Entrevistas
26/10/2016

Georgina Orellano (Ammar)

“La vida de una trabajadora sexual vale menos que la de otra mujer”

“La vida de una trabajadora sexual vale menos que la de otra mujer” | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La titular de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina explica la discriminación que sufren cuando una compañera de su sector es víctima de femicidio. También reivindica el trabajo sexual, analiza el rol de los medios en su maltrato y deshumanización, y polemiza con el “abolicionismo”.

Marcelo Pascuccio

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“Los femicidios de las trabajadoras sexuales parecen legitimados por la sociedad en general, que no nos ve como mujeres sujetas de derechos”, afirma Georgina Orellano, secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar), quien explica la adhesión a la reciente huelga nacional de mujeres, pero advierte que cuando compañeras de su sector son víctimas, para gran parte de la sociedad “su vida vale menos que la de otra mujer” y “la violencia está naturalizada”.

Cita un ejemplo gravemente discriminatorio de integrantes del sistema judicial cuando en el caso de Sandra Cabrera, “dirigente de Ammar asesinada en Rosario por denunciar redes de trata, siete trabajadoras sexuales prestaron testimonio pero fueron deslegitimadas por el juez” por considerar que “se trataba de mujeres prostitutas”, según declaró en esta entrevista realizada para Va Con Firma.

Orellano reivindica el trabajo sexual y lo considera igual que otros “que muchas personas no elegirían” pero igual lo realizan para tener una remuneración, y que también “implican poner el cuerpo”, como el empleo doméstico o las tareas rurales. Critica a quienes “pretenden que todas vivamos la sexualidad tal cual ellas creen que la mujer debería hacerlo”, y polemiza con la Red-Par, integrada por periodistas con perspectiva de género, que en su mayoría son abolicionistas respecto del trabajo sexual.

-Bajo el lema “Las putas también paramos”, Ammar se sumó al paro nacional de mujeres contra la violencia de género y la precarización laboral femenina.

-Nos sumamos porque nos solidarizamos con lo que nos está sucediendo a nosotras, porque tenemos muy claro que todas las mujeres estamos expuestas a sufrir violencias de género y a sufrir femicidios por el hecho de ser mujeres. Vivimos en una sociedad desigual, donde las mujeres somos las que estamos destinadas a ejercer los trabajos de autocuidado, somos las que estamos destinadas a llevar la casa, la maternidad. Vivimos en una sociedad machista, patriarcal, donde los hombres tienen muchos más privilegios que nosotras, y en ese sentido creemos que hay que unirnos para dar la gran batalla cultural y generar un cambio social para que nos dejen de matar.

-Lo de “ni una menos” es un reclamo histórico de ustedes, pero nunca tuvo tal adhesión. ¿A qué lo atribuís?

-A la naturalización de la violencia en el trabajo sexual. Porque hay algunos sectores que socialmente no consideran la prostitución como un trabajo, y también lo atribuimos al estigma que hay hacia el trabajo sexual y hacia la mujer que decide ejercer este trabajo. No hay tal adhesión porque se cree que por el solo hecho de ejercer el trabajo sexual una está condenada a sufrir violencia o está condenada a que le sucedan cosas como los femicidios, por eso no es casual que el 91% de los femicidios de las trabajadoras sexuales queden impunes y hagan esta desvalorización de la vida de una puta. A veces la vida de una trabajadora sexual vale menos que la vida de otra mujer.

-Los femicidios de prostitutas parecen legitimados por el maltrato policial y el supuesto marco de ilegalidad del trabajo sexual.

-Los femicidios de las trabajadoras sexuales parecen legitimados por la sociedad en general, que no nos ve como mujeres sujetas de derechos. Siempre que se visibilizan los asesinatos de nuestras compañeras, la mayoría quedan impunes porque los testimonios y los entornos nuestros están criminalizados. Tenemos el caso de Sandra Cabrera, dirigente de Ammar asesinada en Rosario por denunciar redes de trata. Siete trabajadoras sexuales fueron testigos y sus testimonios fueron deslegitimados por el juez que tomó la causa porque se trataba de mujeres prostitutas. Hay un sentido común de algunas personas que están en el poder que nos suelen poner como mujeres no pensantes, mujeres que no decidimos, y mujeres que estamos expuestas a situaciones por el solo hecho de ejercer el trabajo sexual. Los femicidios están legitimados justamente porque la policía se ampara en un montón de legislaciones punitivistas que le otorgan mayor poder para que de manera arbitraria sigan persiguiendo, maltratando, violentando y coimeando a nuestras compañeras.

-¿Cuál es el papel de los medios en la normalización del maltrato y la deshumanización de la trabajadora sexual?

- Hay medios de comunicación que suelen estigmatizar nuestra labor, ya que escriben artículos basados en mayor estigma social. Artículos periodísticos desde una mirada peyorativa, negativa y también donde no suelen tomar como testimonio válido la voz de una trabajadora sexual. Hay un decálogo de la Red-Par (N. de la R.: es una organización que se define como “Periodistas de Argentina Red, por una comunicación no sexista”), que es una guía para que los medios aborden temas de las mujeres desde una perspectiva de género, y la mayoría de periodistas que la elaboraron tienen una mirada abolicionista con relación al trabajo sexual. Dentro de la guía recomiendan a los medios de comunicación no utilizar la palabra 'trabajadora sexual', que cuando se habla de prostitución no hablar de 'trabajo sexual', y si se quiere publicar un testimonio de una mujer en prostitución se reconozca como víctima o como mujer en situación de prostitución. Esto hace que desde esa mirada personal e ideológica que tienen estas periodistas se invisibilice a todo un movimiento de trabajadoras sexuales que justamente está organizado para tomar la palabra en primera persona. Esto muestra además que hay una violencia hacia no respetar la autodeterminación de sujetos políticos que se organizan para mejorar su calidad de vida y mejorar sus condiciones de trabajo.

-Se suele incluir ahora el trabajo sexual como un término necesariamente asociado a las redes de trata.

- Justamente son las leyes que se han implementado y se han llevado adelante en nuestro país para combatir la trata de personas, legislaciones bajo un marco punitivista, que como herramienta para abolir la trata de personas utiliza el derecho penal. Una de las fuertes críticas que hacemos desde el movimiento de trabajadoras sexuales es que han equiparado trata con trabajo sexual, estigmatizando nuestro trabajo pero también a la vez entregando mayor poder a las fuerzas de seguridad, y creando numerosas legislaciones con un tinte prohibicionista que lejos de combatir la trata de personas lo que ha hecho es prohibir todo lugar donde se pueda realizar trabajo sexual. La consecuencia de esto es que nuestro trabajo sea empujado a una mayor clandestinidad. Justamente en ese marco de clandestinidad estamos expuestas a ser sujetas de cualquier tipo de explotación y estamos expuestas a sufrir mayor vulneración de derechos.

-Hay sectores que consideran que no es un trabajo, que incluso nadie lo elegiría como tal si pudiera.

- Hay un montón de otros trabajos que muchas personas no elegirían como tal pero lo terminan realizando porque les genera una remuneración económica. Hay muchos trabajos que surgen de la necesidad económica de las personas, sobre todo de aquellos que pertenecemos a la clase trabajadora, donde no terminamos eligiendo libremente qué trabajo hacer sino dentro de las pocas opciones que tenemos por pertenecer a los sectores populares. Sin embargo hay trabajos que no son mirados de forma estigmatizadora y no hay sectores que tengan la mirada de abolir ciertos trabajo que nacen de la necesidad, por ejemplo el empleo doméstico, el trabajo textil, el trabajo rural, que son trabajos que implican el cuerpo, ya que todos terminamos trabajando con el cuerpo y poniendo una parte del mismo para ganar dinero a través de eso. Creemos que hay algunos que no consideran que nuestro trabajo sea un trabajo legítimo justamente por la parte del cuerpo con la que trabajamos que es la genitalidad de la mujer. Históricamente su uso implica para algunos la dignidad de las mujeres, implica entregar esa sexualidad a un otro, siempre y cuando esté de por medio el amor y el placer. Nosotras creemos que la mayoría de los cuestionamientos que hay hacia las trabajadoras sexuales parten de esta mirada. Algunos siguen reproduciendo mandatos socioculturales, desde el lugar que ven a la mujer, y todas aquellas mujeres que a medida que nos corremos de esas normas nos acercamos al mal, algo que no se debe. Creemos que en el fondo del debate sobre la sexualidad hay una cuestión moral. Algunas pretenden que todas vivamos la sexualidad tal cual ellas creen que la mujer debería hacerlo, pero ceder y tener esa mirada es caer en un discurso moral. Porque toda la sociedad está atravesada por la sexualidad desde un tema tabú que se ha ocultado sobre la alfombra y nunca se ha logrado hablar ni siquiera dentro de la institución familiar. La iglesia ha incidido mucho sobre el uso de la sexualidad de la mujer y para cambiar eso hay que dar una gran batalla cultural. Creemos que la primer gran batalla es comenzar a hablar de estas cosas, es comenzar a escuchar a estos sujetos que fueron históricamente invisibilizados, comenzar a preguntarle a ellos, en este caso a las trabajadoras sexuales, qué es lo que quieren, qué es lo que deseamos nosotras, por cuáles problemas estamos atravesados, y entender que el estigma 'puta' es un estigma que atraviesa a todas las mujeres, no solamente a las trabajadoras sexuales. Por eso consideramos importante que se empiece a comprender que la mayoría de problemas que tenemos las trabajadoras sexuales no es por el hecho de nuestro trabajo en sí, sino por el hecho de haber nacido mujer en una sociedad tan desigual. 

29/07/2016

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