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Esta nota comenzó siendo una entrevista a Lucas Chiappe cuando aún no se había iniciado ningún incendio. Lucas es un referente para todos los que se preocupan por las cuestiones ambientales y en particular por los bosques y sus entornos y por la coherencia con la que ha sostenido un plan de vida y lucha por décadas. Ha publicado dos libros de fotografías y escrito infinidad de documentos y propuestas alternativas que han tenido distinta suerte pero no han sido intrascendentes.
El fuego que arrasó primero Epuyen después del 15 de enero y actualmente sigue devastando El Bolsón, se metió en esa entrevista que pretendía ser el relato de la historia de alguien que representa ideales que son una de las pocas resistencias a un sistema deshumanizado que nos conduce a un inevitable colapso. Una entrevista que fue desbordada por la urgencia y desmesura de los incendios que no son un accidente sino una evidente muestra de cómo operan intereses que parecen contar con la complicidad de medios de comunicación y poderes políticos.
“Llegamos a Epuyén en la segunda mitad de los años 70 con mi esposa Jillian y nuestra primera hija, Surya. Luego de viajar varios años nos instalamos en un lugar en el que no había ninguna comodidad, ni caminos, todo muy rústico para la mayoría de la gente pero un paraíso para nosotros. Lo que nos enamoró de Epuyén además del hábitat que es maravilloso, fue la sociedad que era totalmente igualitaria, todos éramos pobres, salvo el dueño del aserradero que era prácticamente un esclavista que tenía cautiva a la población.
A los pocos años de estar acá aparece un proyecto de instalación de un dique que dejaría el valle del Epuyén completamente bajo agua. Con una inocencia que no puedo llamar valentía, sino desesperación e instinto de sobrevivencia, llevamos adelante una lucha entre los años 81 y 86 con todo el pueblo, que logró frenar la obra. Esa lucha como todas las luchas tuvo un montón de imprevistos que son los que te dan la esperanza que algo puede cambiar y que no todo está perdido”, así relata apretadamente Lucas Chiappe, ambientalista, fotógrafo, chacarero, sus primeros años en La Comarca marcados por una épica que fue un factor determinante en la conciencia del pueblo de Epuyén para organizarse frente a poderes que parecían irreductibles.
La relación de Lucas con el bosque andino patagónico es de un amor intenso y ha dedicado prácticamente su vida a buscar formas de preservar y proteger las áreas que aún no han sufrido la devastación. Una de sus ideas, que define como utópicas, es “interconectar” a través de una ancho corredor a los cuatro Parques Nacionales patagónicos, Lanín, Lago Puelo, Los Alerces y Nahuel Huapi. Una idea que a pesar de lo difícil que parece si hay una voluntad política se puede concretar como sucedió con la creación del Parque Provincial Cerro Pirque.
“En los años 40 y 60 se produjeron incendios que arrasaron con el 80% de los árboles “maderables” . Eso hizo que en el año 64 el gobierno provincial declarara reserva forestal las 30.000 hectáreas del Cerro Pirque (Pirque es una palabra mapuche que significa “murmullo interior”, algo que consolida mi impresión que el cerro en realidad es un volcán extinto), lo que permitió y demostró la capacidad de recuperación del bosque. Con una mirada utópica empiezo a plantearle a la dirección de Bosques la posibilidad de crear una área protegida para evitar la instalación de madereras. Mis argumentos eran por un lado románticos, consideraba que el Cerro Pirque es un lugar sagrado y por el otro economicistas: la explotación maderera durante 70 años no había generado ninguna riqueza ni mejoras en la región, siempre fue un negocio de pocos.
En varias de las causas que lleve adelante siempre hubo un patrón: de entrada está perdida, luego hay un empoderamiento de la comunidad y suelen aparecer imprevistos que empujan hacia una resolución favorable. En mi relación de amor-odio con la dirección de Bosques fuimos avanzando en esa fantasía utópica hasta lograr primero la creación de un área intangible de 3000 hectáreas en el Cerro en el año 92 y luego la reglamentación de la reserva como Parque Provincial. En este caso fue muy importante un reconocimiento internacional a través de un Premio Rolex en medio ambiente que amplío la visualización del trabajo que veníamos haciendo con la Fundación Lemu con el objetivo de proteger y valorizar los bosques nativos”, relata Lucas.
Iori tiene 3 años y quiere ser bombero. Iori es uno de los nietos de Lucas y estos días ha visto a sus padres, tíos, abuelos y gente cercana involucrados directamente en la lucha contra el fuego en Epuyén y El Bolsón. Pidió un traje, casco y herramientas de bombero y con seriedad asume en sus juegos la preocupación que ronda en el ambiente.
Lucas ha insistido con que los habitantes de la zona tomen conciencia del riesgo existente y la necesidad de tener un plan de acción que sea asumido por todos los habitantes de la zona ante la falta de acciones desde los gobiernos nacionales y provinciales.
Esto sin dejar de exigir que se considere la posibilidad que desde el Estado se realice una política de erradicación de pinos de plantaciones abandonadas. “A los empresarios que forestaron en décadas pasadas y eran subvencionados no se les exigía ningún tipo de control sobre las plantaciones. Cuando pasaron los años y esas forestaciones siguieron creciendo indiscriminadamente porque no hubo demanda, ya que esas plantas no eran buen negocio como madera, fueron abandonadas. Hoy hay una ordenanza que impide que esos espacios sean loteados sin un raleamiento y corte previo de árboles. No se puede hacer una ley retroactiva que exija el mantenimiento de esas plantaciones, no le podemos pedir al Estado que haga un mea culpa de una política errada pero sí que active un principio de recuperación que permita disminuir los riesgos potenciales”.
El incendio que se desató en Epuyén a mediados de enero y que persiste en algunos lugares, destruyó más de 70 viviendas y lleva quemadas casi 3000 hectáreas de bosque nativo, (principalmente bosques de lenga que tienen un rol importantísimo en el ecosistema), pastizales y forestaciones implantadas de pino, muchas de ellas abandonadas y fuera de control.
Al momento de escribir esta nota la situación en EL Bolsón seguía siendo desesperante y nuevos focos habían aparecido en Epuyén.
“La forestación se ha convertido en un problema casi imposible de resolver”, plantea Lucas. “Durante años el Estado subvencionó y estimuló la plantación de pinos que no tienen valor como madera y son forestaciones que han sido abandonadas por sus dueños y son lugares propensos a arder rápidamente. Hay una gran paradoja en el hecho que el Estado haya subsidiado por décadas la introducción de pinos y ahora tenga que destinar recursos para controlar el despliegue del fuego que en gran parte es producido por esos mismos pinos altamente combustibles”.
“Somos invasores jóvenes de la Patagonia”, dice Lucas, “la gente que llego después del genocidio iniciado con la Campaña del Desierto, lo hizo sin la mas remota idea del entorno, ni de cual era el valor del bosque, no tenían ninguna cultura arraigada sobre lo que eran la montaña y los bosques”.
Desde principios del siglo XX la Patagonia ha ido perdiendo miles de miles de hectáreas de bosque nativo, en principio para establecer la ganadería, luego por el avance de la industria maderera y finalmente por la forestación de pinos. Esto y la introducción de la oveja en el 70% del territorio patagónico son las dos mayores catástrofes ecológicas por la degradación que produjeron en el suelo.
Las características específicas de las forestaciones exóticas de pino —la sequedad que generan en los suelos, la gran proporción de aceites en su composición orgánica y el efecto multiplicador que tienen las explosiones de las piñas (fruto del pino)— son factores determinantes para explicar la velocidad y voracidad con que avanza el fuego. Esto sumado a la multiplicidad de causas que provocan los incendios: ausencia de lluvias, modificaciones en los vientos, aumento de temperaturas, además de la intencionalidad, como se ha visto en estos últimos incendios tanto en El Bolsón como en Epuyén.
En una carta dirigida al Concejo Deliberante y a la comunidad de Epuyén en 2022, Chiappe advertía de los riesgos de las forestaciones abandonadas y describía cuáles eran las zonas de más alto riesgo que fueron precisamente las más afectadas en este último episodio y en uno de los párrafos remarca no una solución pero sí un importante atenuante:
“El objetivo básico de la propuesta, es comenzar un proceso de raleo de Pinos en la zona de Interfasepara apuntar, en una segunda etapa, a la erradicación total de las forestaciones de especies exóticas en nuestra región, debido al alto riesgo que significa esa masa de árboles altamente inflamables, que se fue expandiendo por el valle y las laderas de los cerros, debido a varios factores: La escasa demanda de esa madera de baja calidad por parte de los aserraderos, el riesgo de los incendios forestales recurrentesy sobretodo por el abandono de las plantaciones implantadas en los últimos 20-30 años por parte de los dueños de esas parcelas.”
Prácticamente no hay duda que varios de los incendios se han iniciado de forma intencional.
Las motivaciones parecen responder a oscuros intereses que trascienden la política local y las operaciones políticas que se pueden vislumbrar son confusas. Se persigue a brigadistas y se fomenta el racismo anti-indígena con teorías conspirativas. Quizás se nos esté escapando algo que no responde a lo inmediato sino a alguna siniestra planificación a mediano y largo plazo.
El desinterés y la insensibilidad del gobierno por lo que está sucediendo es evidente, acorde con la postura negacionista que asume frente a una problemática que se multiplica devorando bosques y destruyendo ecosistemas, vidas y viviendas. Mientras ardían los bosques, Milei en una entrevista contaba que había estado viendo un espectáculo musical, sin hacer ninguna mención a la gravedad de los hechos.
El Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF), desfinanciado y precarizado, en diciembre dejó de depender de la secretaría de Ambiente para pasar al ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich y no ejecutó ni un solo peso en lo que va de 2025 y terminó 2024 con una ejecución de solo el 22 por ciento del total del presupuesto nacional destinado al área. Patricia Bullrich, una adicta a la exposición, en este caso está totalmente ausente.
Desde ATE, denuncian que a diciembre de 2023, según un informe de la propia Administración de Parques Nacionales, la planta mínima operativa de brigadistas necesaria debía ser de 700. A diciembre de 2024 había solo 410, pero el 31 de diciembre a muchos de ellos no les renovaron el contrato.
Mientras tanto las poblaciones arrasadas y amenazadas por el fuego se sostienen en base a la acción solidaria de vecinos junto a los exiguos grupos de brigadistas.
“La tristeza que me invade no tiene límites, y durante mis 50 años de residencia en este valle maravilloso he gastado muchísimos litros de “tinta” y horas de debates insistiendo y reiterando la falta de visión a mediano y largo plazo de quienes deciden los destinos de este rincón del planeta, y remarcando el problema que significa la ausencia de Cultura de Bosques y de Montaña, que primó y sigue ocupando los oscuros despachos de políticos y académicos, obnubilados por negociados supuestamente brillantes importados de otros países (preferentemente del Hemisferio Norte), sin prestarle ninguna atención al enorme valor de los bienes naturales que convivieron en perfecta simbiosis durante milenios y que aún nos siguen cobijando…”, dice Lucas en el borrador de un documento urgente que escribe a minutos de llegar de participar en el intento de apagar el último incendio que volvió a amenazar Epuyén el miércoles pasado. Un incendio claramente intencional, como los que se aparecieron estos días en distintos puntos de la Comarca Andina.
En un texto cargado por la bronca y la emoción a la vez, manifiesta, “necesito resaltar el espectacular trabajo voluntario de centenares de vecinos que ponen cuerpo, alma y herramientas para luchar codo a codo con las brigadas espontáneas de jóvenes que están absorbiendo como esponjas esta experiencia, y con las oficiales que están entrenadas para estas contingencias riesgosas... A estas circunstancias, como novedad, comenzaron a circular un montón de camionetas privadas, equipadas con tanques de agua de 1000Lts y motobombas livianas, que se sumaron al enorme despliegue de bomberos y camiones cisterna que se complementaron al trabajo de todas las instituciones que cumplen las funciones de apoyo para paliar tanta pérdida y tanto dolor… Un verdadero ejemplo que estimula y reconforta frente a la respuesta tardía y destemplada por parte del Gobierno Nacional que brilla por su ausencia, mientras se sigue jactando de su negacionismo respecto al cambio climático, a la pérdida de biodiversidad y a la crisis ecológica que nos rodea…”.
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