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Ver y oír

Muestra en La Boca

La transformación de los despojos

Alejandra Fenochio, artista plástica, habitante de La Boca, inauguró esta semana en Munar, una antigua cantina del barrio convertida en un espacio de arte, una muestra que recorre 20 años de su obra y que vincula la hecatombe social que irrumpió a fines de los ‘90 con los restos urbanos que dieron origen a la Reserva Ecológica.

Pepe Mateos

Los restos de las sucesivas demoliciones de la ciudad de Buenos Aires, a causa de la ampliación de la avenida 9 de Julio primero y la construcción de las autopistas luego, fueron el origen de lo que derivó en la Reserva Ecológica ubicada en la Costanera Sur del Río de La Plata. 

Las semillas de las plantas que vinieron mezcladas con los escombros dieron lugar a una vegetación, patrimonio de los patios urbanos, que se misturó con la flora y fauna arrastrada por el río. Los grandes bloques de cemento, los hierros retorcidos, las baldosas de zaguanes y patios de tango erosionados por las aguas del río, conformaron un magma que recrea un paisaje fascinante.

Durante años Alejandra se nutrió de ese espacio, de esos despojos urbanos, recolectando, hierros, piedras, vidrios pulidos por las subidas y bajadas de las aguas, pintando las olas y las nubes, siempre cambiantes, nunca iguales, atrapando esa dinámica vital de lo que se sale del centro, que se descarta.

Una línea fina une esa atracción por la materialidad descartada y transformada con las pinturas que retratan la profunda crisis social que eclosionó en 2001 y se incorporó a los paisajes urbanos. Humanidades descartadas que quedaron en los bordes de la sociedad. Humanidades que parecen ajenas a nuestras realidades aunque las crucemos todo el tiempo. Cartoneros, gente en situación de calle, despojos de una sociedad impiadosa.

“Empecé a trabajar en esta serie a principios del 2000, cuando la miseria se hizo visible en las calles. Enfrente de mi casa vivía una persona que por una serie de avatares había quedado en la calle. Me fui vinculando con cartoneros, con familias en situaciones muy precarias y me di cuenta que la distancia entre ellos y mi familia y yo no era tanta. Que muchos podíamos caer. A muchos nos puede pasar que algo se quiebre y quedar a la intemperie. Esa es la palabra que resume muchas cosas, quedar a la intemperie, que se desmorone nuestro orden social que creemos permanente y quedar a la intemperie, que nada nos proteja”, reflexiona Alejandra, sacudida por la repercusión que tiene la muestra recién inaugurada a lo que se sumó la inesperada obtención del Primer Premio de Pintura del Salón Nacional de Artes Visuales en la misma semana.

“Pinté a amigues en situación de calle justamente por esa sensación que a cualquiera se le puede quebrar la vida que lleva y quedar a la deriva, quedar como la basura de la sociedad. También nos pinté a mi familia y a mí misma como cartoneros. En mi manera de trabajar trato a la basura, todo lo que se considera basura, lo sobrante, como una naturaleza muerta. La llevo al estudio y analizo y pinto como a una naturaleza muerta con sus características propias. De algún modo hago lo mismo con las personas que retrato. Los pinto e incorporo en un espacio, donde la gente es como un sobrante, algo que no encaja”.

Las luces de la sala donde se exhiben las pinturas de los personajes de la calle, modulan su intensidad y eso crea un efecto de aparición de elementos que en principio estaban semiocultos entre los colores apagados. Basura, objetos, perros, gatos, que tienen  entidad propia. 

Miradas muy trabajadas que interrogan, arquitecturas urbanas recreadas pero verosímiles. 

Cada detalle es una historia en sí. La historia de una transformación, de un rescate de una humanidad que es descartada por un sistema cruel e impiadoso.

Por ahora (sería muy interesante que circulara por otras ciudades) la muestra se puede ver en Munar, avenida Pedro de Mendoza 1555, La Boca, hasta fines de septiembre, en el marco de Bienalsur.

29/07/2016

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