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La olla del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE)en el barrio de Constitución, debe ser la más concurrida de la ciudad de Buenos Aires. Lunes, miércoles y viernes a partir de las 12 del mediodía distribuye entre 5.000 y 6.000 raciones de comida. En los últimos meses pasaron de cocinar 13 ollas de cien litros, a cocinar 26. Miles de personas se acercan a recibir el plato del día o vienen con envases y recipientes para llevar a sus hogares. Muchas lo hacen desde lugares del conurbano donde se han cerrado comedores y centros de atención. Muchos de los espacios que administra el MTEa nivel nacional han dejado de recibir alimentos, por lo cual han lanzado una campaña de donaciones, “Ningún pibe con hambre”, a través de infanciasmte.ar
“Esto viene empeorando hace 10 años pero ahora ese proceso se aceleró, por lo que nosotros, que veníamos discutiendo los derechos de los trabajadores de la Economía Popular, ahora tenemos que salir a pelear por un paquete de arroz”, dice Nicolas Caropresi, dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos.
“Hay gente que se tiene que inventar una forma de trabajo para resolver la vida porque ni el mercado ni el Estado lo resuelven, por lo que decimos que el Estado tiene que garantizar derechos y mejores condiciones para esos sectores, cartoneros, trabajadores textiles, rurales, toda una tanda de personas que existen y crean sus propios medios de producción para sobrevivir en una sociedad que les niega una oportunidad. Ahí discutimos y peleamos por salario social complementario, monotributo social, créditos para la capitalización de cooperativas, urbanización de barrios populares, sistemas de reciclado con inclusión social. En ese lugar estábamos hasta el año pasado y hoy estamos peleando a través de la justicia para que se entreguen los alimentos guardados en depósitos. Eso rompe todo el esquema de construcción política y social. Muchos compañeros dan por muertas muchas de las reivindicaciones que habíamos logrado”, enfatiza Nicolas.
“En el cartonero se grafica lo que está pasando y lo podemos trasladar a cualquier otra rama de la economía popular. Cada vez hay más gente que se vuelca a la calle a cartonear por pérdidas de changas o salida laboral, y a la vez menos gente consume y por lo tanto hay menos material para recolectar. A esto se suma que el gobierno abre la importación de basura compactada para reciclaje y eso tira abajo el precio del cartón, retrotrayendo a precios anteriores a noviembre del año pasado. Es una situación similar a la de los textiles. En este contexto se rompió todo lo que era el aporte del Estado pero también se rompieron todas las posibilidades desde la lógica del capitalismo de favorecer el ‘emprendedurismo’ de estos sectores, dejándolos a la deriva”, describe crudamente Caropresi.
Enfrente del Congreso… ¿Qué pensarán?
Todos los días largas filas de personas se forman frente al Congreso de la Nación. Esperan recibir una merienda o una cena que son ofrecidas por distintas organizaciones o agrupaciones de distinto signo que confluyen en la necesidad de dar un alivio a una situación dramática que es ignorada por las administraciones gubernamentales. Muchos se preguntan, ¿qué piensan o sienten, qué interpretan de esta realidad, los diputados y senadores elegidos por el voto popular cuando ven familias, personas sin trabajo o sin techo, en situaciones extremadamente precarias, ir a recibir un mate cocido o un guiso enfrente del Palacio Legislativo?
Desde hace un mes la familia conformada por Marcelo Cardozo, su esposa Susana Rodríguez y sus hijos Nara Belén e Isaías Ezequiel, están en situación de calle. Susana y sus hijos pasan las noches en un parador y Marcelo en la calle. Han recurrido a distintas instancias sin lograr mejorar su estado. Esta es una de las tantas desoladoras historias de vida, de personas que esperan bajo el frío una porción de comida.
En la ciudad de Buenos Aires -el distrito más rico del país- de acuerdo a datos del INDEC, desde 2015 a hoy la indigencia se triplicó, pasando del 5% al 15%. La clase media que en 2015 constituía un 53% hoy es solo un 37%. Actualmente casi el 60% es indigente o pobre o está en condiciones de vulnerabilidad, lo cual constituye una verdadera catástrofe social ignorada por el gobierno de la Ciudad.
Repliegue es el nombre de una organización que, como otras, asiste con alimentos y búsqueda de trabajo a las personas que se acercan los viernes frente al Congreso. Le aportan asesoramiento en temas jurídicos y resolución de necesidades desde una perspectiva de pensamiento nacional y soberano.
En su página web, repliegue.com.ar, se definen como “una Asociación Civil sin fines de lucro, destinada a la actividad editorial, escuela de formación y medio periodístico comunitario, que semana a semana comparte una olla popular y solidaria en la Plaza del Congreso Nacional”. Además, intentan consolidarse como red federal y tienen su equivalente en General Roca (Río Negro): el Escuadrón Patagonia.
“Nosotros planteamos que el plato de comida, además del valor que tiene en sí, es una forma de acercarnos a las personas y poder charlar. Mucha gente necesita ser escuchada y no solo hablar de su problemática sino de temas generales. Hemos festejado partidos de fútbol aquí, en la olla junto a la gente. Damos de comer pero también es un momento de encuentro” dice Eliseo Marchetti, unos de sus integrantes, politólogo y estudiante de derecho.
“La salud mental es una de las muchas cuestiones desatendidas en la gente en situación de calle o con mucha precariedad económica. Son cuestiones muy complejas que vienen de hace rato y se han ido agravando este año, porque las contenciones que les daban alguna chance se cortaron y las dificultades para volver a reinsertarse en el sistema son cada vez son mayores. Esta brecha se sigue profundizando y cada vez va a haber más gente que va cayendo y se le hace imposible salir de esa situación”, concluye Eliseo.
“Nos empezamos a juntar con la misión de apuntar en lo solidario y así estamos actuando”, cuenta Emanuel Arroyo, miembro del Movimiento Peronista Riverplatense. Todos los lunes reparten té, mate cocido, alfajores, y las distintas donaciones y aportes que hacen sus miembros y también reciben de las personas que se contactan a través de su IG.
“Repartimos ropa para los que la necesitan y cada uno de los que venimos traemos una docena de huevos duros para hacer un aporte en proteínas. Actuamos como grupo por fuera de cualquier institución entrelazados por el amor a River y el compromiso con el peronismo”, define Emanuel.
Caropresi relata que “hubo cuatro instancias judiciales que obligan al gobierno nacional, sobre todo al área de Capital Humano a entregar alimentos. Además me permito levantar la sospecha de qué están haciendo con ese dinero que se sustrae de ese presupuesto que ya estaba establecido ¿Que está haciendo este gobierno neoliberal que se presentaba como anticasta y no está haciendo nada más que orquestar una fiesta moderna que favorece a la casta?”.
“La Justicia está resaltando, no con el ahínco que quizás debería, lo criminal que es el hecho de que no se entreguen esos alimentos. Esta es nuestra pelea: por las vías judicial y mediática, y en la calle día a día. Ojalá logremos que la sociedad argentina, como lo hizo en el caso de las universidades públicas, acompañe este reclamo en busca de justicia”, concluye Nicolás.
“El hambre es un crimen” es la consigna que proviene de viejas luchas y define claramente lo que está ocurriendo. El hambre, el desempleo, la vulnerabilidad, condenan a miles, sino a millones de habitantes de nuestro país a una vida miserable y sin perspectivas. No es una catástrofe ocasional. Tiene causas, orígenes y respuestas posibles.
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