853.

Y pacto fue lo que configuraron Menem y Alfonsín, jefes de las dos fuerzas políticas mayoritarias, para acordar reformas en el texto en vigor de la Constitución de 1853, que ni siquiera permitieron hacer públicas ni ofrecerlas a ser debatidas en la reforma de 1994.

Esto último ya era un mamarracho que motivó el abandono de las deliberaciones del obispo de Neuquén Jaime De Nevares que porfiaba, con razón, que esas cláusulas fueran abiertas para su debate. Como no se accedió a su requisitoria, el obispo diputado abandonó el recinto justo a su colega de bancada.

Lo que propone el presidente Milei no es un pacto, es un arreglo que responde al pago de un rescate con se abonará con la plata de los propios “rehenes” pues el dinero fue incautado ilegalmente por el Poder Ejecutivo, condicionado a la aprobación de la ley Ómnibus que hace pocas semanas había sido mandada al archivo.

Ya hay varios gobernadores que han cantado el presente que están acorralados por la situación que se cierne sobre ellos y que se pone en evidencia con el no pago de los sueldos de la administración.

El gobernador Kicillof presentó su propia agenda de discusión en paralelo a la impuesta por Milei, observándose contrastes irreconciliables que seguramente no serán aceptados.

Es posible que el Pacto o como se llame no sea firmado, por ausencia de gobernadores a la reunión o por diferir con el contenido de la misma donde habrán querido que se discuta también con legítimo derecho sus propias realidades.

Los gobernadores deberán pensar muy bien a lo que se comprometen porque Milei se quedará con su acuerdo y seguramente emprenderá nuevos cambios imbuido como está de discrecionalidad. Acordar con este presidente es un riesgo supremo porque no ha demostrado ser leal ni siquiera con sus pares, cuanto más con aquellos a los que ya estigmatiza con gruesos adjetivos.

Exponerse al abrazo del oso después de estos meses de escarnio y desgobierno, por parte de Milei, es descreer de las propias aspiraciones de los que aún piensan en hacer una carrera política en la función pública.