Ver y oír

2001, una odisea popular

Acercándonos a los 20 años de los acontecimientos de diciembre del 2001, en la Casa del Bicentenario se inauguró una muestra fotográfica, bajo el nombre de “2001 Memoria del caos. De la atomización a la organización popular”, que rescata el espíritu de esos días agitados.

Pepe Mateos

En la historia contemporánea argentina hay hitos que están cargados de significados y marcaron la forma de interpretar la política de manera irreversible. Uno de esos hitos indiscutibles es el 17 de octubre del 45. En esa línea, los hechos del 19 y 20 de diciembre del 2001 son un momento en que todo cambió. Luego de años de apatía, descreimiento de la política como herramienta de cambio, desvalorización de la participación popular y una serie de situaciones que marcaron la década de los 90, una irrupción popular, que tuvo un saldo trágico de más de 20 muertes, marcó el fin de una época y el inicio de otra.

La curadora de la muestra, Vero Mastrosimone, dice en el catálogo de presentación:

“Lo real, aquel momento en que la clase obrera, la clase media y algunos sueltos de toda clase estuvieron en las calles y rutas de la República Argentina, sin redes inmediatas como las actuales que convocaran la revuelta. Quizás fue el entretejido de asambleas, organizaciones barriales, movimientos piqueteros y artistas, la conexión que logró reconocer la necesidad de transformación de una realidad que ya no se soportaba más".

"No podemos dejar de recordar esos días sin que aparezcan las causas y consecuencias del estallido traducidas en imágenes. Bitácoras del desasosiego luego de la fiesta liberal que vino a fagocitar nuestras vidas. Trabajadoras de las fábricas recuperadas que una vez más mostraron lo que son las mujeres de nuestra historia en los momentos más difíciles. Bancos tapiados, murallas abolladas de bronca e impotencia en completa quietud, un relato que es más amplio que lo que se advierte a primera vista.”

“Pasaron tantas cosas en esos pocos días que la única forma de referirnos a todas al mismo tiempo es acudiendo al calendario: “19 y 20 de diciembre” pareciera ser el significante que explica la multiplicidad de hechos y emociones que vivimos en aquellas jornadas del “¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!”. Por supuesto que estas reacciones no eran producto únicamente de lo sucedido ese año. La crisis económica, política y social se había gestado en la década del ‘90, con la aplicación del neoliberalismo a ultranza, que luego la Alianza profundizó, condenando al hambre y la exclusión a millones de compatriotas.

La reconstrucción de los diferentes entramados sociales post 2001 fue sumamente difícil. Pero la organización popular había dado frutos: asambleas, cooperativas, fábricas recuperadas, teatros comunitarios, clubes del trueque y otros agrupamientos colectivos fueron vitales para atravesar las dificultades. Muchos de ellos, incluso, se instalaron como forma de construcción política y hoy los encontramos en algunos de los movimientos que signan nuestro presente: el feminismo y el ambientalismo. Desde el Estado, las respuestas empezaron a llegar en 2003, de la mano de Néstor Kirchner, el presidente que prometió no dejar sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada. Su gestión fortaleció aquello que el pueblo había comenzado y, entre otras cosas, le devolvió la esperanza de que la política podía ser un instrumento de cambio.” expresa en el catálogo de presentación de la muestra María Fukelman, directora de la Casa Nacional del Bicentenario.

Es la inauguración de la muestra y entre las y los fotoperiodistas que tienen sus obras expuestas, está Enrique García Medina, autor de muchas de las fotos emblemáticas de esos días. Hay una que tiene un valor muy especial para él y es la que registra el cuerpo sangrante de Jorge Demetrio Cárdenas en las escalinatas del Congreso de la Nación, que falleció unos meses después a causa de esas heridas. Enrique siente todavía la impotencia por la falta de esclarecimiento de ese crimen por el cual jamás fue llamado a declarar aun cuando fue un testigo directo de ese momento. A pesar de los 20 años transcurridos Enrique no puede evitar conmoverse.

Cada una de las obras expuestas da cuenta de la extrema particularidad de esa etapa de nuestra historia. Un periodo en el que claramente quedó expresado el fin de una época y el inicio de otra.

Obreras de fábricas textiles recuperadas fotografiadas por Gabriela Calabrese en los primeros años del siglo se ven en las fotos y ven a muchas de sus compañeras y no pueden menos que emocionarse ante el registro de esa épica.

La muestra es compacta, cada bloque expresa con intensidad alguna de las particularidades que aportan significados para la comprensión de la dinámica de esos días. Las fotografías y obras nos traen en forma contundente recuerdos, sonidos, tensiones que vagamente circulan en nuestra memoria.

Bloques de fotos impactantes como las de la Nicolás Pousthomis de SubCoop, el registro de los bancos tapiados de Sergio Goya, un video en blanco y negro del Grupo de Arte Callejero (GAC) que muestra como tiraron 10 mil soldaditos de plástico con paracaídas rojos en el microcentro porteño apenas horas antes que se declarar el estado de sitio, la foto presidencial de Carlos Menem en un contenedor de basura tomada por Rafael Calviño y otras obras más dan cuenta de la importancia del registro y las miradas particulares para construir la historia y la memoria.

La muestra permanecerá abierta del 26 de noviembre de 2021 al 16 de enero de 2022 en la Casa Nacional del Bicentenario, Riobamba 985 CABA, Buenos Aires.

29/07/2016

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