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Desde el jueves pasado y ayer, alrededor de unaobra concebida por la artista plástica Julieta Hanono a modo de cosmología, cartografía, archivo desplegado, mujeres pertenecientes a organizaciones campesinas entrecruzaron experiencias, motivaciones y objetivos que a pesar de los distintos países y territorios tienen muchas similitudes.
Promovido por la Comisión Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos(Cipedhh-Unesco) y realizado en la casa que tienen las Madres de Plaza de Mayo en la Ex Esma, este proyecto denominado “Mujeres de la Tierra” enlaza a mujeres lideresas, académicas y funcionarias del mundo rural de América latina, el Caribe y África para fortalecer y visibilizar las causas que las movilizan.
Los testimonios y relatos de estas mujeres de distintos lugares del continente son contundentes y hablan de luchas sostenidas en años con coherencia, perseverancia y notable crecimiento. En el mismo espacio se encuentran mujeres que han ocupado cargos importantes en la administración pública como el caso de Jacqueline Gómez que estuvo al frente del Instituto de Colonización en Uruguay durante los gobiernos del Frente Amplio con una productora hortícola del periurbano de Buenos Aires sin que se establezcan categorías diferentes .
Algunas son pioneras en plantarse frente a los poderes establecidos cambiando lógicas que parecen irreversibles. Ana Maria Ribeiro fue una de las fundadoras del Movimiento Mujeres en Lucha junto a Lucy de Cornellis y Ana Galmarini a mediados de los ‘90 cuando heroicamente impidieron los remates de los campos cantando el himno nacional frente a las tranqueras. “14 millones de hectáreas estaban hipotecadas por el Banco Nación que Menem quería privatizar y con un grupo de mujeres que nunca habían salido de la cocina nos plantamos frente a gerentes, jueces y funcionarios para realizar algo que decíamos era tan justo como ilegal. Parar un remate era justo pero no era del todo legal por las disposiciones del sistema financiero. Fuimos las mujeres las que salimos al rescate de una situación que significaba la pérdida de toda una cultura agropecuaria”, relata con un entusiasmo vital Ana Maria.
Deolinda Carrizo forma parte del Mocase, su padre, Pocho fue uno de los fundadores en los 90.Trabaja en la secretaría de Agricultura familiar al frente de la dirección nacional de Género. Aunque sigue trabajando desde Quimilí en Santiago del Estero. Actualmente está atravesando una dura imputación judicial por tratar de impedir el desalojo de una familia campesina, algo habitual que atraviesa todos los territorios.
Dora Flecha integra la Plataforma de mujeres de Paraguay y destaca , “la tierra es una cuestión de supervivencia y las mujeres deben ser parte de esa lucha. En Paraguay no somos reconocidas como sujeto de la Reforma Agraria, no podemos ser titulares de la tierra. Tenemos que debatir los roles que nos asigna la sociedad, no podemos quedarnos en la cocina, tenemos que romper las barreras que nos impiden ser parte de las decisiones políticas.”
Lucia Ruiz es de Salta, más precisamente de una localidad, Morillos, cerca de Formosa, que se disputa con otra localidad cercana el primer lugar en el ránking de pobreza. Tiene cuatro hijos e inició su lucha en 2009 fundando la Asociación Civil Unión y Progreso para resistir a los desmontes y de ahí la lucha se fue complejizando viendo la necesidad de generar formas propias de subsistencia en lugares muy desfavorecidos. Actualmente proyecta la realización de un sitio de faena de cabritos para comercializar llevado adelante por mujeres. “Queremos un progreso viviendo con la naturaleza, tenemos que expandir la idea en las personas que sin montes, ríos, animales, no hay vida”, dice.
Jacqueline Gómez estuvo al frente del Instituto de Colonización de Uruguay durante los gobiernos del Frente Amplio. “Perdonen el nombre del Instituto pero no estábamos en condiciones de dar pelea para cambiarlo, bastante que podíamos desde adentro generar condiciones para facilitar el acceso a la tierra a familias dedicadas a la producción agropecuaria”, dice riendo. “ A pesar de las particularidades de cada lugar, los procesos de concentración de la tierra, riqueza y medios de producción son similares en Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile. Con la llegada al poder de gobiernos de derecha lo que predomina es la idea que la prioridad es el mercado y no la realización de las personas.”
Julieta Hanono es la artista que desplegó en pisos y paredes una cartografía que vincula nombres, territorios y luchas. Se inspiró en la cosmología de la cosmovisión Qom y ha ido desarrollando este método en distintos espacios. Líneas de distintos colores, tipografías, conforma un tejido que toma vida propia, genera distintos trayectos, vincula realidades, se desborda de su intención original como una escultura en movimiento.
Un tejido que acompaña los relatos, los diálogos y anhelos de mujeres que han asumido un rol de transformación de sus comunidades.
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