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Después de un año de pandemia que provoco un derrumbe del precio del petróleo, la baja en la demanda de combustibles y una actividad que se redujo al mínimo, Vaca Muerta vuelve a ponerse en funcionamiento.
Más allá de los análisis que involucran a todos los sectores y variables, desde la posibilidad que la pandemia sea un recuerdo gracias a las vacunas, el precio de los combustibles, la exportación, la demanda interna, el Plan Gas, hasta los problemas de inversiones, en la región de Añelo, cabecera de las cientos de empresas que orbitan alrededor de la explotación, se ve un movimiento que muestra que pese a todas las incertidumbres hay señales de retorno a un nivel de actividad cercano al anterior a la pandemia.
El paisaje desértico, inmenso, es atravesado por un despliegue tecnológico que parece una avanzada bélica o los preparativos para un combate que va tomando forma y posiciones a pesar de la dispersión en el territorio.
Percibir la acción del hombre como una batalla ardua contra la naturaleza parece básico, elemental, sin embargo sintetiza de una manera emocional las contradicciones que resultan de la explotación de hidrocarburos y el extractivismo en general.
Nuestra civilización esta impregnada en petróleo desde hace más de cien años.
Podríamos decir (así como hubo eras que se denominaron por el material que determino la cultura de ese momento histórico, como fueron la edad de piedra, de bronce o de hierro) que vivimos en la “era del petróleo”.
Combustibles, plásticos, telas, pinturas, detergentes, infinidad de objetos que constituyen nuestra cotidianeidad están ligados a la extracción de hidrocarburos.
El descubrimiento hace algunos años de Vaca Muerta, una formación geológica que abarca casi toda la provincia de Neuquén, el sur de Mendoza y el oeste de Río Negro y que es el tercer yacimiento de petróleo y gas no convencionales en el mundo, ha convertido la región en una zona donde se ponen en juego muchas cuestiones en cuanto a lo ambiental, al sentido del extractivismo y las consecuencias que trae, frente a las necesidades de un mundo y formas de consumo donde todos estamos involucrados.
No todo es producción y desarrollo. Las tensiones entre el deterioro ambiental y los beneficios obtenidos son planteadas constantemente desde distintos sectores.
La Confederación Mapuche es un actor importante, que se ha constituido en un oponente a que la región se convierta en una “zona de sacrificio”, como llaman a los lugares que resignan el medio ambiente con todas las consecuencias que esto trae, en pos de un supuesto desarrollo.
Jorge Nahuel, en viaje hacia Añelo, dice, “en una pelea desigual, desde la comunidad mapuche, tratamos de demostrar el costo y concientizar acerca de los daños irreversibles de la explotación, ya sea por el fracking o el uso de inumerables componentes quimicos.
El extractivismo modifica el hábitat, deteriora las comunidades, trastoca todas las relaciones humanas.
Debería atenderse a lo que dice la Constitución neuquina de 1957 con respecto a la renta de la explotación de hidrocarburos y recursos naturales que explicita que se deberían invertir en obras productivas para la provincia y en particular para la región donde este ubicada la actividad extractiva”.
Un par de meses atrás la Asociación de abogados ambientalistas denuncio graves maniobras en el tratamiento de los residuos petroliferos y apunto especificamente a la Empresa Comarsa, “detrás de las empresas vinculadas al tratamiento hay una detallada trama que envuelve maniobras de usurpación y contaminación de tierras públicas, zonas liberadas y simulación de tratamiento de residuos petroleros".
Ver: “No hay otro lugar donde se registre este desastre socioambiental”
Sin embargo para Rolando Cherqui, de la Confederación Mapuche de Neuquén, Comarsa no es la unica empresa que incumple normativas de tratamiento, la empresa Soluciones Ambientales del Neuquén (SAN) entierra desechos hidrocarburíferos a unos 7 kilómetros de Añelo, algo mucho más grave por el volumen y peligrosidad de los materiales descartados.
Gilberto Huilipán, referente de la comunidad mapuche, expresa con claridad, “los pueblos indígenas estamos queriendo aportar desde nuestro conocimiento una posición frente al avance y destrucción de la explotación capitalista del medio ambiente y nos erigimos en guardianes de la tierra, no podemos parar la explotación del petróleo pero podemos exigir que se cumplan en principio las legislaciones vigentes y reconozcan nuestros derechos sobre el territorio para discutir las condiciones”.
En un cruce de caminos aparece la figura de Ceferino en un pequeño mosaico insertado en una cruz de material.
Todo es polvo y sequedad, Añelo es un territorio de frontera. Lo que hasta hace unos años era un paraje, hoy es una muestra del poderío y crecimiento de una actividad importantisima combinada con situaciones sociales y urbanisticas contrastantes.
Promesa y desolación. Futuro y devastación. Verdadera encrucijada.
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